Querido lector, de nuevo pasaron el aitacho y su familia la Navidad de 1934 en Leiza, lejos de Casa Baleztena que permanecía vacía y muda tras los atropellos ya narrados, ya que tras ser expulsados de Pamplona, aún no creían prudente volver. Así, mi padre Ignacio siguió a comienzos de 1935 viviendo entre Pamplona, Leiza y San Sebastián y de esta forma participaba de propagandas mitineras a su estilo y servía de enlace entre su hermano Joaquín Baleztena, Jefe Regional Carlista de Navarra, y el pueblo carlista.
Como hemos visto, la situación sociopolítica desde que el centro derecha ganara las elecciones era muy convulsa. La Izquierda se lanzó a la calle provocando continuas huelgas, incidentes y procesos revolucionarios contra la “república burguesa”. Casas Viejas, Asturias, Barcelona… Todo unido a la sempiterna persecución religiosa que no cesaba. Ante esta situación de revolución el Carlismo se apresuraba a organizar el Requeté para lo que pudiera pasar, y desgraciadamente pasó.
Precisamente en Abril se produce una conversación interesante entre mi padre y su hermano Joaquín. Es en torno a una reunión que se va a celebrar en Bilbao. A ella iban a acudir importantes dirigentes tradicionalistas para tratar el tema de cómo conseguir fondos para organizar el Requeté.
- Ignacio – preguntó el tío Joaquín- ¿Cuánto crees que debemos aportar?
- Mira Joaquín –contestó- lo que sea necesario, ya que si no, no sólo nos lo van a quitar todo, que sería lo de menos, sino que además nos van a matar. En este momento no es hora de pedir, sino de dar, y nosotros tenemos que dar el primer paso.
Joaquín e Ignacio Baleztena estaban muy unidos en todos los aspectos. En la foto los dos de caza por los montes de Leiza, y eso que Ignacio no era muy aficionado a este deporte. |
Tras esta breve conversación el tío Joaquín preparó una maleta y acudió con el coche de tía Lola a la reunión de Bilbao con otros representantes de Navarra.
Cuando llegaron, la tía Lola quedó abajo y tío Joaquín y el resto entraron a la reunión. Los congregados ya habían comenzado a debatir las posibles fuentes de financiación. Entonces él, tras saludar se sentó en la mesa y le interrogaron:
- -¿Tu que piensas Joaquín?
Como respuesta dejó la maleta encima de la mesa, la abrió y deposito sobre ella un millón de pesetas que llevaba dentro. El mensaje era claro, como había dicho mi padre, no era momento de pedir, sino de dar cada cual lo que pudiera.
La tía Lola resume este viaje de la siguiente manera:
“Marchamos a Bilbao. En el auto, durante el camino, los señores hablaban de cosas muy transcendentales. … En uno de aquellos viajes, entregó mi hermano Joaquín para lo que pudiera venir un importantísimo donativo”.
Y con esta desconocida e inédita historia te despido querido lector hasta la próxima entrada si Dios quiere.
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