Premín de Iruña

IGNACIO BALEZTENA ASCÁRATE "PREMÍN DE IRUÑA" (PAMPLONA 1887-1972): SU PERSONA, SU VIDA Y SU OBRA

jueves, 25 de diciembre de 2014

Feliz y Santa Navidad

Querido lector, hoy 25 de Diciembre mi mejor deseo es que el Niño Dios nos llene de alegrías esta Navidad y todo el año que viene.
La Virgen del Chaparro con el Niño, dibujo de Ignacio Baleztena
¿Cómo era la Nochebuena cuando vivía el Ignacio Baleztena?. Sencilla y con su sello personal. Se ponía el belén, y como es lógico, se “armaba el belén”, como en todas partes (lo cierto es, que solía ser bastante original); En ninguna casa navarra debía faltar el belén, así que aunque no fuéramos a pasar la Navidad en Leiza, el tío Joaquín días antes iba hasta allí y montaba un nacimiento en Petrorena. Ya sabía que nadie iba a verlo, solo Jesús, que era para quien lo ponía. Silbaba un villancico, le rezaba y volvía a Pamplona.
Aunque ahora suene raro en aquella época, no hace muchos años, no se conocía el Olentzero en Pamplona, y el Oránzaro era celebrado en algunos pueblos de la montaña navarra de una forma diferente, como se puede leer pinchando aquí. Pero la tradición no es inmovilista y evoluciona, renovándose de generación en generación.
En Casa Baleztena la cena solía ser la de siempre, incluyendo por supuesto el tradicional cardo, y después algunos turrones: mazapanes, guirlaches, de Jijona y de Alicante, del duro vamos. Entonces empezaba la “celebración” junto al belén: nos recostábamos en el suelo haciéndonos los dormidos, como los pastores en esta noche. De pronto aparecía tío Pello con una sobrecama sobre sus hombros y un florero a modo de antorcha, y ante la admiración de los presentes cantaba:

                                               “Goria In excelsis Deo”

Tras esta “angelical” aparición acto seguido nos levantábamos todos los pastores, y nos dirigíamos hacia el belén entonando el:

                                               Vamos pastores, vamos,
                                               vamos hacia Belén…

mientras bailábamos la “corrodanza” con los pasos del ingurucho de Leiza. Entonces uno a uno le hacíamos nuestro regalico al Niño que consistía en ir cantando,  todos, de mayor a menor:

Yo soy (fulano)
que viene a cantar,
al Niño que llora
hacerle callar,
al Niño que llora
hacerle callar,
al Niño que llora
hacerle callar.

Y el cantante era respondido por todos entre saltos, danzas y “zilipurdis” haciendo de “armonioso” (ejem) coro:

                                               Do, mi, mi, mi, sol
                                               mi, sol, sol, sol, sol,
                                               no llores bien mío,
                                               no llores más,
                                               no llores bien mío,
                                               no llores más.

A continuación, cada uno hacía su gracia particular: Tía josefina recitaba un poema, Tío Joaquín silbaba una música, Se tocaba el piano (el que sabía, claro)… y cosas por el estilo, hasta las doce de la noche en que todos marchábamos al oratorio de casa donde celebrábamos el acto principal: Misa de Gallo (que por cierto, eran tres seguidas).


Oratorio de "Casa Baleztena" donde se celebraba la Misa de gallo
Una vez concluida la Misa nos reuníamos donde el ventanal y tomábamos chocolate con mazapanes, guirlaches y agua con bolau. Y a la cama.

De este modo la verdad es que con este buen humor interpretábamos un auténtico “acto sacramental made in Baleztena”. ¿Acaso podía ser de otra manera en casa del “aitacho”?. Aunque ahora ya es difícil reunirnos todos, pero en las distintas casas de sus descendientes y familiares ayer se repitió el comentado "ritual" o parte del mismo. Y volvieron a aparecerse algúnos adefesios de angelico, a unos pastores dormidos que cantaron, bailaron y rezaron al Niño que ha nacido. 
Para cerrar también como curiosidad para los jóvenes diré que igual que no había Olentzero, tampoco se disfrazaba la gente en Nochevieja. Precisamente la Nochevieja en mi familia no se celebraba especialmente, pasaba totalmente desapercibida.

En cambio los Reyes, SSMM los Reyes Magos eran la apoteosis, y ahí si que se volcaba el aitacho y nos liaba a todos, pero de eso hablaremos en la próxima entrada si Dios quiere. Mientras tanto no te dire felicidades ni zorionak, que sirve lo mismo para un roto que para un descosido, sino que te deseo de corazón:

¡Feliz y Santa Navidad!
Eguberri on!

martes, 16 de diciembre de 2014

Ignacio Baleztena y la Coronación de Santa María la Real en 1946 II



Querido lector, veíamos en la anterior entrada (pinchar aquí) como la Diputación Foral de Navarra había encargado al aitacho colaborar en la celebración de la ceremonia de canonización de Santa María la Real en 1946. Dicho y hecho verás cómo efectivamente le dio su toque personal convirtiéndolo en una auténtica fiesta popular con todos los honores que le podía dar a la Virgen, de la que era tan devoto, y además utilizando como modelo la ceremonia de coronación de los reyes de Navarra, que tan bien conocía por su amor a nuestro viejo

Ignacio Baleztena en la coronación de Santa María la Real celebrada en Pamplona en 1946, tras el cardenal navarro Dr. Arce Ochotorena

Para relatar la celebración de ese día transcribo la Crónica de la Coronación de Santa María la Real (sacada de la página de la Hermandad de la Pasión del Señor, en este enlace)


“Crónica de la Coronación de Santa María la Real

El sábado día 21 de Septiembre de 1946 fue la Coronación Canóníca de la imagen de Santa María la Real del Sagrario que preside la Catedral y ante la cual  juraban los Fueros y eran coronados los Reyes de Navarra.

A la tarde a eso de las cinco y media se puso en marcha la procesión desde la
Catedral a la Plaza del Castillo.

Santa María la Real a su paso por la Plaza del Castillo en su coronación celebrada en Pamplona en 1946

Iba en cabeza un Piquete de oficiales del ejército vestidos de toda gala y a caballo.  Luego San Miguel de Aralar como heraldo de Santa María la Real y el Coro polifónico  de Echarri Aranaz, cantando.

Detrás, los Ayuntamientos de Navarra con sus banderas divididos en cinco grupos uno por cada partido judicial. Por cada ayuntamiento iba su bandera, luego el alcalde con su vara y luego los concejales.

Detrás, el Ayuntamiento de Pamplona con timbales y mazas, ex acaldes de Merindad.
Consejo Foral de Navarra. Hijos Adoptivos de Navarra, Hijos Predilectos de Navarra.
Ex - Diputados de Navarra. Colegio de Abogados. Diputaciones invitadas con sus  cortejos.

Por la Nobleza formaron detrás el Capitulo Supremo de la Hermandad de Caballeros  Voluntarios de la Cruz, con representación de cruces y banderas, Grandes de España,  Títulos de Castilla, nobles Pontificios, Órdenes Militares con hábitos y uniforme y el  Ejército con sus representantes, generales, jefes y oficiales vestidos de gala.

Luego venían las representaciones del clero y de las cofradías religiosas de toda  Navarra con sus banderas y estandartes identificativos y todas las imágenes de la  Virgen llegadas a Pamplona.

Diario de Navarra. Vinieron vírgenes de todo Navarra

Parte de la noticia en el Diario de Navarra

Cortejo de Santa María la Real de Pamplona:

Iba primero el Alférez de Santa María con el guión, a caballo y servido por un  palafrenero. A continuación el Rey de Armas de Navarra. Luego el cirio votivo, ofrenda
de la Diputación de Navarra a Santa María la Real. Los portadores de las Coronas y joyeros.

Luego iban los doce ricos-homes” que debían alzar a la Virgen sobre el pavés. Eran los siete diputados forales y los cinco alcaldes de las cabezas de Merindad de
Navarra.
Luego iban los faroles de la Congregación de los Esclavos de La Virgen del Sagrario y Santa María la Real sobre su carroza portada por sacerdotes.

Bajo palio de honor iba el Cardenal Arce Ochotorena.

Detrás las autoridades y cerrando la procesión la Banda de música de Pamplona y una compañía de honor.

Una vez en la Plaza del Castillo se rezó y cantó el rosario de los Esclavos de Santa María la Real y se procedió a la ceremonia de la coronación siguiendo el ritual de la  coronación de Carlos III el Noble.

Los Doce “ricos-homes” alzaron sobre el pavés la efigie de María, al triple grito de “¡Real, real, real!” El cardenal Arce puso las coronas sobre la imagen de la Virgen y del Niño y se derramaron medallas de la Virgen emulando la derrama de moneda nueva que se hacía en la coronación de los reyes.

La apoteosis final de acto tuvo momentos de gran espectacularidad. Aviones que pasaron en vuelo rasante arrojando pétalos sobre la plaza. La artillería disparó 21 cañonazos de ordenanza. La banda de música interpretó la Marcha Real. Todos los danzaris presentes interpretaron su repertorio de danzas.
Se dio libertad a cientos de palomas en las inmediaciones del altar. Bailaron los gigantes de la comparsa de Pamplona.

Tras la ceremonia se formó una procesión que partiendo de la Plaza del Castillo, Paseo de Sarasate, Navas de Tolosa, Calle Mayor, Plaza consistorial, Mercaderes y Curia llegó a la Catedral donde solo entró Santa María la Real de Pamplona para ser entronizada en su nuevo altar y quedarse en el templo.
Las demás imágenes de la Virgen se distribuyeron por las distintas iglesias de Pamplona.

La Virgen de Ujué fue llevada en procesión a la Iglesia de San Antonio de los PP. Capuchinos, en la Avenida de Carlos III de Pamplona donde pernoctó hasta el día 22.

Allí estuvo expuesta a la veneración de sus fieles y devotos, para que pudieran adorarla y depositar sus limosnas y encargos de misas. El Sr. Párroco de Ujué atendió a los devotos y también se hospedó en el mismo Convento de los PP. Capuchinos.”


Santa María la Real portada en andas el día de su Coronación en Pamplona en 1946
            Me acuerdo aunque no lo indica el texto cómo iban un montón de mueticos que hicieron ese día su primera comunión (quizá la primera comunión más masiva que haya habido en Navarra)

Y falta en la crónica: Y la Virgen del Chaparro volvió a su monte… y toda la familia Baleztena descansamos de todo el trajín en el que nos embarcó mi padre, muy contentos de haber tenido el honor de vivir de dentro este momento histórico y tan mariano.

La coronación de Santa María la Real, acontecimiento histórico, tuvo gran repercusión en toda Pamplona, toda Navarra y ocupó las portadas de la prensa de la época
Tras leer esta crónica podemos examinar esta foto en la que aparecen los gigantes, S Miguel de Aralar, Banderas de hermandades y otros elementos similares...

 
 ...y que no se corresponde a la Coronación de Santa María la Real sino a la traida del brazo de San Fancisco Javier con motivo del III Centenario de su canonización. ¿Y qué tenían en común estas celebraciones para que fueran cortadas por el mismo patrón?. Que su orgnizador era el mismo: Ignacio Baleztena, con su peculiar forma alegre, festiva, tradicional, navarra y muy popular que impregnaba también en las profundas devociones de nuestra tiera.

Como ya he dicho el aitacho, romero de Ujue y otras vírgenes de Navarra, Fundador y prior de la Orden de la Virgen del Chaparro... siempre tuvo una gran devoción a la Virgen, hasta el punto de que pocos años más tarde, en 1950, el Santo Padre "acogió con paternal benevolencia... sus espresiones de devoción mariana", entre ellas esta participación y organización en la Coronación de Santa María la Real en 1946.

Documento de la Secretaría de Estado del Vaticano en el que el Papa Pío XII envía su Bendición Apostólica a Ignacio Baleztena por las expresiones de piedad mariana
Y de una forma natural, como se transmite la Fe, en familia y a través de la Tradición, yo me he sentido muy orgulloso de haber tenido el honor de portar a Santa María la Real en el Rosario de los esclavos un sábado de este pasado octubre, siguiendo con esta devoción mariana que me transmitió mi padre, yo a mis hijos y ellos a mis nietos.

Santa María la Real, la Virgen del Sagrario, engalanada para el Rosario de los Esclavos.

Y tras esta interesante entrada seguiremos en las próximas si Dios quiere con la biografía del aitacho. Espero que te hayas disfrutado. Santa María la Real, Reina de Navarra, cuida de esta tu tierra y de todos los seguidores del blog.

domingo, 14 de diciembre de 2014

Ignacio Baleztena y la coronación de Santa María la Real en 1946



Querido lector, antes de meterme en harina te aviso que he colgado dos fotos nuevas en la anterior entrada.

Seguimos en 1946 en plena actividad socio cultural del aitacho. Su afición de organizar actos le persiguió toda la vida involucrando siempre a su familia.

Así la Diputación Foral le encargó (que más quería) que participara activamente en la organización de las jornadas de la Coronación de Santa María la Real.

Santa María la Real, reina y patrona de Navarra, venerada en la Catedral de Pamplona como Virgen del Sagrario por la Congregación de los Esclavos de Santa María

Dicho y hecho allí nos vimos toda la familia de nuevo metidos en otra de sus vorágines. Como ya tenía experiencia en estos montajes, la organización fue con su estilo propio sobre la base de la ceremonia de coronación de los reyes de Navarra, y es que precisamente bajo esa imagen de Santa María la Real del Sagrario que preside la Catedral juraban los Fueros y eran coronados los reyes de Navarra.


Para el acto acudieron vírgenes de toda Navarra, y el no quería que su Virgen del Chaparro (pinchar aquí para ver de qué va el tema) fuera menos, así que se subió a la cumbre del Ireber (“el Chaparro”), bajó la medalla de la Virgen que allí estaba y el día de autos la colgó en las mismas andas de Santa María la Real. Precisamente esta medalla era una representación de dicha imagen y desde esa fecha la medalla tiene grabado en su reverso junto al lema “Cuan buena es la unión de los hermanos, Chaparro 1906” un añadido en el centro que reza “Pamplona 1946” en recuerdo de la coronación.
Réplica de la medalla de la Virgen del Chaparro, Santa María la Real o del Sagrario

Como no podía ser menos la fiesta fue con su estilo peculiar, cohetes, gigantes y todo lo que tanto le gustaba, como podremos ver a continuación en la crónica de la jornada. La Diputación Foral de Navarra en agradecimiento le entregó una medalla de Bronce.

La Diputación Foral de Navarra concedió la medalla de bronce a Ignacio Baleztena en agradecimiento por su participación en la organización de las solemnidades celebradas en Pamplona los días 20 y 21 de Septiembre de 1946, con motivo de la Coronación Canónica de Santa María la Real como Reina de Navarra

Así en la siguiente entrada si Dios quiere veremos cómo fue dicha coronación con algunas fotos curiosas (para verla pincha aquí).

Placa conmemorativa de la Coronación de Santa María la Real en 1946, bajo la hornacina de la misma en la plaza de Pamplona que lleva su nombre

martes, 9 de diciembre de 2014

Ignacio Baleztena amigo de todos



Querido lector, tras este puente foral con festividades tan queridas por los navarros como son S Frncisco Javier, San Saturnino y la Inmaculada vuelvo a la carga con el blog y nos plantamos en 1946, año en el que el aitacho tiene su décimo y último hijo, Miguel Baleztena Abarrategui (mi hermano Miki). 

 
Miguel Baleztena Abarrategui, "Miki", el décimo hijo de Ignacio y Carmen
Otra vez, la familia recibe con ilusión a un nuevo miembro pese a las dificultades de la posguerra. Aunque parezca mentira, el agobio no está reñido con la alegría. Y agobio había, hasta el punto de que mi madre Carmen, la Mamita, decidió retirar de la cabecera de la cama el cuadro del angélico que traía un niño en brazos, en otro de sus gestos de total confianza en Dios, que precisamente le hacía tener este tipo de comunicación con un Padre con absoluta naturalidad. No había problema, donde comen 9 comen 10, pero tampoco había que tentar a la Providencia. La verdad es que fue un año alegre.

La familia de Ignacio Baleztena y Carmen Abarrategui al completo,con sus diez hijos

Mª Isabelica y Miki Baleztena Abarategui en el famoso caballo del fotógrafo.

Y hablando de nacimientos, ese mismo año vino al mundo Chantal de Orleans, décima hija de los Condes de París (que aun llegaron a tener otro). ¿Y esto a que viene? Pues a que tras haber colaborado desde el destierro en África con la resistencia francesa frente a los alemanes los pretendientes orleanistas al trono de Francia, Enrique  de Orleans y su mujer Isabella, Condes de París, finalizada la guerra mundial vinieron a vivir a Pamplona, y aquí es donde conocen al aitacho y familia, haciéndose grandes amigos.

Foto de Isabella de Orleans Braganza, Condesa de París, dedicada a sus amigos Baleztena en 1946
 
Hasta tal punto amistaron de que cada uno de sus primeros 10 hijos estaban “hermanados” con uno de nosotros. Por eso teníamos cada uno un vasico de plata con el correspondiente nombre de nuestro “homólogo”. Así, Miki fue hermanado con Chantal (a mí me correspondía Michel de Orleans). 

Los hijos Baleztena Abarrategui con los hijos de los Condes de París. Miguel (Miki) Baleztena y Chantal de Orleans recién nacidos en 1946

Y se preguntarán los más instruidos, ¿Cómo pudo Ignacio Baleztena, carlista hasta la médula y partidario del regente D Javier de Borbón Parma tener tanta amistad con los Orleans? Debes saber que los Condes de París estaban más en la órbita liberal de D. Juan, y además en cierto modo disputaban los derechos al trono de Francia con los Borbón Parma. La explicación era bien sencilla, en política el aitacho era un convencido luchador, pero como persona era amigo de todo el mundo, incluso de sus rivales. 

Ignacio Baleztena con la espada de D. Carlos VII enseñando a la Condesa de París el museo "carlista" de Recuerdos Históricos que él mismo había montado junto con su hermana Lola. La condesa, de la órbita liberal y de D. Juan, visitaba una exposición carlista y llena de objetos de los Borbón Parma. Cosas de mi padre.
 
Por eso simpatizaba desde la adversidad política lo mismo con su profesor Unamuno, republicano y liberal, que con el nacionalista vasco Manuel Irujo en la II república, que con el Conde de Rodezno, gran amigo suyo pese a ser juanista y colaborador con el Régimen y tantos ejemplos más.



Como curiosidad entre las fotos que guardaba el aitacho se encuentra esta de recordatorio de la boda de Esperanza de Borbón (Tía materna de D. Juan Carlos, anterior Jefe de Estado) con Pedro de Orleans. Y todo porque era un regalo de sus amigos los Condes de París, ¿Cómo iba a despreciarla?. Si algo nos transmitió mi padre fue el respeto a las personas y símbolos sin renunciar a las propias convicciones y defenderlas.

Otro ejemplo de su forma de ser abierta a todos es que a  mi boda estaba invitado el hermano de una de las que comandaba el asalto y quema de Casa Baleztena en la II república. Ignacio Baleztena no conocía el significado de la palabra rencor.

Pero donde más amigos tenía y con quien más disfrutaba era entre el pueblo de Pamplona, principalmente entre la gente sencilla. Por ejemplo tenía gran relación con los gitanos de la Calle de la Merced, que le votaron en masa cuando se presentó a concejal, como veremos más adelante, y acudieron a su funeral.

Este afecto por todos, especialmente por las gentes normales, de a pie, ha hecho que se le recuerde (hasta épocas recientes) con tanto cariño, independientemente de ideologías. Y es que si algo le definía es que era amigo de todos.

Como excepción solo recuerdo unas personas a las que no saludara Ignacio Baleztena, y era a los fusileros. Todo Pamplona sabía quiénes eran los que habían cometido atrocidades y crímenes injustificables en retaguardia desoyendo la orden dictada por tío Joaquín, mientras los requetés marchaban al frente. No eran estos requetés, no. Y curiosamente, no eran precisamente los nombres que dicen cuando hablan de esto las generaciones jóvenes. El caso es que  el aitacho no solo no los saludaba sino que aun suena en mi oído su consejo:  Cuando os busquéis novia elegid bien y tened en cuenta esto, nunca traigáis a esta casa (Casa Baleztena) a ninguna que sea familia de…. Y entonces decía los nombres de los fusileros.

Pero no quiero acabar esta entrada con un toque amargo que era lo opuesto a su forma de ser, sino recordando, al revés, el ejemplo de una persona que ponía las personas por encima de las ideas, la amistad por encima de las disputas, y el amor a las gentes de su pueblo por encima de diferencias políticas, manteniendo siempre las puertas de su casa abiertas a quién quisiera acercarse (así parecía aquel caserón una jaula de grillos, siempre repleta de gente). Y eso siendo fiel a sus principios y escrupulosamente recto en su proceder.

Y tras estas divagaciones, en la próxima entrada, si Dios quiere, os contaré otro de los líos en que se metió el aitacho, y nos metió a toda la familia, en su afición por organizar celebraciones y fiestas

martes, 11 de noviembre de 2014

Registro de Casa Baleztena



            Querido lector, nos plantamos en 1945. El aitacho se hallaba desilusionado, al igual que la mayoría de los carlistas, por los derroteros que tomaba la política pues se veía claramente que Franco quería borrar de la memoria al carlismo, que se situó en la oposición al régimen, y en ello estaba mi padre que había abandonado la primera línea política (como se dice ahora) discrepando en este aspecto con algunos amigos y dirigentes (pocos) que habían optado por colaborar con FET y de las JONS.

            En esta situación ocurrieron los sucesos del 3 de Diciembre de 1945 en Pamplona. Ese día se organizaron en Pamplona unos actos en adhesión a D Javier de Borbón Parma con motivo de su onomástica, príncipe regente, liberado hacía pocos meses del campo de concentración nazi donde había permanecido prisionero desde 1944.

            Los actos acabaron con 11 heridos en enfrentamientos con la policía armada, la detención de más de 100 carlistas y el registro del Círculo Carlista y las casas colindantes: Hotel el Cisne y Casa Baleztena… y precisamente aquí comienza esta peripecia.

            El aitacho durante la guerra traía a modo de colección todo tipo de “souvenirs”: banderas, gorras, recuerdos y otras curiosidades como 2 naranjeros, mausers alemanes y rusos y otras “joyas” por el estilo. Las tenía guardadas en un desván de la casa acumulando polvo como quien colecciona sellos y claro, la policía precisamente lo que iba buscando era armas.

            Con este motivo se plantó una vez más a lo largo de la historia la policía en Casa Baleztena. Alerta total, porque aunque como si fueran juguetes, lo cierto es que estaban los susodichos trofeos (por supuesto sin registrar, ¿para qué?)

Casa Baleztena y su agitada historia: expropiada por los liberales, asaltada y quemada por los republicanos, acosada por los germanófilos y pro franquistas, registrada repetidamente por la policía franquista y agredida varias veces por los abertzales.

            Nos pusimos toda la familia en funcionamiento y como la casa tiene bastantes vericuetos les íbamos enredando y perdiendo por ellos mientras la recorrían, o mejor dicho el que les guiaba hizo que se perdieran y visitaran las mismas estancias una y otra vez, evitando el citado desván, eso sí, con una gran amabilidad. Al final se fueron bastante enfadados de no encontrar nada y como gran trofeo se llevaron dos bayonetas roñosas que estaban en una estantería de la biblioteca del aitacho, una, de la tercera guerra carlista y la otra de la guerra civil.

            Como curiosidad final referir que el destino final de estos artilugios, que podían haber sido objetos de colección, acabaron siendo tuneados como escopetas de caza por algún hermano y ahí acabó su historia.

            Más adelante hablaremos con más detenimiento de las actividades políticas clandestinas del aitacho, pero en la próxima entrada iremos a su otra faceta que siempre le había ocupado, la social y cultural, organizando todo tipo de actos, asociaciones, festejos, conferencias, publicaciones, etc, como veremos en la próxima entrada si Dios quiere.

martes, 30 de septiembre de 2014

"Sonrisas y lágrimas" en la familia de Ignacio Baleztena



Querido lector, retomo la vida del aitacho con algunos episodios familiares antes de seguir con su actividad social, cultural y política. Porque el valor de la familia era fundamental para mi padre Ignacio. Así se iba formando un hogar navarro, transmisor de la fe y la tradición de nuestros mayores, reducto de libertad y célula básica de la sociedad, como él nos enseñó.

De nuevo como en todas las familias se sucedían las alegrías y las tristezas y voy a comenzar esta entrada con lo primero. Todavía estábamos en plena posguerra con todas las penurias que llevaba acompañadas cuando en 1943 nació Luis Baleztena Abarrategui, el noveno hijo de Ignacio y Carmen, es decir mi hermano “Bollo”, trayendo la alegría a casa como siempre había sido el nacimiento de un nuevo hijo hasta en las circunstancias más desfavorables. Cierto es que eran tiempos de estrecheces, pero Dios proveería.
Mi hermano Luis Baleztena Abarrategui, "Bollo"



Y como suele ocurrir poco más de un año después vino la contrapartida negativa de esta manera. Estaba yo muy enfermico en fase terminal, tras una escarlatina complicada con un fallo de los riñones. La situación era irreversible en aquella época. Me ofrecieron darme la primera Comunión en la cama, y yo cual niño inconsciente que era, no me daba cuenta ni de la importancia del sacramento ni de que me estaba muriendo así que dije que quería esperar a curarme para celebrarlo.

El aitacho y la mamita se turnaban para estar en la cabecera. Lo que más recuerdo era la terrible sed que tenía, porque no podía beber ningún líquido según el médico de la familia, D. Bernardino Tirapu, había prescrito debido a que no me funcionaban los riñones y no orinaba. Hasta el asqueroso jarabe que tenía que tomar me apetecía con tal de aplacar algo la sed. Una tarde dijo D. Bernardino a mis padres.

-         Ignacio, Carmen, la situación es muy mala. No pasará la noche. Intentad que esté tranquilo hasta que se produzca el desenlace. Lo siento mucho, medicamente no se puede hacer más.

Tras recibir la no por esperada terrible noticia mi madre, acongojada y desolada, acudió a la iglesia de San Ignacio y ante la Virgen del Perpetuo Socorro, de la que era muy devota, le suplicó con esa fe tan fuerte y tan sencilla que ella tenía:

-         Madre, tú sabes mejor que nadie como Madre la congoja y el dolor que se siente ante la muerte de un hijo; Confío en ti, si es tu voluntad pese a mi dolor, Madre, te lo ofrezco, pero, por favor al menos quítame esta angustia tan grande que tengo.

En ese momento según ella contaba le entró una gran paz. Volvió a casa y quedó con el aitacho que él hiciera la primera guardia, pues ella se encontraba muy cansada. Yo dormía, en una cuna, al lado de la cama de mis padres, en la parte de mi madre; el termómetro marcaba temperaturas muy altas, yo ardía como el fuego, y ocurrió justo en esa situación lo que no había ocurrido durante todo el mes que me encontraba enfermo, ya que se quedaron los dos dormidos como troncos.

Allá por la madrugada, el carro del chirrión despertó a mi madre y ésta acongojada puso rápidamente la mano sobre mi frente que la notó fría, y pensó con fuerte dolor: ¡ya se ha muerto!
-         ¡Ignacio, Ignacio! Ya se ha muerto.

Entonces desconcertados oyeron una voz que decía

-         ¡Mamita, mamita!

La emoción que les entró fue tan grande que no daban crédito. Se levantaron rápidamente y vieron cómo mis ojos bien abiertos les miraban sonrientes. El aitacho no podía articular palabra y la mamita no pudo contener la emoción y rompió a llorar diciéndome:

-         Javier, tómate el jarabe

-         Mamita no me apetece, no tengo sed.

Enseguida, a primera hora, apareció el Dr. Tirapu decidido a firmar el acta de defunción y cual fue su sorpresa al comprobar que el niño, presunto difunto, estaba plácidamente, sin fiebre, ni ninguna molestia y manifestó:

-         ¡Carmen! El niño, incomprensiblemente, está curado.

Siempre hemos sabido que aquello fue un favor de la Virgen ante la confiada fe de mi madre. Ella pedía así, con total sencillez. 

 
Mi madre Carmen Abarrategui conmigo (con boina) y con Tatito (Ignacio) subiendo a rezar a la Virgen del Chaparro. Detrás Joaquincho y las Lecue (amigas). En la familia siempre hemos tenido mucha devoción a Nuestra Señora, transmitida por nuestos padres.
Otro ejemplo de ello es que como hemos dicho estabamos en pleno racionamiento y la vida era muy complicada con eso de los cupos, y no digamos nada, para una familia con nueve hijos (enseguida llegaría el décimo). Nunca se podía llegar a fin de mes. Pasábamos hambre del que duele. Y aquí vemos otro ejemplo de este abandono confiado en la Providencia.

            Un día, la mamita se encontró con que no tenía aceite para hacer la comida de su familia, ni de donde sacarlo, así es que fue, como siempre, a misa a su parroquia de San Nicolás y le comentó al mencionado Santo:

-         Mira San Nicolás, no tengo ni una gota de aceite para hacer la comida de mis hijos, ni de dónde sacarlo, aquí se han bautizado todos, bajo tu protección. Échame una mano.

Y con la tranquilidad de haber puesto el problema en buenas manos volvió a casa. Cuando llegó le comunicaron enseguida: “ha venido un señor de un pueblo que dice que estuvo en la guerra con D. Ignacio y le ha traído como agradecimiento una lata de aceite”. Nunca supimos quién era ese señor que había traído precisamente aceite. Pero lo curioso es que mi madre lo vio como lo más normal. ¡Si se lo había pedido a San Nicolás!

Esta entrada igual puede tener poco interés “histórico” pero refleja que la familia del aitacho era como otra cualquiera, con sus preocupaciones, alegrías, dificultades, sufrimientos pero en medio de todo era siempre un hogar alegre gracias a una arraigada fe y confianza en la Providencia impregnada por ese buen humor del aitacho y resto de la familia que se tomaba todo a chirigota (de todo tenían que hacer bromas y chascarrillos socarrones en las amenas tertulias familiares).

Si algo no le faltó a mi padre Ignacio Baleztena es el sentido del humor. Como él diría era un sinfundamento (a la foto me remito)

Así en medio de las cosas del día a día de vez en cuando ocurrían cosas más especiales como lo que... veremos en la próxima entrada si Dios quiere.

martes, 9 de septiembre de 2014

La Virgen de Nieva por Ignacio Baleztena



            Querido lector, lamento el parón que ha tenido el blog pero es que he estado con burucomiñes, tripicomiñes y todos los "komiñes" que se te ocurran, hecho unos zorros hasta que me han tenido que ingresar en el Hospital y todo, y gracias al buen hacer del Dr. Martínez Velilla, estupendo médico y sobre todo humano donde los haya, ahora ya estoy “jorobau” pero contento y de alta. Lo primero que he hecho es retomar el blog. Me hubiera encantado escribir sobre el encierro, los santiburcios, el Privilegio de la Unión y todas esas cosas que tanto gustaban al aitacho, pero salud obliga y no he podido. Así, que como los peralteses están venga celebrar con misas, procesiones, gigantes, cuetes, echafuegos y zezenzuskos las fiestas de la Virgen de Nieva, yo les deseo que pasen muy buenas mezetas y transcribo esta curiosa y poco conocida historia de Nuestra Señora de Nieva, precisamente hoy día 9 de Septiembre, el siguiente a su festividad (La Natividad de Ntra. Señora). Esto escribía mi padre al respecto en Octubre de 1954:

Iruñería sore la Virgen de Nieva escrita por Ignacio Baleztena, "Tiburcio de Okabío"


 "NUESTRA SEÑORA DE NIEVA

            En la iglesia de Santo Domingo de esta ciudad, en la segunda capilla del lado del evangelio, después del crucero, se alza un altar deliciosamente barroco, en el que se venera una bellísima imagen de María Santísima, bajo la advocación de Nuestra Señora de Nieva o de la Soterraña.

            Lo primero que llama la atención de dicho altar es la limpieza y buen gusto con que está cuidado, y el rico y artístico manto blanco bordado en oro, que cubre la sagrada imagen. Y es que los peralteses, residentes en Pamplona se han encargado de su culto y cuidado, y podemos asegurar que lo hacen tan en conciencia que merecen los plácemes de cuantos visitan la histórica iglesia y de los devotos pamploneses en general.

            El origen de la devoción a Nuestra Señora de Nieva es muy antiguo, y se debe al milagroso descubrimiento que de una imagen de María se hizo, en un subterráneo o soterraño, allá por la Edad Media, en tierras segovianas.

            La reina doña Catalina de Lancaster, esposa de Enrique III, era gran devota de esta Imagen, y llevada de su celo y amor hacia ella, dio grandes privilegios a cuantos fueran a vivir en las cercanías del monasterio fundado en el lugar de la invención. No tardó en formarse un importante poblado que hoy se conoce por el nombre de Santa María de Nieva. El cuidado del monasterio fue encomendado a los PP. Dominicos, y obra de ellos fue la magnífica iglesia y claustro que tanto llama la atención de los devotos y turistas. En una de las capillas de la iglesia estuvo depositado el cuerpo de doña Blanca de Navarra, que murió allí en 1441, a donde había ido a visitar la sagrada imagen y celebrar en su honor una solemne novena.

            Era la Virgen de Nieva muy venerada por los labradores; a ella acudían en demanda de que le librase sus sembrados de los peligros de rayos y pedregadas. Su devoción debió entrar en Navarra por mediación de los PP. Dominicos, pues en su iglesia de Pamplona se fundó en 1730 una Cofradía de Labradores, instituida por dar culto a María Santísima bajo el indicado título o advocación, en acción de gracias de haber preservado a los campos de Pamplona de los malignos efectos de las tempestades. Esta cofradía duró hasta muy entrado el siglo XIX, y hoy, su altar, como dejamos dicho arriba, corre a cargo de los peralteses residentes en Pamplona.

            La villa de Valtierra siente también gran devoción por esta imagen que comparte con la de la Esperanza el amor y veneración de sus hijos.

            El origen de este culto en Valtierra data de 1742. Dicho año, en la iglesia parroquial de la villa cayó un rayo que mató al hermano vicario don Francisco Camón y lastimó al propio párroco. Esta fue la causa de la implantación de su Cofradía, en la que hoy figuran la inmensa mayoría de sus vecinos. Es costumbre, que cuando una tormenta amenaza sobre los términos de la villa, el primer vecino que se halle en las cercanías de la iglesia saca la imagen, sin ceremonia alguna al pórtico y allá está, hasta que pasada la tormenta, torna al interior de la iglesia, acompañada entonces del clero y fieles.

            No es menos la devoción que por la Virgen de Nieva sienten los hijos de Sesma, de Falces, de Zabaldica y otros pueblos.

            La casualidad, que tanto ayuda a los a que con motivo o sin él presumimos de investigadores hizo venir a mis manos un cuadernito de cuentas de Joaquín Lacarra, vecino de Uterga, que nos habla de cómo en 1802 se implantó en ese pueblo el culto de la Virgen de Nieva.

            Creyendo que ha de ser de interés para mis lectores, copio a continuación lo relativo a este acontecimiento:

            “Porque en seis o siete años seguidos nos llevó los campos la piedra especialmente el de las viñas, determinó el Concejo traer una imagen de Nuestra Señora de la Nieva, o Soterraña, retocada a la que se venera en el Convento de los PP. Dominicos de la Villa de Santa María la Real de Nieva, distante cinco leguas de la ciudad de Segovia, y para el efecto me suplico dicho Concejo, le suplicara al hermano canónigo en la catedral de Pamplona se encargase de ello, y se encargó y dispuso la hiciera Fulano Valdivielso, escultor de fama, y vecino residente en la ciudad de Vitoria, por quince duros y la encarnación se le dio en Pamplona por 16 pesetas, la corona la hizo por cien reales fuertes Pedro Antonio Sasa, platero y vecino de la dicha ciudad de Pamplona, el vestido que es de tapicería de fondo blanco y flores hermosas costó unos 110 reales fuertes en sumas con rostriñó y vestido blanco interior y otras menudencias costó unos sesenta reales fuertes y se trajo aquí a casa en 12 de junio de 1802, y al escuorecer la llevamos a la ermita de San Salvador (es de advertir en la tarde de este día llegó un nublado que arrojó fuertemente piedra, la puse en la ventana de la sala de abajo y no se experimentó daño alguno), cuyo prodigio confirmó la esperanza de todo el pueblo tenía en dicha Santa Imagen.

            Al otro día, Domingo de la Santísima Trinidad, habiéndose juntado todo el pueblo, y mucha gente forastera en la iglesia salieron todos en procesión a la ermita. Llevó la capa mi hermano con diácono y subdiácono, y habiéndola recibido, se hizo la procesión por todo el lugar, por donde se hace el Corpus, parando en la iglesia, donde celebró misa con gran solemnidad mi hermano que viajó de Pamplona para eso; predicó gratis don Juan Miguel Mendía, beneficiado provincial de este pueblo”.

            Ocurrió además que en Valdivielso, el escultor de Vitoria, tardó bastante en cumplir su cometido y entonces el señor canónigo Lacarra encargó hacer otra a un escultor de Pamplona, y cuando éste habí9a terminado su labor llegó la otra, poniendo al diligente canónigo en el apuro de no saber con cual quedarse, y de cómo se arreglaría con el escultor desdeñado. Pero le sacaron del conflicto los vecinos de Legarda, que deseosos también de tener una imagen de la Virgen de Nieva que les librase de las continuas pedregadas que sufrían, la pidieron con gran empeño, y como quien hace el gran favor, los de Uterga cedieron la sobrante, la que se había fabricado en Pamplona, que aunque era tan artística, era en cambio más cara.

            Las llevo a Nieva las dos y la de Muruzábal, que aún no había sido tocada con la original, Bernabé Blanco, residente en Pamplona; se comprometió a cumplir su cometido por la fabulosa cantidad de ¡catorce duros! llevó las cabezas y manos en un cajón, y después de haberlas tocado con la verdadera imagen de la Soterraña, volvió a Navarra haciendo entrega de su sagrado depósito a don Fermín Ayerra, de la casa del factor y rexidor cabo de Uterga, juntamente con el certificado firmado por el P. superior del Monasterio de “habersen” llevado a cabo todos los requisitos necesarios.

            Como el buen Blanco cumplió a la perfección su encargo, en muy poco tiempo y muy barato, el lugar de Uterga le recompensó con largueza. Además trajo, y fueron repartidas muchas medallas y estampas de la verdadera imagen de Nieva o Soterraña.

            A menudo se confunde esta advocación con la de las Nieves, parecida en nombre, pero diferente en todo, en cuanto a su historia. Esta también tiene culto en varios pueblos de Navarra. Su devoción viene de la imagen que se venera en Roma.

Tiburcio de Okabío”
Diario de Navarra 24/10/1954

Altar de la Virgen de Nieva en la Parroquia de Santo Domingo de Pamplona


            ¿Ya sabías de la existencia de esta imagen en la capital del viejo reino?. Pues ahora ya tienes el plan de ir a verla y de paso echarle un recico. Y ahora sí, hago el propósito de seguir más formalmente con el blog, y fundamentalmente con la biografía del aitacho, intentando resistir la tentación de detenerme en los múltiples acontecimientos que jalonan la vida de nuestra querida y de momento foral (pese a unos y otros) Navarra. Hasta la próxima entrada si Dios quiere.