+
Querido lector, casi un mes
acabadas las fiestas dedicadas a nuestro querido patrón San Fermín es
interesante tratar de un tema tan trascendental para el futuro de los pueblos
como desvelar el origen de una de las canciones sanfermineras más mundialmente
conocidas y cantadas, es decir la del “uno de enero, dos de febrero…”. ¿Quién
escribió esta canción y desde cuándo se canta?. Para este sesudo asunto
acudimos a fuentes primarias, véase las que escribió el propio autor de la
letra de tan sinfónica pieza, que es nada más y nada menos que nuestro padre y
abuelo Ignacio Baleztena Ascárate, Premín de Iruña o Tiburcio de Okabio.
Según narra en unas iruñerías
escritas en Diario de Navarra en 1962[1],
en 1915 tuvo que abandonar Pau, ciudad donde estaba comenzando carrera
diplomática, ya que fue elegido concejal de Pamplona por el partido Jaimista
(Carlista). Y como escribía él “¡Uno de
enero de 1916! Fecha que debió ser grabada en bronces, esculpida en mármoles,
estampada en papel couché, pues en dicho día, año y mes, tomó posesión de su cargo
edilicio, quien en este momento tiene el grandísimo honor y satisfacción de
ofrecerse a ustedes…”
Una vez nombrado concejal, un
buen día “en una de estas pesadísimas
sesiones, en la que se ventilaba la cuestión batallona de las sociedades de
baile, se me fue la imaginaclón hacia las próximas fiestas de San Fermín y
empecé a pensar en el paseíllo concejil de la calle Mayor del día 6 de julio.
—Qué tal le sentará el frac y el tubo a Erayalar. Cómo saludará a chisterazo
limpio Perico Izquierdo. Que andares gastará Oteiza. Menudos guantes llevará
Giménez; lo mejor de su tienda...”
Obviamente se refería a la Marcha
a Vísperas del día 6, que él mismo había popularizado años antes al comenzar la
costumbre de ir bailando el vals de Astráin, es decir inventando el riau riau.
Pero volvamos a aquella sesión municipal:
“dando vueltas a tan transcendental problema, mi musa juguetona y un si
no es chabacana, me fue soplando unas coplejas dedicadas a cada uno de mis
compañeros.
Pondré como ejemplo la mía; y por ella podrán deducir cómo se rían las
demás.
Marchará Ignacio
grave y despacio
haciendo esfuerzos
para ir formal;
muy contristado
pues le han jibado
con el sufragio
universal.
Yo, como buen vasco, soy incapaz de improvisar la más triste aleluya
sin acomodarla a alguna cancioncilla o aire popular. Así es que,
instintivamente mientras «mi acerada péñola emborronaba níveas cuartillas», iba
tarareando Una biribilketa popularísima.
Dicha canción popular debía ser
muy conocida y cantada con una letra que decía “Artola toki, Artola toki…”.
Sigue narrando nuestro padre y abuelo, al que toda la familia llamamos “el
aitacho la historia de cómo popularizo sus coplejas con sus amigos de la Peña
de los Mutilzarras del Kutz (un café bar de esa época).
Aquella noche leí y canté mi elucubración en la peña del Kutz. Fue
celebrada, coreada y alborotada con protestas de las gentes no bullangueras que
jugaban al dominó. Todas las noches se repetía la función y poco a poco fue
corriendo por Pamplona, y cuando llegó a San Fermín la sabía y cantaba todo el
mundo.
Las coplas describían del andar y
contonearse de todos y cada uno de los ediles. Y al final se cantaba:
Uno de enero
dos de febrero
tres de marzo, cuatro
de abril
cinco de mayo
seis de junio
siete de julio San
Fermín.
A Pamplona hemos de
ir
con una media, con
una media,
a Pamplona hemos de
ir
con una media y un
calcetín.[2]
Finalmente los concejales cesaron
en sus cargos y fueron olvidados por el público, así como sus coplas. Pero la
música y “el estribillo” aun perviven mundialmente conocidos
Como se ve en el vídeo el "uno de enero" sigue siendo una de las canciones sanfermineras por excelencia, entre otras cosas porque nos indica todo el año que "ya falta menos"
Y esta es la historia de cómo “aquí en Pamplona el popularísimo aire vasco
del Artolatoki fue el progenitor del «uno de enero, dos de febrero...». que se
popularizó y tomó carta de naturaleza durante los Sanfermines del 1916, y que
fue concebido- Por Ignacio Baleztena Ascárate- durante una interminable sesión municipal, en la que los ediles de
derecha e izquierda, jaleados por el público de la estufa, debatían
calurosamente, sobre si el impuesto a las sociedades de baile había de ser restrictivo,
prohibitivo, o nulo.
Si quieres ver la letra completa
del “Uno de enero” pincha aquí y para ver la partitura pincha aquí.
Y con esto y un bizcocho
liquidamos este tema y hasta la próxima entrada si Dios quiere
[1] Tiburcio
de Okabío (Baleztena, Ignacio). Iruñerías. Diario de Navarra. 7 y 14 octubre
1962
[2] Esta estrofa
que mucha gente no entiende es un juego de palabras. Con una media quiere dar a
entender inicialmente a una media cogorza y posteriormente lo completa con un
calcetín para referirse realmente a la media como atuendo para calentar los
pies.