“Corríamos de continuo entre Pamplona y Leiza. ...En Pamplona, veíamos llegar sin cesar cientos de requetés, y con ellos se formaban Tercios, a los cuales se bautizaba con nombres legendarios: “Lácar”, “Montejurra”, “Abárzuza”... Con el tiempo, se vería cómo supieron hacer honor a esos nombres evocadores de victorias”.
Todo esto iba haciendo mella en mi padre Ignacio Baleztena. Tenía que tomar una decisión, y era especialmente dura. Por un lado ya no estaba en edad de alistarse con aquellos jóvenes, a sus 50 años. Pero se quedaba intranquilo al verles marchar a los frentes y el quedarse comodamente en la retaguardia. Le parecía casi una traición.
Pero lo más duro era dejar a mi madre Carmen con 6 hijos pequeños. Desde el 19 de Julio esto le rondaba por la cabeza en una batalla interna. Finalmente tuvo que tomar una decisión y habló con su mujer:
- Carmencica, tu sabes cuanto me cuesta tomar esta decisión, por ti y por los niños. Pero si todos estos voluntarios lo dejan todo, me gustaría que entendieras que yo, siendo su jefe[1], no puedo menos que acompañarles. No obstante haré lo que tu quieras.
Mi madre entre lágrimas le contestó.
- Ignacio, llevo cuatro días esperando esta conversación. Sabía que tenía que llegar. Haz lo que tengas que hacer, tienes todo mi apoyo, pero por favor, vuelve.
Así es como pese a su edad, con firme espíritu de requeté juvenil, Ignacio Baleztena salió voluntario a defender aquello por lo que había luchado toda la vida, como uno más de los voluntarios de boina colorada que de Navarra salieron a luchar por el lema íntegro de "Dios, la Patria/Fueros y el Rey" en aquellas horas inciertas y decisivas.
Pero hasta esto tuvo que hacerlo a su estilo. Antes de alistarse se vistió de granadero, con casco y todo, y se fue a hacerse una pintoresca foto de tal guisa. Y digo de tal guisa porque será el único granadero del mundo que en vez de armas de fuego, portara una espada. Pero es que no era una espada cualquiera, era la espada de Carlos VII.
Ignacio Baleztena vestido de requeté granadero con la espada de Carlos VII |
Tras esta pequeña “cosa de Baleztena” volvió a despedirse de su familia, se quitó el “disfraz” y... nos cuenta su hermana Dolores (la tía Lola) en sus memorias lo que ocurrió ese 23 de Julio:
“A otro tercio se le bautizó: “María de las Nieves” en galante homenaje a la anciana reina que en su juventud fue intrépida amazona de la Causa. La salida de este Tercio para Zaragoza fue de lo más emotivo. Desfilaron por la Plaza del Castillo sin uniformes y sin más armas que las prestadas por el valor. Estando en la Plaza del Castillo viéndolo desfilar, salió de las filas mi hermano Ignacio, y abrazándome entusiasmado, me dijo:
- Lolica, yo también me voy, no podía hacer otra cosa.
En este tercio había muchísimos jóvenes y también personas de edad madura. ¡Con qué entusiasmo les aplaudía la gente! Ellos iban radiantes, bastantes, sencillamente en mangas de camisa. Como era natural, las margaritas bajamos a la estación a despedirles. Repartimos escapularios, tabaco y sobre todo, cariño, y con el mismo nos correspondían gritando ¡Vivan las Margaritas! Marchaban a Zaragoza...”
Pero la entrada del aitacho en Zaragoza la contaremos en la próxima ocasión si Dios quiere, porque tampoco tiene desperdicio.
"En alpargatas"entraron en Zaragoza, según se cuenta en mi casa. Si no recuerdo mal, se montaron en un tren correo que llamaban "el chispa". Ahí iba mi bisabuelo, tudelano y sesentón. Un placer leerle. MGFE
ResponderEliminarIgualmente, todo un placer. Gracias
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