Empalmando con la anterior entrada en la que narraba como SSMM los Reyes Magos depositaron las figuras de los Gigantes de Pamplona sobre su panteón escribió Goiti en Diario de Navarra a la muerte del “aitacho”: “Los gigantes, los zaldicos, la familia muda de los cabezudos han perdido su mejor amigo". Y era cierto, como él mismo escribía en el año 1933 cuando les dedicó un libreto que publicó en la imprenta "La Acción Social", con el título "Los GIGANTES DE PAMPLONA. Historia de esos simpáticos monigotes que tantos ratos felices han proporcionado a Premín de Iruña, autor de este librico”.
El Rey Baltasar, al que tan intimamente estuvo unido Ignacio Baleztena durante decadas, hasta el punto que eran como las dos caras de la misma moneda, coloca los Gigantes de Pamplona en su panteón |
Antes de su enfermedad en una de las tertulias de “Pregón” en las que participaba activamente se comentaba la muerte de un convecino ejemplar y él, que escuchaba atentamente asintiendo con sus gestos cuanto se decía, puso el comentario final: "Ese habrá entrado en el Cielo con la boina puesta".
Aquella forma tan gráfica de expresar la entrada de un buen creyente en el Cielo, con la misma naturalidad y confianza de quien entra en su propia casa, se quedó grabada en la mente de los contertulios, que no podían menos de recordarla y pensar que por la Misericordia de Dios, el buen cristiano y hombre ejemplar que fue don Ignacio habría entrado también en los Cielos con su gran boina. ¡Qué bien le caía la boina, colocada airosamente sobre su cabeza!
Como se publicó en la revista “Pregón” en Otoño de 1972 D. Ignacio Baleztena, Premín de Iruña o Tiburcio de Okabío era, "el pamplonés ingenioso y bueno, el amigo del abrazo ancho y caluroso, el que llenó nuestras páginas de navarrismo, agudezas, curiosidades navarras y sano humor”. Tenía entonces 85 años.
Y si Dios quiere mañana seguiré introduciendo una nueva entrada al respecto.
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