Querido lector, veíamos como el
aitacho vivía los sanfermines de 1936. A final de las fiestas la tía Lola, su
hermana, entre el 12 de Julio y el 16 de Julio hizo varios viajes a San Juan de
Luz (Francia) como chofer, en el transcurso de los cuales paso desde San Juan de Luz (Francia) a España la
Orden del Alzamiento dada por el Rey D. Alfonso Carlos escondida en el zapato, y
en otro de ellos al Coronel Rada, en una peripecia que daría para escribir un
libro y que está narrada en sus “Memorias de una Margarita”.
A la vuelta del
último de esos viajes nos cuenta la tía lola que:
“Luis Arellano me dijo:
-
Ya faltan pocos
días para el Alzamiento. El Gobierno lo sabe, pero no puede
hacer nada para impedirlo. Habrá
detenciones, registros... Que tus hermanos no pasen la noche en casa.”
Así nos plantamos en la mañana del
17 de julio, en la que efectivamente las detenciones comenzaron. Entre ellas se
produjo la de Herreros de Tejada.
Había ido a Casa Baleztena para informar sobre la proximidad del Alzamiento. Ignacio
Baleztena, mi padre, le acompañó hasta la puerta donde se despidieron, yéndose
después a la peluquería. Al poco rato Herreros de Tejada fue detenido. Ante el
riesgo inminente de que le detuvieran también a él, una sobrina suya, Santita
(Mª Santos Jaurrieta Baleztena), fue a prevenirle a la peluquería. A continuación
nos sigue contando la tía Lola:
“Se
nos aconsejó que desapareciéramos por unos días, que nos fuéramos a Leiza y que
a los hermanos les avisarían en el momento oportuno. Así, pues, cargado el auto
de equipajes y el corazón de angustia, salimos de Pamplona y recorrimos el
camino por segunda vez en dramáticas circunstancias.
Aquella tarde nos fuimos a Leiza.
Por no pasar por la Rochapea donde había muchos de la Casa del Pueblo, dimos un
recorrido especial. Ignacio, a mi lado, llevaba en brazos al menor de sus hijos[2]. ¡Qué
viaje de sobresalto comparado con aquellos felices y tranquilos que durante
tantos años habíamos disfrutado! Petrorena[3]
nos había acogido siempre bajo su sombra protectora. Más de una vez, a la casa
llegamos llorando a los que ya no volverían a ella; cuando los sucesos de Pamplona[4]
entre sus sólidos muros nos sentimos protegidos, pero ahora, ante el tenebroso
porvenir, sus muros no podían aquietar nuestra zozobra… los hermanos tomaron
sus medidas por si venían a buscarlos; Pello rompió de una pedrada la bombilla
de la calle, así el jardín quedaba a oscuras y atravesándolo, se podía salir y
perderse en el monte.
Y así la noche del 17 de julio el aitacho y el resto de la familia se
refugiaba de nuevo en Leiza.
[2] Se refiere a Ignacio, el 5º hijo de Ignacio
Baleztena
[3] Petrorena es la casa familiar de la familia
Baleztena en Leiza
[4] Se refiere al asalto y quema de Casa Baleztena en
Pamplona, en Abril de 1932 (pinchar aquí)