Premín de Iruña

IGNACIO BALEZTENA ASCÁRATE "PREMÍN DE IRUÑA" (PAMPLONA 1887-1972): SU PERSONA, SU VIDA Y SU OBRA

lunes, 16 de octubre de 2023

Una comida familiar, por Luis Baleztena

Querido lector, tras celebrar el día de la Virgen del Pilar nos encontramos en pleno octubre, mes del rosario, en el que existen bonitas devociones centenarias al respecto en nuestra querida Pamplona, como destacan el Rosario de la Aurora y el de Los Esclavos. Se han transmitido desde hace generaciones de padres a hijos y así como a mí me las enseño el aitacho yo se las enseño a mis hijos y nietos. 


En este Rosario de Los Esclavos de este 14 de octubre de 2023 participamos hijos de Ignacio Baleztena Ascárate (Luis y yo), nieto (Joaquín Baleztena Gurrea) y biznietos (José y Joaquín Baleztena Mateo)

Pues bien, al calor del hogar en la sukalde[1] asando castañas en el tamboril, esta época se presta a contar pequeñas historias sencillas y cotidianas como la que vamos a ver hoy. 

Asando castañas con el "damboril" en Leiza

Este pequeño episodio nos lo contó mi hermano Luis[2] recientemente. Yo no recuerdo haberlo vivido, posiblemente porque estaba estudiando en Javier en esa época.

Normalmente siempre que se podía nos reuníamos toda la familia para comer o cenar en el comedor de Casa Baleztena.

Mi padre Ignacio tenía múltiples cualidades, muchos conocimientos, un ingenio muy agudo y una capacidad de improvisación rápida, con un humor socarrón. Pero entre ellas, aunque parezca mentira, no se encontraba la de tener gran fluidez de palabra a la hora de contar historias, con lo cual si perdía el hilo de una narración le costaba mucho volver a retomarlo, y en esas reuniones era frecuente que le interrumpiéramos y se quejara de que no le dejábamos hablar. Ahora me apena no haberle escuchado más todo lo que sabía y “haberle aprovechado” más en sus paseos por Pamplona, sus ofrecimientos a enseñarme cosas curiosas que él conocía, rincones, historias...

Pues bien, nos contaba Luis (Bollo para la familia) en una celebración en casa de mi hijo y su familia que “en la sobremesa de una de aquellas comidas familiares mi padre estaba contando una de sus interesantes anécdotas con las que amenizaba la mesa, y precisamente en ese momento la mamita[3], más pendiente de atender la mesa y a todos los hijos que de escuchar lo que estaba diciendo mi padre, interrumpió para decir algo acerca de la comida o de algún otro tema. El aitacho perdió el hilo y le dijo:

-          Carmen por favor, ya sabes que no me gusta que me interrumpan porque pierdo el hilo de la conversación y se me va la historia de la cabeza.

Mi madre contestó inesperadamente

-          Pero Ignacio, es que no callas nunca, eres un pesado – cosa con la que por cierto  estaban bastante de acuerdo el resto, cada cual hablando de sus cosas.

Esto hizo que mi padre mesuradamente se levantara, se limpiara con la servilleta y se fuera del comedor, acto que causo esta vez sí silencio y conmoción porque no era su forma de actuar. Ante esta inusual conducta la mamita rompió el silencio y empezó a llorar diciendo que era la primera vez que habían reñido de esa manera desde que se casaron, y eso hizo que todos los hijos presentes comenzaran a aplaudirle, lo cual produjo otra reacción aún más inesperada:

-          Pues que sepáis que no le cambio a él por ninguno de vosotros – dijo mi madre.

Y esta afirmación indujo que le aplaudieran aún más fuerte ante ese testimonio de claridad de ideas respecto a la familia que valía más que mil conferencias sobre el tema.”

Posteriormente supongo que lo habrían arreglado entre ellos a solas, pero lo cierto es que esta pequeña anécdota íntima refleja el ambiente de familia que vivíamos en casa y puedo testimoniar que aunque parezca increíble en esta sociedad actual nunca les vi pelearse ni tener un desprecio del uno hacia el otro.

El aitacho (Ignacio Baleztena Ascárate) sentado en el centro y la mamita (Carmen Abarrategui Gorosabel) abrazándole detrás, estuvieron muy unidos toda su vida. Esta foto es de una celebración familiar de una época posterior al relato narrado

Agradezco mucho a mi hermano Luis que nos contara esta sencilla anécdota. Comenzábamos diciendo que tenía un ingenio muy agudo y una capacidad de improvisación rápida, con un humor socarrón, que en muchas ocasiones le libró de apuros serios y menos serios, como veremos en la próxima entrada si Dios quiere.



[1] Cocina

[2] Luis Baleztena Abarrategui

[3] Mi madre Carmen Abarrategui



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