Nor Jaungoikoa bezala?
Iñor Jaungoikoa bezala!
Querido lector, el aitacho una vez instaurada la II república y tras ver el curso que iban tomando los acontecimientos, se dedicó de lleno a la política oponiéndose a ella y dando mítines por los pueblos con el original sistema de los kurriños[1], eludiendo así la censura impuesta en materia política. Así, él que era un gran “kurriñozale”, según sus propias palabras, comenzó a “mitinear” con este original sistema que nos cuenta su hermana la tía Lola:
“Por los pueblos de las zendeas, por la Ribera y por la Montaña nos paseábamos animosamente, siempre muy bien recibidas, con gran entusiasmo y cariño, y con resultados muy provechosos. No tuvimos que lamentar ningún incidente.
Pero en estas campañas, mi hermano Ignacio introdujo un número insólito, original y divertido. Contrató como oradores a los “kurriños”[2], por él fabricados y por él movidos. Y a esos personajes, con voz atiplada y “kurriñesca”, les hacía decir chistes jocosos y las mayores críticas contra el sistema vigente, que con otra voz no podría pronunciar.
Siempre asistía a las propagandas un delegado gubernativo fiscalizador. El allí presente, aunque ponía cara difícil, algunas veces, no podía aguantar la risa, y no hizo denuncias, pues le parecía ridículo imponer a unos monigotes la “Ley de la Defensa de la República”.
El mayor enemigo de estas propagandas era el regocijo que causaban . Apenas la voz “kurriñesca” empezaba a saludar a la concurrencia, rompían a reir, pero como las risas se sucedían, también las broncas. ¡A callar! –decían algunos airadamente-, y el “kurriño” ordenaba con su voz atiplada: ¡Calma, señores, calma...! Sí, sí..., bueno estaba el público para calmarse, y más, después de la intervención del sesudo personaje. El público estaba formado por quienes querían reir y por quienes querían oir. Hubo vez, que en estas alternativas estuvo en poco en que no llegaran a la agresión. A estas estas “sensatas asambleas” acudían muchos de la Casa del Pueblo con sus pequeños, pero con ellos la alegría fue francamente compartida.
En cierto pueblo, los socialistas organizaron el mismo día que los carlistas un baile con la rifa de un mantón de Manila. Tuvo que suspenderse por falta de público, pues éste, y sobretodo su prole, se habían afiliado a este festivo y nuevo género de propaganda, y no es que el kurriño se mordiera la lengua, pues soltaba frescas muy intencionadas; tanto, que una tarde me dijo un periodista que se reía como el que más. ¡Pobre Ignacio! Ya me lo veo con sus famosos kurriños en Fuerteventura.
Uno de sus mayores éxitos lo tuvo en Artica, pueblo que por estar cerca de la Estación del Norte era bastante ocupado por ferroviarios. Y allí nos dirigimos con “el tinglado de la antigua farsa” en la maleta del auto. Efectivamente. Allí había mucha gente que no era de la nuestra, aunque apartados, con cara de pocos amigos. Ni qué decir tiene, que el local estaba lleno hasta las vigas del techo. Entraron en escena los kurriños y al soltar su primera gracia prorrumpieron también ellos en grandes carcajadas, y aquella sala se convirtió desde aquel momento en una verdadera “Casa del Pueblo” y sus ocupantes unidos, no por el odio, sino por la alegría. Al final de la sesión, merendaron juntos, y cuando llegó la Cruzada algunos se alistaron como voluntarios.
Ya habría quien criticara esta clase de propaganda “desfundamentada”, pero tales tengan bien presente que Don Bosco, el Santo fundador de los Salesianos, cuando quería atraer gente para predicar sus doctrinas, tanto la cristiana como la social, acudía a las propagandas más divertidas en las que él mismo tomaba parte que encajaba muy bien con su carácter festivo. Y no creo que debemos criticar a un santo tan famoso y admirado.”
Antes de despedirme quiero explicarte por qué he comenzado esta entrada con la leyenda de San Miguel "¿Quién como Dios?. ¡Nadie como Dios!". Y es que hoy hemos celebrado San Miguel, el arcangel que da nombre a la iglesia de Leiza y preside su retablo. San Miguel de Aralar es guardian además de Navarra, de Euskalerria y de la unidad católica de España. El nos proteja a todos.
"Mikel, Mikel zaitu Euskalerria", dice la leyenda de esta placa que está en la entrada de Larrea, casa de la familia Baleztena en Leiza |
San Miguel de Aralar pasea por Leiza escoltado por requetés con el pueblo detrás |
Otra foto de San Miguel escoltado por requetés en Leiza |
Y sin más en las próximas entradas si Dios quiere seguiré contando las aventuras y desventuras del aitacho en estos años.
[1]Funciones del teatro de marionetas manejadas con los dedos de las manos, como si fueran guantes.
[2] Marionetas que se manejan directamente con los dedos en vez de con hilos
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