Querido lector, habíamos dejado al “aitacho” entusiasmado con su incipiente y prometedora carrera diplomática siendo secretario del consulado español en Pau. En estas estaba y se las prometía felices cuando en 1915 salió elegido concejal del Ayuntamiento de Pamplona por el Partido Jaimista (carlista), tomando posesión del cargo el 1 de enero de 1916 y este acontecimiento le truncó sus ilusiones teniendo que abandonar la carrera diplomática. Esto no le hizo ninguna gracia, pese a la alegría que le producía volver a su amada Pamplona, dado que por el nuevo cargo se temía que tendría que renunciar a sus exhuberancias juveniles, y al acercarse los Sanfermines ¿tendría que decir adiós a todo aquello: sus encierros por la calle de la Estafeta, sus alborotos, saltos, bailes... que era tanto para él?
Posteriormente, tras las elecciones de 1917 renovó cargo y el 1 de enero de 1918 fue elegido para la primera sindicalía del Ayuntamiento de Pamplona.
No pudo evitar ironizar con unos versos - a los que solía recurrir con frecuencia para ello y con los que ponía en solfa a los concejales, diputados y a todo aquello que llamara su atención - a la nueva Corporación, adaptándolos como acostumbraba a músicas populares, y precisamente este es nada más y nada menos que el origen de su canción más conocida, el "Uno de enero...". Estos versicos, primera letra de dicha canción, los colgaré en la próxima entrada, antes de tratar un tema que le tocó abordar a la vez que era edil de la vieja Iruña, y que veremos en adelante si Dios quiere
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Ignacio Baleztena concejal de Pamplona en 1916 |
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