Premín de Iruña

IGNACIO BALEZTENA ASCÁRATE "PREMÍN DE IRUÑA" (PAMPLONA 1887-1972): SU PERSONA, SU VIDA Y SU OBRA

martes, 17 de mayo de 2011

Y la Virgen de Ujue ¡Venga a milagriar! (VII)

Querido lector, seguimos con el manuscrito del “aitacho” sobre “la Virgen de Ujué ¡Venga a milagriar!”

“… Y LA VIRGEN DE UJUE…
¡VENGA A MILAGRIAR! VII

Manuscrito de Ignacio baleztena sobre "Y la Virgen de Ujue ¡Venga a milagriar!"
Ocho años después de estos sucesos, se les ocurrió a los “conscientes e intelectuales” de la Península proclamar la constitución, y por obra y gracia de esta proclamación quedó el Reino de Navarra convertido en una simple provincia ¡Una gracia de los guiris!

            Los navarros vieron con muy malos ojos este cambio de cosas y esperaron se presentase la primera ocasión favorable, para dar al traste con la Constitución y sus defensores.

            Formose en 1821, una junta para dirigir los trabajos del levantamiento del Reino contra el moderno sistema, formado por don José Joaquín Mélida, (abad de Barasoain), don Francisco Benito Eraso (de Garinoain), don Joaquín Lacarra (canónigo de Pamplona), don Juan Villanueva (de Pamplona), don Santos Ladrón (de Lumbier), don Martín Uriz (de Sada) y el abad de Ustárroz, don Pedro Martín.

            Los sangüesinos no pudieron reprimir sus impaciencias, se sublevaron el día 7 de diciembre de ese año; rompieron la lápida de la Plaza de la Constitución y se echaron al campo sin esperar el mandato de la junta. Su ejemplo, fue imitado por los de Puente y los de Valdorva, y en un periquete por toda Navarra. Se organizaron como mejor se pudo estas fuerzas espontáneas, que mal armadas y fatigadas por las continuas persecuciones de las tropas del gobierno, fueron derrotadas en Larrainzar el día 25 de diciembre por el navarro constitucional don José Cruchaga, quien en este fácil triunfo, acreditó poseer la cualidad más honrosa y más difícil de hallar en el vencedor: la piedad y nobleza con el vencido.

            Gracias a su energía y humanos sentimientos, los soldados constitucionales no llevaron a cabo sus intenciones de lanzarse al degüello de los que, a falta de armas y municiones se entregaron sin condiciones, fiados, tan sólo, en la piedad del vencedor.

            Los que pudieron huir se dividieron en dos secciones, siguiendo, la una, a don Santos Ladrón, que se refugió en los montes de Aoiz, y a Juanito de Villanueva, los otros. Perseguidos muy de cerca estos y sin descanso por sus enemigos, se refugiaron en la villa de Ujué, fiados en la lealtad de sus habitantes y en el entusiasmo que siempre habían demostrado por el sistema tradicional. Y efectivamente, todos, hombres y mujeres, niños y ancianos, se esmeraron en proteger y cuidar a los fugitivos, llevándolos a descansar a sus casas y dándoles de comer. Y a fin de que descansasen tranquilos se comprometieron los vecinos todos a hacer las guardias por los alrededores del pueblo para observar los movimientos enemigos.

            Estos, guiados por algunos malos navarros conocedores del país, aprovechando la noche, que se presentó obscurísima, llegaron de improviso al pueblo subiendo por “lo de” Sabaiz; paraje en el que, por ser muy accidentado y muy difícil acceso, no se colocaron los suficientes guardias ¡Cualquiera pensaba que los guiris se iban a meter por semejantes andurriales!

            La defensa, ya, era imposible…,”

Pero esperemos a la próxima entrada si Dios quiere para conocer su desenlace.

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