Querido lector, continuando con el tema de ayer al intentar ordenar la carpeta del aitacho “Cabalgata” hallamos un
manuscrito suyo que es precisamente una copia de la crónica de la primera
cabalgata de 1927, publicada el 6 de
enero de dicho año en el periódico “El Pueblo Navarro” que era de tendencia
liberal. ¿Por qué precisamente habría seleccionado esta crónica entre todas las
realizadas?. Quizá porque el director de dicho periódico era Francisco Javier
de Arvizu, presidente de la Asociación de la Prensa organizadora de esa primera
cabalgata a instancias de mi padre Ignacio (pinchar aquí).
Transcripción realizada por Ignacio Baleztena de la crónica de la cabalgata de reyes de Pamplona de 1927. La copió del diario "El Pueblo", dirigido entonces por Javier de Arvizu |
Pues bien este es el extracto de
esa crónica de la primera cabalgata de Pamplona escrita posiblemente por el
propio Javier de Arvizu o al menos por el redactor del periódico que él dirigía[1]:
…Cuando
el redoble de los atabales anunció a la masa de público congregada en la plaza
circular la proximidad del cortejo, las bandas ejecutaron la Marcha Real, mezclándose
a sus acordes los estampidos de los cohetes y las aclamaciones, y el momento
fue de una gran belleza. El tiempo lluvioso e inseguro no restó animación al
acto que fue brillantísimo. La Junta de la Asociación de la Prensa cumplimentó
brevemente a los Reyes…precedidos de la banda infantil de las Escuelas del Ave
María…
En
todos los balcones había gente que saludaba o aplaudía. En la calle se
apretujaba el público y el número de niños que palmoteaban satisfechos al
contemplar hecha realidad sus sueños de todos los años por esta época era
incontable.
En
la Casa Misericordia.
La
primera visita de los Reyes -ya lo habíamos anunciado- fue para los pequeños
asilados en la Casa de Misericordia, que reunidos en la Administración y
presididos por los dignos señores administrador del benemérito establecimiento
benéfico establecimiento y Junta recibieron a los Santos monarcas…
Posteriormente continúa narrando
el paso de la comitiva por las calles de Pamplona abarrotadas de gente y la
visita a las escuelas de Compañía y al Colegio Asilo de las Hermanas de San
Vicente junto a la Catedral. A continuación una de las visitas principales fue
a la Casa de Maternidad, lugar en el que años previos mi padre Ignacio
Baleztena[2]
había pergeñado los prolegómenos de la cabalgata:
En
la Inclusa
La
llegada a la Casa de Maternidad en la que entraron por la puerta de la calle
del Carmen, fue bellísima. A los acordes de la Marcha Real y saludados por las
aclamaciones de las asiladas, que presenciaban su llegada desde los balcones
del primer piso, entraron los Reyes a caballo en el mismo zaguán de la casa
para echar pie a tierra ante los primeros escalones de la que conduce a la magnífica
sala ropero. Toda la comunidad aguardaba, y con ella el virtuoso capellán director
don Gervasio Villanueva, el respetable vicepresidente de la excelentísima
diputación de Navarra Don Joaquín de Borja y el competente médico don Abdón
Larrondo…
…El
rey negro (interpretado
por Ignacio Baleztena) fue quien en
nombre de sus compañeros, dirigió luego unas palabras afectuosas a las
pobrecitas asiladas y con ello se dio por terminado el acto, siendo despedidos
los soberanos con los mismos aparatos y efusión con que se les recibió.
Según continua la crónica el
momento más emotivo fue la visita al hospital que narra de la siguiente manera:
En
el Hospital
Donde
el reparto de juguetes adquirió las caracteres de máxima emoción fue en el
Hospital Civil a cuyas puertas hallábase “La Pamplonesa” qué desinteresadamente
prestó también a la fiesta, desde ese momento su cooperación. Las salas donde
se alineaban las camitas de los niños hallábanse llenas de gente; Señoras y
señoritas deseosas de acompañar a los enfermos en tal momento. En un rincón un “nacimiento”
brinda a los niños, en el ingenuo paisaje convencional el recuerdo perenne del
gran misterio de nuestra Religión. Manos de mujer cuidaron que no faltase tal
detalle en la Navidad dolorosa de los pequeños enfermos…
Sigue informando “El Pueblo
Navarro” que tras las palabras del Rey Melchor comenzó el reparto de juguetes, y era conmovedor contemplar aquellos rostros
pálidos animados por la risa; Y aquellas pobres manos exangües palmoteando con
alegría, cuando los personajes legendarios se acercaban con el trozo de ilusión
que es cada juguete. Aunque la fiesta no hubiese sido más que eso, cuantos a su
mejor éxito han contribuido, podrán sentirse satisfechos.
Posteriormente los Reyes
acudieron a las escuelas de San Francisco y al asilo del Niño Jesús y finalmente, sobre las 21:00 h de la noche,
el real cortejo despedido en la puerta
de la Taconera con la Marcha de España, se alejó de Pamplona hasta otro año, perdiéndose en la noche.
Foto Galle. Cabalgata de principio de siglo XX en Pamplona. Baltasar representado por Ignacio Baleztena
Este es el resumen de la crónica
de la primera Cabalgata de Reyes de Pamplona organizada, a instancias de mi
padre Ignacio Baleztena, por la Asociación de la Prensa, con el valor de que
está escrita por el propio presidente de dicha Asociación Javier de Arvizu o un
redactor del periódico que éste dirigía en 1927.
Y mañana seguiremos con las
cabalgatas de los años 50 si Dios quiere.
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