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Querido lector, avanzamos en esta tanda de
entradas sobre la Cabalgata de Reyes de Pamplona, en cuyos orígenes estuvo el
aitacho.
Veíamos cómo en la década de los 60 del siglo XX mi padre Ignacio Baleztena Ascárate, cedía su corona de Baltasar a sus hijos y
la familia continuó muy involucrada en la organización del evento.
En septiembre de 1972 fallecía el aitacho y el 5
de enero de 1973 SSMM los Reyes Magos le rindieron un último homenaje y le
llevaron un presente al panteón donde está enterrado en el cementerio pamplonés:
una colección de los gigantes de Pamplona y unos claveles rojos que depositaron
en dicho sepulcro, junto al cual se rezó un responso. Ese día Baltasar estaba
personalizado por mi amigo Pachi Perales y el paje que depositó las figurillas
era el que escribe. También estaba de paje del rey Melchor el benjamín de la
familia Miki Baleztena. Pero para recordar este acontecimiento acudimos a la
emotiva crónica de El Pensamiento Navarro:[1]
NOMBRES y TAREAS.
Los Reyes Magos, con D. Ignacio[2]
Hace cinco minutos que a
uno se le había encogido el alma en el hospital, con las sonrisas infantiles
partidas por la ilusión y el pasmo…
Fue entonces cuando el
encargado de relaciones públicas de la Cabalgata de Oriente nos avisó:
-La próxima visita se la
haremos a don Ignacio.
Melchor, Gaspar y Baltasar
-¡Baltasar, don Ignacio!- interrumpieron un momento la hermosa retahíla de sollozos,
gritos e ilusiones, para hacer un aparte con don Ignacio Baleztena. Me quise
aprender de memoria los instantes de aquel momento insólito. El cementerio
quieto. Melchor, Gaspar y Baltasar aguantando la emoción, hasta llegar ante don
Ignacio. Estábamos quince, apretados, y pendientes del enorme silencio que se hizo.
Melchor, Gaspar y
Baltasar hicieron un recorrido entrañable por las alforjas fraternales de
caramelos, camiones y “escalestrics”. Allí abajo, amorosamente, había un par de
docenas de claveles rojos y los gigantes de don Ignacio, reproducidos en barro.
¡Señor, que presente! Claveles y los gigantes.
Baltasar -¡Baltasar, don
Ignacio!- Fue poniendo las piezas de aquel paquete amoroso, con orden, alineados,
como a don Ignacio le gustaba.
-
Tenían a los gigantes de
Pamplona siempre delante. Y si fallaba el orden se enfadaba por el detalle.
Los gigantes en orden,
los claveles. Don Teófilo Jaúregui rezó el responso. Diez minutos. Creo que oí
un aplauso celestial de don Ignacio Baleztena, desde arriba, un aplauso sin algarabía,
seriote y ameno, atinado, exacto, como él era. Un aplauso a la ilusión que,
gracias a Dios, aún tiene un sitio en el embrollo actual de los intereses.
JAVIER HERNÁNDEZ
También el Diario de Navarra daba cuenta de esta
visita de SSMM los Reyes Magos a mi padre en el cementerio.[3]
Diario de Navarra 6 enero 1973. Foto Zubieta. Hemeroteca Diario de Navarra |
Y en la próxima entrada veremos, si Dios quiere,
el final de la “dinastía Baleztena” de Baltasar en 1980.
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