Premín de Iruña

IGNACIO BALEZTENA ASCÁRATE "PREMÍN DE IRUÑA" (PAMPLONA 1887-1972): SU PERSONA, SU VIDA Y SU OBRA

martes, 9 de noviembre de 2010

Comenzando por el final. La muerte de "Premín de Iruña". (y IV)

Como comentaba en mi entrada de ayer en la revista "Pregón" de otoño de 1972 se escribieron algunas cosas referentes al "aitacho", Ignacio Baleztena. Entre ellas destaco la siguiente extraida del artículo "todo un símbolo de Navarra":

"Es imposible reflejar en unas líneas la variada y destacadísima personalidad de don Ignacio. Dadas sus dimen­siones, habrá que recurrir a un símil paisajístico, y decir que en él se reunían la firmeza de roca pirenaica de sus convicciones religiosas y carlistas, la alegría de una cristalina regata de Leiza en su perenne buen humor y el desbordado caudal de nuestros ríos ribereños en la genero­sidad y nobleza de su corazón.

También José Javier Uranga, antiguo Director de "Diario de Na­varra", en su sección "Desd'el Gallo de San Cernin", firmando como Ollarra, le dedicó el siguiente epitafio al día siguiente de su fallecimiento:

            "PARA IGNACIO BALEZTENA.- Yo recuerdo, entre nebulosas infantiles, mi primer contacto con don Ignacio Baleztena. Creo que fue antes de nuestra guerra, en el Gayarre, cuando estrenó el "Gigante Kilikizarra". Ya en el título el gigante moría y estiraba la garra.

            Años despues, durante muchos, convivimos juntos mañanas del Archivo de Navarra e inquietudes comunes. Ignacio Baleztena, con José María Iribarren, fue mi maestro en pamplonesismo y navarrismo. José María era la meticulosidad, el dato, el escrúpulo llevado a la literatura. Ignacio el desenfado, lo espontáneo, lo fácil. Ignacio no tenía medida de su valer y, siempre generoso, se dejó saquear y timar por amigos y desaprensivos. Era un indolente lleno de caridad intelectual.

            En aquellos años intimamos tanto, que los dos fundamos la "Cofradía del Gallico de San Cernin", de la que fue Prior. Enseñamos Navarra -cuando no había apenas coches- a los que no la conocían y publicamos libros, montamos expo­siciones y conferencias y cachupinadas y fiestas de la Faba.

            Ignacio era un hombre estupendo, increiblemente ente­rado de Navarra y de Pamplona. Su defecto -o su virtud- fue no hacer trascendencia de nada, darse en retazos y en artí­culos, en fragmentos sueltos, sin plantearse nunca una obra seria. Con lo que él sabía otros hubiesen publicado muchos libros; pero se le perdían las carpetas, escribía como un forzado, y hasta facilitaba sus investigaciones para que se luciese el primero que le abordaba.

            Nunca he conocido hombre más humilde y despreocupado de sí mismo, con menos conciencia de su categoría. Autor de las mejores canciones de San Fermín, dejó que otros las re­gis­trasen en la Sociedad de Autores; investigador número uno de Pamplona, todos nos aprovechamos de su trabajo mientras su obra quedaba inédita y olvidada. Hombre sin hiel, sin celos, hasta sin amor propio. Con un enorme corazón.

            Yo le he querido mucho a Ignacio y, me dolió tanto su enfermedad, que no me atreví a verlo después. Cuando se creó el pañuelo de San Fermín -una cursilería municipal, hubiese dicho él- protesté porque no se impuso a D. Ignacio el pri­mero de todos los pañuelos. Nadie ha vivido, ni sentido, ni dado a Pamplona tanto como Baleztena: el riau-riau, el folklore, el estilo e incluso el turismo porque un día me contó cómo había aparecido en el ruedo de la plaza, una ma­ñana de encierro, vestido de inglés con Malumbres de ma­le­tero, antes de que Hemingway publicase su libro.


Posteriormente, ya en la recta final de su vida, el Ayuntamiento de Pamplona por acuerdo de 17 de Junio de 1969 concedió el pañuelo de honor a Ignacio Baleztena por su "singular participación en las fiestas de San Fermín" 

            El Ignacio entrañable, que yo más recuerdo, es el de las mañanas aburridas de primavera, cuando se escapaba del Archivo -yo le esperaba en la portería de la Diputación- y nos íbamos juntos a pasear los claustros de la Catedral, quietos, húmedos, dorados y soleados. Juanito nos habría puertas secretas y subíamos a las dependencias de los canó­nigos y al estudio de Basiano, y bajábamos a la tumba del Obispo Barbazán. Y de allí, a su museo, al de recuerdos históricos; o a pasear por el Redín. Sus libros rarísimos de encontrar -"Los gigantes de Pamplona", "Los toros en Nava­rra", "El capitán don Manuel Vidondo"...- así como la pro­fusión de sus artículos, primero en "El Pensamiento Navarro" y muchos años, semanalmente, en "Diario de Navarra", re­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­­quieren una urgente atención y cuidado. Hay ahí material pamplonés para muchos libros importantes, precisamente los libros que él no quiso hacer, pero que nosotros tenemos la obligación de recopilar. José María Iribarren solía decir que Ignacio era una mina sin explotar, una gran cantera in­agotable de temas.

            Pero por encima de su sabiduría disimulada, de la hon­dura humana que disfrazaba con un chiste o una salida de tono, la enorme originalidad y popularidad de don Ignacio quedará en Navarra como algo proverbial. Con el tiempo se hablará de Baleztena como de Fernando de Amézqueta. Y se contarán sus anécdotas desde la naranja que le puso, estu­diante en Salamanca, al dedo de fray Luis el día de la inauguración de su monumento hasta la pluma de Calvo Sotelo que escamoteó siendo diputado, después de la firma del Con­venio con Navarra.

            Y quedará, sobre todo, el ejemplo de un hombre que despreció el dinero y los "consejos" y los honores para no ser más que Ignacio Baleztena. Esto vale mucho, todavía más en su caso de vencedor de una guerra, tras la que no quiso, ni mucho menos, ser triunfalista.

            Adiós, querido Ignacio, Prior, maestro, amigo, hombre de paz, de bondad y de blandas entrañas. A tí mis oraciones (si valen) y mis recuerdos y hasta, en este momento mis lá­grimas de hermano en cofradía, de un hermano que te ha que­rido de verdad y ha aprendido mucho de tí.- OLLARRA"

Y con esta entrada en pleno Noviembre (mes de los difuntos) finalizo los asuntos que acompañaron su fallecimiento y que tanto nos ilustran de lo que fue su vida. A partir de mañana introduciré nuevas aportaciones.

1 comentario:

  1. Enhorabuena. Estoy picado con el blog pero no hay manera de meter comentarios. A ver si ahora funciona.
    Un saludo

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