El 13
de Mayo la Virgen María, bajo de los Cielos a Cova de Iría
Querido lector, hoy,
al igual que todos los días de este mes de Mayo dedicado a la Virgen,
volveremos a “hacer las flores”, otra tradición que nos transmitió el aitacho
y que durante generaciones lo hemos hecho en familia. Si no sabes de que
hablo, puedes pinchar aquí.
Pero seguimos con
la biografía de mi padre, precisamente en el ansiado final de la guerra. Nos
cuenta su hermana tía Lola:
“Fecha memorable el día 28 de
febrero de 1939, en que se acabó la guerra. En Pamplona, la gente se echó a la
calle, los balcones lucían colgaduras, las campanas de iglesias y conventos
lanzan por los aires las aclamaciones que de todos los labios salían. Y, aunque
la nieve cubría las montañas, el sol radiante reflejado en su mole hacía de
ellas las suspiradas banderas de la paz. Por la noche se organizó una
manifestación presidida por todas las autoridades militares y civiles que
terminó en San Nicolás entonando el Tedeum y ante la Virgen del Pilar una Salve
triunfal. ¡Gracias Dios mío!”
Poco a poco fue
reuniéndose toda la familia del aitacho en Madrid para celebrar la victoria y
preparar todo. Precisamente una de las primeras que entró en la capital fue su
sobrina Roshari Jaurrieta en una aventura que nos llevaría contar otra entrada
por lo menos.
La cosa es que mi
padre Ignacio también estaba allí preparando todo. En estos días los requetés
una de las primeras cosas que hiceron fue visitar los restos del monumento al Sagrado
Corazón que habían fusilado, destrozado y profanado por milicianos del bando
republicano en el Cerro de los Ángeles al principio de la guerra, tras asesinar a cinco defensores que lo custodiaban.
Un grupo de requetés en las ruinas del monumento al Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles |
En
agradecimiento por el triunfo y en desagravio por aquella profanación, se
celebró en el lugar una Misa de campaña.
Misa de Campaña en honor del Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles. |
Concentración de requetés en el acto de acción de gracias al Sagrado Corazón por el final de la guerra. |
Pues bien, el salsero del aitacho, durante este acto se autoproclamó el abanderado
de “La Generalísima”, la histórica bandera carlista, y practicamente no la
soltó hasta que terminaron todas las celebraciones de esos días, como veremos más adelante.
Ignacio Baleztena abanderado con "la Generalísima" en el Cerro de los Ángeles |
De aquí surgió la iniciativa de hacer una suscripción popular por toda España para reconstruir el monumento profanado del Sagrado Corazón, en la cual participó el aitacho y la familia.
Pero pronto empezó el desagradecimiento hacia los carlistas que habían salido a dar su vida por Dios y la Patria (y el Rey, aunque esto último no lo pudiesen decir). Nos lo cuenta tía Lola:
Cuadro de apoyo al desagravio al Sagrado Corazón y reconstrucción del monumento por suscripción popular |
Detalle del cuadro puesto en un puesto de honor en la casa familiar de Leiza |
Pero pronto empezó el desagradecimiento hacia los carlistas que habían salido a dar su vida por Dios y la Patria (y el Rey, aunque esto último no lo pudiesen decir). Nos lo cuenta tía Lola:
“Un día vinieron excitados y tristes a decirnos que se
iba a dar la orden de que desfilaran con camisa azul[1],
y que ellos, si era verdad, estaban dispuestos a no tomar parte en el desfile y
que se lo dijéramos al general Ponte; y también, dicen que no tenemos que
desfilar con los Crucifijos que hemos llevado en todos los frentes. Y eso, sí
que no[2].
Y tenéis que ir las margaritas para ver si eso se puede arreglar. Y fuimos con la
misiva al general Ponte, el cual nos recibió muy bondadoso y paternal,
diciéndonos:
- Hijas mías, no temáis; si se ha dicho, yo estoy seguro
de que no se cumplirá semejante cosa. Os doy mi palabra de honor.
-
En ella confiamos plenamente –contestamos.
.... Se presentó un grupo de requetés,
muy excitados, a decirnos que en el desfile a su Tercio de Abárzuza les iban a
imponer la camisa azul y estaban dispuestos a negarse rotundamente. Irían en
una compañía motorizada, pero no en su Tercio, y añadieron: tenéis que ir las
margaritas para hablar con los jefes. ¡Y nos hacía tanta ilusión desfilar en
Madrid! Y para demostrar que somos requetés, a pesar de todo, os traemos las
camisas y las aspas recortadas para que nos las cosáis, y además, pongáis en
medio el escapulario del Sagrado Corazón que también os traemos. Y no pudimos
menos que aceptar el trabajo que nos imponían aquellos chicos que tanto
confiaban en nosotras.”
Y
en medio de estos desencuentros llegó también la mamita, mi madre Carmen
Abarrategui, para acompañar a su marido en Madrid en estas celebraciones. Y
precisamente le ocurrió... lo que veremos en la próxima entrada si Dios quiere.
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