Premín de Iruña

IGNACIO BALEZTENA ASCÁRATE "PREMÍN DE IRUÑA" (PAMPLONA 1887-1972): SU PERSONA, SU VIDA Y SU OBRA

viernes, 18 de noviembre de 2011

Pello Baleztena herido. Nueva llamada al gobernador. Recuerdos de un día trágico V



"Recuerdos de un día trágico". Manuscrito de la Tía Lola Baleztena.
 ..."¡Qué horror! Cantidad de balas dispararon contra ellos y sin hacer el blanco apetecido. Vinieron a dar en el marco del balcón donde ellos estaban. “¡Los asesinan!”, gritaron algunos horrorizados, mientras otros, celebraban la brutal agresión.

            Angeles aquella mañana tuvo la inspiración de colocara a Joaquín un “Detente” del Corazón de Jesús.

            Una enorme piedra rompió los cristales de la cancela e hirió a Pello en medio de la cara, en el momento que éste se disponía a abrir la puerta amenazando. Un chorro de sangre le caía al pobre.

Pello Mari Baleztena retratado como cazador por Basiano. Su gran afición a la caza, compartida con tío Joaquín y otros miembros de la familia les proporcionaba la única defensa que tenían ante los pistoleros, unas escopetas de caza, que gracias a Dios finalmente no llegaron a utilizar. (Foto sacada del libro "Basiano, el pintor de Navarra")
            Aquellos canallas, al ver los caños de las escopetas, echaron a correr gritando: “Están armados”, y furiosos por nuestra posible defensa, marcharon a contar al gobernador que desde nuestra casa estaban disparando.

Pello, José Joaquín, Joaquín y Chan defendieron la puerta de la casa (Foto sacada posteriormente)
            Pello subió al cuarto de baño a limpiarse la herida y Chan le acompañó. Entonces, José Joaquín[1] se quedó sólo en la escalera, al descubierto, sereno ante el peligro, con la escopeta en la mano, conteniendo a las turbas que nos querían asesinar.

            Dice que pensó en lo desesperado de su situación, pero que le animó y sostuvo la idea de morir defendiendo la casa que siempre le acogía.

            Una nueva llamada le hicimos al gobernador, contándole que Pello estaba herido y acuciándole para que enviara la fuerza y terminara de una vez con aquellas escenas salvajes. El infame , aún nos pidió cuentas:

-         “Tengan cuidado –dijo. Sus hermanos están disparando contra la gente. Ahora mismo mando la policía para que registre la casa”.

-         No es verdad –le repliqué indignada. Mis hermanos no han disparado todavía, pero no respondo de que puedan estar mucho tiempo sin hacerlo. Si no viene la fuerza, ellos nos tendrán que defender. Ya pueden venir a registrar la casa, que no han de encontrar pistolas.

           ¡Había que registrar nuestra casa atacada, pedirnos cuentas de que pretendíamos defendernos, mientras los que estaban en la calle con un teniente alcalde a la cabeza, disparaban sus pistolas impunemente!
           
En aquellos momentos de angustia, las hermanas, las sobrinas subimos al oratorio, y a esa amada Dolorosa que ha presidido nuestras fiestas, a quien hemos confiado penas y alegrías, temores, esperanzas, que ha velado la última noche que nuestros queridísimos padres pasaron en casa antes de que los llevaran para siempre, ante esa bendita imagen suplicamos con toda la fuerza de nuestra fe que no nos abandonara en aquellas horribles circunstancias.

La Dolorosa del oratorio de Casa Baleztena
            De abajo subía cada vez más intenso el ruido del tiroteo. La señora Pía[1] prorrumpía en exclamaciones que en momentos más normales, nos hubieran hecho reir de veras.

            Ya la cosa parecía perdida: creíamos que la gente, ya dentro de casa, andaba a tiros con los hermanos y que estos contestaban lo mismo. Entró Santita, y Luisa con una voz que nunca olvidaré le pregunto: ¿Ha caído ya algún hermano? Su hijo de quince años estaba también en el lugar del peligro. No preguntó por él, y es que en aquella hora nadie, hijo, sobrinos  todos eran hermanos, caballeros del Chaparro que defendían la casa de sus padres, el santuario de los recuerdos, el solar de nuestra raza.

            No pudiendo encontrar tranquilidad en ninguna parte, bajamos, nuevamente, al primer piso, en el momento mismo que entraban cuatro policías con el encargo de registrar la casa"...


No era la única vez que intentaron asaltar Casa Baleztena ni la primera que hirieron al tío Pello como puedes ver al pinchar aquí

[1] Señora que trabajaba en Casa Baleztena y que era como un miembro más de la familia, y como le toco sufrir estos sucesos.

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