Premín de Iruña

IGNACIO BALEZTENA ASCÁRATE "PREMÍN DE IRUÑA" (PAMPLONA 1887-1972): SU PERSONA, SU VIDA Y SU OBRA

martes, 3 de mayo de 2011

Y la Virgen de Ujue ¡Venga a milagriar! (I)

¡Venid y vamos todos, con flores a porfía, con flores a María que Madre nuestra es!

Querido lector, cuantas veces habremos cantado (y seguimos haciéndolo) en mi familia esta canción en el mes de Mayo, mes de la Virgen, diariamente “haciendo las flores”. El 31, fiesta de la Virgen del Amor Hermoso, finalizábamos con una procesión por toda la casa que ya os contaré acercándose esa fecha. Y es que ya te habrás dado cuenta si sigues el blog que el “aitacho” era muy mariano. Como ya hemos visto celebró la Asunción de Nuestra Señora por anticipado con la Virgen del Chaparro. Aprovechando estas fechas ya te anunciaba en la anterior entrada que el domingo pasado, el primero después de San Marcos, se ha vuelto a celebrar con gran éxito y devoción la romería a la Virgen de Ujué. Mi padre era un gran devoto de esta advocación y un romero habitual de la misma. 

Ignacio Baleztena romero en Ujué en 1914

Pues con tan fausto motivo vas a poder leer el escrito original que Ignacio Baleztena realizó sobre Nuestra Señora de Ujué, posiblemente para alguna conferencia de las que daba, que posteriormente dio lugar a varias iruñerías.



“Y LA VIRGEN DE UJUE…
¡VENGA A MILAGRIAR!


Portada del escrito de Ignacio Baleztena

El día 14 de julio de 1808, un oficial francés penetraba en Pamplona por el portal de San Nicolás, sudoroso, polvoriento, sin sable ni pistolas, pisándose la lengua y echando por la boca todos los sapos y culebras que se criaban y criaron en el país de Richelieu, Madame de Recamier y Pierre Pouly III. 

Comienzo del manuscrito de Ignacio Baleztena sobre "la Virgen de Ujué ¡Venga a milagriar!"

          Presentose ante el gobernador militar francés, Mr. D’Agoult, y le hizo relación de cómo y cuando venía camino de Pamplona, llevando en un mulo varios cálices, custodias y objetos de valor procedentes de inocentes “requisas”, amén de una jolie de moiselle, “sa femme”, según él, al pasar por el Carrascal le salieron al paso varios labradores, y los muy brigantes la emprendieron a pedradas con el mulo y la madame susodicha.

            Al verse atacado, ¡Mondiu!, sacó sus pistolas y su sable y atacó denodado a los brigantes, cansándose de matar, herir y descalabrar, hasta que roto el sable, sin municiones con qué cargar sus pistolas, se vio obligado a retirarse, perdonando la vida a sus agresores, pero dándoles siempre cara, como, ¡Diuvivant!, acostumbraban hacerlo los gascones.

            -¿Y el mulo?, ¿y las riquezas?, ¿y tu… femme? (gritó indignado el gobernador ante las fanfarronadas del gascón).

            -De toutes choses, respodió altanero el compatriota de Cyrano, je dire comme mon camarada Francois 1er., ne n’est demeuré que l’honneur…

            -¡Y tu inútil vida! ¡sapristi! (terminó colérico D’Agoult). ¿Y de qué pueblo eran esos brigantes?

            Aquí el oficial francés empezó a hacer gárgaras. Quiso pronunciar Ujué, ¡pero vaya nombrecito para ser pronunciado por un hijo de Pepino el Breve, por muy gascón que sea!

            Por fin, después de varias tentativas, pudo aproximadamente decir a su general el nombre del pueblo, y D’Agoult, enseguida, dio las órdenes necesarias, para que, sin perder momento, una columna de infantería y otra de caballería, al mando de Mr. Agniel, saliesen a quemar Ujué y degollar a sus habitantes.

            La noticia de la salida de estas fuerzas y sus designios llegaron a oidos de algunos pamplonicas, buenos y entusiastas patriotas, y uno de ellos, Juanito Goñi, (a) “Chistorrica”, salió como quien no quiere la cosa camino de Mutilva, por Ochandazubi, y ¡tipi, tapa, tipi, tapa! En una corridica se plantó en Ujué en menos que canta un gallo, para prevenir a los ujuetarras del tormentón que se les venía encima…”

Y para saber como sigue esta historia tendrás que esperar a la entrada que viene si Dios quiere.

1 comentario:

  1. Espero con fruición el relato de "Las Flores" que se rezaban en casa Baleztena, todos presentes, y la procesión, escaleras arriba y abajo, a la que muy numerosas veces asistí haciendo Iglesia.

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