Premín de Iruña

IGNACIO BALEZTENA ASCÁRATE "PREMÍN DE IRUÑA" (PAMPLONA 1887-1972): SU PERSONA, SU VIDA Y SU OBRA

martes, 11 de marzo de 2025

En la fiesta de los Mártires de la Tradición. Carta de D. Javier a Navarra en 1953

 

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Querido lector, ayer 10 de marzo conmemoramos la fiesta de los Mártires de la Tradición, que tantas veces celebró el aitacho.

En los archivos de mi padre hemos encontrado guardada con cariño esta carta impresa en una octavilla que dirigió D Javier de Borbón Parma a los navarros con ocasión de esta fecha, escrita en febrero de 1953, pocos meses después de la visita de Franco a Navarra en la que Casa Baleztena permaneció cerrada el 3 de febrero de 1952. Esto escribía D. Javier:



Carta dirigida a Navarra por D. Francisco Javier de Borbón Parma

Aproximándose la fecha del 10 de Marzo, en la que todos los años abrimos nuestros corazones a la memoria de los que murieron en la esperanza y en la certeza de la Causa, quiero enviaros en estas líneas el testimonio del recuerdo constante con que Navarra enciende mi fé. Muchas veces, en los lugares más remotos, encontré hijos de Navarra afanados en la dloria de Dios con la piedad y sacrificio y mujeres delicadas endulzando los dolores humanos con las bendiciones de La Caridad.

En esas vocaciones maravillosas se continua la pasión misionera de Javier, supremo compendio de la historia de Navarra. Pero también vosotros las continuáis día tras día en la constante esperanza de siglo y medio de adversidades, mostrando al mundo sin brújula la soberana lección  de vuestras seculares virtudes cívicas. Paralelamente a aquellas abnegaciones apostólicas y vuestra constancia en los ideales se integran en la Tradición de Navarra perpetuando el espíritu y las instituciones que cuajaron en la espléndida realidad de vuestros Fueros venerables. Porque esas rosas de virtud solo florecen en los rosales de la familia cristiana guardada de las temporales revoluciones por el tapial vigoroso de los Fueros.

Cuando occidente perdía entenebrecido de negruras absolutistas el sentido exacto de la libertad cristiana, seguisteis siendo libres porque conservasteis vuestros Fueros. Cuando la europeización liberal arrasó las Españas, seguisteis siendo libres porque os mantuvisteis aferrados a la libertad concreta y auténtica de vuestros Fueros. Cuando el turbión extranjero secularizador y nacionalista despeñó en el separatismo positivista y alicorto la concepción misionera de España, seguisteis siendo españoles porque el amor a los Fueros os enseñó la verdad política de la Monarquía Tradicional, Federativa y Misionera. Cuando el socialismo, última consecuencia hasta entonces de nefandos errores, puso en peligro la existencia misma de la Patria, salisteis en la Cruzada del 18 de Julio a salvarla en la gesta más gloriosa que han registrado los siglos.

Por eso ahora, en la conmemoración de nuestros gloriosos mártires he querido recordaros con noble pasión los principios e instituciones por las que ellos, los testigos de nuestra misma fé, ofrendaron a Dios sus vidas por los Fueros, fuente de los verdaderos libertadores, barrera contra el voluntarismo personalista o democrático lección en carne viva de la historia, y por la Dinastía Legítima tantas veces juramentada en cumplimiento y defensa de esas mismas libertades patrias.

Firmado: FRANCISCO JAVIER DE BORBÓN

21 de Febrero de 1953

Apéndice:

La fiesta de los Mártires de la Tradición fue instituida por D. Carlos VII[1] durante su exilio en el palacio de Loredan en Venecia mediante una carta fechada el 5 de noviembre de 1895 a su delegado en España, el marqués de Cerralbo. Con esta fiesta se honra la memoria de los mártires que desde principio del siglo XIX han muerto a la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey.

El rey eligió la fecha del 10 de marzo por ser el aniversario de la defunción de su abuelo D. Carlos V[2] fallecido en su exilio de Trieste el 10 de marzo de 1855.

En dicha carta de D. Carlos VII exponía por qué instituía esta celebración:

¡Cuántas veces encerrado en mi despacho, en las largas horas de mi largo destierro, fijos los ojos en el Estandarte de Carlos V, rodeado de otras 50 banderas, tintas en sangre nobilísima, que representan el heroísmo de un gran pueblo, evoco la memoria de los que han caído como buenos, combatiendo por Dios, la Patria y el Rey!

Los Ollo y los Ulibarri, los Francesch y los Andéchaga, los Lozano, los Egaña y los Balanzátegui, nos han legado una herencia de gloria que contribuirá, en parte no pequeña, al triunfo definitivo que con su martirio prepararon.

Al fin cada uno de esos héroes ha dejado en la historia una página en que resplandece su nombre. En cambio, ¡cuántos centenares de valerosos soldados, no menos heroicos, he visto caer junto a mí, segados por las balas, besando mi mano como si en ella quisieran dejarme con su último aliento su último saludo a la patria! ¡A cuántos he estrechado sobre mi corazón en su agonía! ¡Cuántos rostros marciales de hijos del pueblo, apagándose en la muerte con sublime estoicismo cristiano, llevo indeleblemente grabados en lo más hondo de mi pecho, sin que pueda poner un nombre sobre aquellas varoniles figuras!

Todos morían al grito de ¡viva la Religión!, ¡viva España!, ¡viva el Rey![3]

Por esta misma Causa luchó el famoso general carlista Teodoro Rada “Radica”, que por cierto durmió en Leiza, en Petrorena la casa de nuestra familia exactamente en la misma cama que D. Javier y su hermano D. Gaetán de Borbón Parma casi un siglo después. Dicho  general tafallica murió abrazado a un crucifijo pronunciando sus últimas palabras: ¡Viva el Padre!, ¡Viva el Hijo!, ¡Viva el Espíritu Santo! Y ¡Viva España![4]. Hacemos especial mención a él por celebrarse este año su 150 aniversario, pero los mismos ideales movieron a los generales Zumalacárregui y Lerga entre tantos otros que lucharon a la sombra de la bandera de Dios, Patria/Fueros y Rey.

Y tras esta pequeña interrupción queda pendiente finalizar el tema de la Cabalgata que quedaba pendiente, en la próxima entrada si Dios quiere



[1] D. Carlos de Borbón y Austria-Este

[2] D. Carlos María Isidro de Borbón

[3] Ferrer M. Historia del Tradicionalismo Español. Tomo XXVIII. Vol. 2. Sevilla: Editorial Católica Española S.A. 1959

[4] Llorens Joaquín 1874, testimonio rescatado por Pablo Larraz y Víctor Sierra-Sesumaga

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