Veíamos cómo
enseguida de finalizada la guerra el aitacho daba plantón a Franco (pinchar aquí). Y es que
desilusionado, como carlista, por los derroteros que tomaba la política con la disolución de la Comunión Tradicionalista y la creación del partido único (FET
y de las JONS) decidió seguir una labor de defensa de sus ideales en el ámbito
sociocultural y como veremos también mediante oposición clandestina al régimen.
Así para mantener vivo el
espíritu que había alentado a los voluntarios a salir a dar su vida, frente a
la equívoca relación con el naciente régimen franquista que mantenían otros,
participó en la formación de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz,
promovida por Zubiaur y otros excombatientes principalmente carlistas.
Para profundizar en los
contenidos de esta entrada me he documentado en la Tesis Doctoral de Manuel
Martorell Pérez. Casi podría entrecomillarlo, pero lo cierto es que lo he
resumido para no alargarme.
No fue
casualidad que su primera junta, amparada por el obispo Marcelino Olaechea,
estuviera integrada por Narciso Ripa Obanos, José Angel Zubiaur Alegre, José
Lampreave Blanco, Miguel Castiella Idoy, Cesáreo Sanz Orrio, Félix Abárzuza
Murillo, Ramón Arregui, Jaime del Burgo Torres, Jesús Marín, Ignacio Baleztena,
Tarsicio Ortiz, Juan Echeverría y Pascual Hermoso de Mendoza, prácticamente
todos ellos procedentes de las unidades de voluntarios que habían salido a combatir
al comienzo de la guerra y que, precisamente por su espíritu cristiano también habían
luchado y seguían haciéndolo contra los cobardes crímenes que algunos
desalmados aprovechaban para realizar en la retaguardia.
Texto en el que Mons. Olaechea aprueba la erección de la Hermandad y la composición de su primer capítulo formado entre otros por Ignacio Baleztena |
Mi padre
Ignacio Baleztena y la familia en general se destacaron en este campo salvando
vidas y frenando estas atrocidades (pinchar aquí , aquí , aquí , aquí , aquí y aquí como botones de muestra). También tras la guerra la familia Baleztena fue refugio de mucha gente: (pinchar aquí , aquí , aquí y aquí también como botones de muestra)
El propio D
Marcelino Olaechea condenó la ejecución de presos en la cárcel de Tafalla,
mediante duras palabras publicadas en el Boletín Oficial Eclesiástico del
Obispado de Pamplona, y que las reiteró con la misma finalidad, tras la fuga
colectiva de presos del Fuerte de San Cristóbal de 1938.
Las medidas de
intercesión que asumió el obispo Marcelino Olaechea no se detuvieron sino que
se intensificaron al finalizar la Guerra Civil. Hizo un llamamiento a la
sociedad navarra para asistir a los hijos de los fusilados en Navarra, y una
constante intervención en procesos judiciales a favor de condenados o
izquierdistas llevados ante consejos de guerra, según relata su secretario
personal, Cornelio Urtasun. Ideó un ingenioso sistema de intervención frente a
las autoridades franquistas gracias al cual se salvaron cientos de vidas.
Igualmente José
Manuel Pascual Hermoso de Mendoza, párroco de Etayo, alistado en los tercios de
requetés como capellán, que también formó parte de la junta directiva de la
Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, nada más llegar a la capital
navarra en 1938, acudió a la llamada de D. Marcelino Olaechea. Para entonces,
ya se había producido el fuga masiva del Fuerte del San Cristóbal, donde
estaban recluidos cientos de prisioneros rojos; Olaechea le dijo: “Entre usted y
yo vamos a hacer muchas cosas en San Cristóbal”. Este miembro de la Hermandad
de Caballeros Voluntarios de la Cruz trabajó duro a favor de los presos del
Fuerte de San Cristóbal, en estrecha colaboración con Olaechea. Se conservan
cartas firmadas colectivamente por los propios presidiarios agradeciendo de
forma expresa sus gestiones en este sentido. Gracias a su intervención muchos
de ellos volvieron a sus hogares, de modo que, al salir los presos libres, “era
raro el que no pasara a visitar al sr. Obispo”.
Así vemos como
la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, surgió como asociación
religiosa entre cuyos impulsores participó mi padre, se fundó en los valores
del amor cristiano y sus componentes además de los actos de piedad propios,
mientras rezaban por sus familiares y allegados navarros muertos en el frente o
asesinados por los frentepopulistas, con espíritu cristiano además realizaban
una importantísima labor de evitar las represalias siendo un auténtico grano
molesto para el Movimiento (el franquismo). Aunque todos tenemos memoria
histórica, lo importante es desterrar todo rencor, odio o venganza, y con estos
principios surgió la Hermandad.
La Providencia
ha querido que actualmente sea yo el prior de la Hermandad de Caballeros
Voluntarios de la Cruz que continúa con los mismos valores cristianos de
reconciliación, amor, perdón y devoción a la Santa Cruz que me transmitió el aitacho,
que era la antítesis del odio en persona.
De ahí procedía su alegría y su buen humor socarrón. No es nuestra función
homenajear a nadie, sino rezar por nuestros antepasados que ofrecieron su vida por unos
ideales en los que creían, y por los hermanos difuntos, con enorme respeto a
los que fueron sus adversarios y sin juzgar ni inmiscuirnos en la forma en que
otras asociaciones honran a sus muertos. El que se acerque a la Hermandad
buscando plataformas extrañas de las que aprovecharse o a las que atacar solo
encontrará a un grupo de cristianos normalicos que realizamos los mismos actos de piedad que
entonces: vía crucis, misas, responsos por los muertos y peregrinaciones como la que inició
precisamente la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, con el aitacho
entre ellos, y que es nada más y nada menos que la que veremos en la próxima
entrada si Dios quiere. Que los muertos descansen en Paz y los vivos aprendamos
a respetarnos mutuamente nuestras personas, monumentos y formas de recordar.