Querido lector, la familia Baleztena, incluido el aitacho, su mujer e hijos, estaban expulsados de Pamplona por el gobernador republicano Andrés, tras haber sufrido el asalto y quema de su casa por radicales izquierdistas. Inicialmente pasaron una temporada en Leiza antes de partir hacia San Sebastián. Dejo de nuevo la palabra a Dolores Baleztena, la tía Lola, que nos cuenta las impresiones de este destierro en sus inéditas “Memorias de una chofer”:
"Emprende el auto la marcha hacia San Sebastián y al atravesar aquel camino tantas veces recorrido, el ruido del motor, como si fuera una voz viva, viene evocando episodios, haciendo revivir escenas. El adiós a Petrorena, que tan protectoramente nos acogió en nuestra desventura; el recuerdo de la casa de Pamplona cerrada, silenciosa, mutilada, sin haber sido testigo por primera vez de las alegrías navideñas, de las reuniones familiares. Todo esto y mucho más aparecía como en pantalla panorámica durante aquella marcha hacia una nueva etapa de nuestra vida.
El auto estacionó ante la casa alquilada: hermosa, simpática, pero... ¡no era la casa!. Villa Valencia, que así se llamaba, acabó por serlo, y las temporadas que en ella pasamos, dejaron en nosotros un recuerdo feliz.
Villa Valencia, en San Sebastián. En ella se refugió la familia, expulsada de Pamplona, tras el asalto y quema de Casa Baleztena |
Más íntimamente unidos, si cabe, pues estábamos más solos que en Pamplona, los días se deslizaban tranquilos. Allí, ninguna responsabilidad pesaba sobre nosotros. Si se declaraba una huelga, lo cual era bastante frecuente, seguros estábamos de que sus consecuencias no repercutirían en Villa Valencia."
Así la familia Baleztena tuvo que refugiarse en San Sebastián, en Villa Valencia, pero mi padre, Ignacio Baleztena, no pudo aguantar mucho tiempo fuera de su Pamplona querida y volvió en sanfermines de ese mismo año como veremos en la próxima entrada si Dios quiere. El resto de la familia debió de permanecer alejados de su casa y de su ciudad.
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