Premín de Iruña

IGNACIO BALEZTENA ASCÁRATE "PREMÍN DE IRUÑA" (PAMPLONA 1887-1972): SU PERSONA, SU VIDA Y SU OBRA

sábado, 25 de junio de 2011

El Corpus y los gigantes

Sea Bendito y Alabado el Sacramento del Altar
Querido lector, el aitacho era un gran adorador de la Eucaristía. En la piedra principal de la casa de Petrorena, la casa familiar de Leiza está inscrita la leyenda "Sea Bendito y Alabado el Sacramento del Altar" 

Sea Bendito y Alabado el Sacramento del Altar. Leyenda de la piedra principal de Petrorena

Por eso escribió abundantemente sobre la festividad que mañana celebraremos con todo boato, con una preciosa procesión del Corpus en Pamplona, en Leiza y en tantos pueblos de Navarra y de todo el mundo. Pero vamos a ver que escribió Ignacio Baleztena en 1949 al respecto:

El Santísimo en la Procesión del Corpus en Leiza, escoltado por las banderas de Navarra y Leiza al son del chistu.
"La fiesta del Santísimo Sacramento del Altar, o de la Eucaristía, la más grande, la más augusta, la más pomposa de las fiestas de la Iglesia, carecía, sin embargo, de un día determinado dedicado a su exaltación y culto; hasta que la Divina Providencia, a principios del siglo XIV, inspiró a su Iglesia la idea de aumentar y extender esta solemnidad, y por medio de una fiesta especial y su octava.

            Veamos la historia de esta institución. Leemos en el “Año Cristiano”, que “la bienaventurada Juliana, Priora de Monte-Cornillón, cerca de Lieja, fue el instrumento de que se valió Dios para poner los primeros cimientos de esta nueva solemnidad”.

            Esta doncella que nació en un pueblecito de Bélgica, cerca de Lieja, en el año 1193, tomó el hábito en las religiosas que cuidaban el hospital de Monte Cornillón, y se distinguió desde un principio por su gran devoción al Santísimo Sacramento. De haber estado en su poder todas las riquezas del mundo, hubieran sido escasas para adornar los altares en honor del Divino Sacramento.

            En uno de los muchísimos momentos que se hallaba en oración ante el altar, tuvo una visión que causó profunda extrañeza. Vió a la luna en pleno, pero con una brecha o agujero. No pudiendo comprender el significado de esta visión creyó que se trataba de alguna añagaza del demonio para distraerla en sus meditaciones; así es que pidió fervorosamente a Dios Nuestro Señor le librara de esta preocupación, pero a pesar de las oraciones y penitencias a que se entregó, volvió la luna a aparecérsele de la misma forma y manera.

            Finalmente, Dios le dio a entender, que la luna simbolizaba a la iglesia, y el agujero o brecha, significaba la falta que en Ella había de una fiesta especial y solemne del Santísimo Sacramento, para perfección y disciplina de la misma.

            Al llegar, en 1230, a ser Priora de la casa de Monte-Cornillón, creyó que era llegado el momento de trabajar por que la revelación llegase a ser una realidad; y comunicó a un santo canónigo de San Martín de Lieja sus visiones y aspiración, el cual poniéndose en comunicación con las autoridades de la iglesia de Lieja, consiguió que todos aprobaran con entusiasmo una idea tan conforme con el espíritu de la Iglesia. Entre todos, se distinguió por su entusiasmo el Arcediano de la Iglesia de Lieja llamado Jacobo Pantaleón de Troyes, que después fue obispo de Verdún, Patriarca de Jerusalén y finalmente, Papa, bajo el nombre de Urbano IV. Pronto tuvo la bienaventurada Juliana el consuelo de ver establecida la fiesta del Sacramento en toda la diócesis de Lieja, mediante un edicto u ordenanza del Obispo Roberno, en 1246. Pero hasta el año 1262, no llegó a ser esta solemnidad una de las más grandes fiestas de todo el orbe católico.

            Cuando el citado Arcediano de la iglesia de Lieja llegó a ocupar la cátedra de San Pedro, tomando el nombre de Urbano IV, pensó ya en hacerla fiesta de precepto. Un gran prodigio acaecido en Bolsena, Diócesis de Orbieto, determinó al Papa a expedir una Bula para que en toda la iglesia se celebrase semejante fiesta con la mayor solemnidad posible.

            Este prodigio fue un Corporal que quedó ensangrentado con la Divina Sangre de Jesucristo, por haber caído en él algunas gotas del Cáliz, en un descuido del sacerdote que celebraba el santo sacrificio de la Misa. A raiz de este prodigio, el Papa, en 1262, estableció la Fiesta de la Eucaristía, por una Bula que empieza con estas palabras: “Transiturus de hoc mundo ad Patrem Salvator noster Dominus Iesus Christus”.

            Sin embargo la solemne procesión del jueves del Corpus Christi no se llegó a celebrar hasta el pontificado del papa Juan XXII, en 1316.
           
En España pronto adquirió la nueva solemnidad profundas raíces, siendo la ciudad de Barcelona la primera en celebrarla, el año 1919. No están conformes con esta afirmación los de Gerona, que sostienen que antes de la proclamación de la fiesta, ya se celebraba en su ciudad con gran aparato y solemnidad.

            El concienzudo padre maestro de La Canal, continuador de la España Sagrada, refiere que, “en la procesión del Corpus, fiesta introducida en Gerona por Berenguer de Palaciolo que murió en 1314, al llegar la procesión a la plaza de San Pedro y a la del Vino, los beneficiados de la Catedral representaban el “Sacrificio de Isaac”, la “Venta y sueño del Patriarca José” y otros asuntos de la Escritura”.

            Brindo esta idea a nuestros honorables beneficiados, augurándoles, desde luego, un éxito sin precedentes si la llevan a la práctica.

            En mi modesto archivo poseo multitud de interesantes datos de la celebración de las procesiones del Corpus en Valencia, Granada, Toledo, Burgos, Zaragoza, etc. etc., y en todas ellas se ven figurar carros o pasos en los que se representaban escenas eucarísticas, y que iban precedidas de comparsas de danzantes, gigantes y enanos o cabezudos, y de la terrible Tarasca o Dragón, que arrojaba fuego por boca y narices durante todo el trayecto.

            N. Magan, describiendo en el “Semanario Pintoresco” la procesión de Toledo en 1841, dice: “Antes acompañaban esta procesión varias monstruosas figuras, todo representando alegorías. Las que se conservan en la actualidad en esta iglesia y sólo sirven para que las vean los curiosos, son unas figuras colosales representando las cuatro partes del mundo (Oceanía no tomó la alternativa de parte del mundo hasta más tarde), ofreciendo al Rey Supremo sus producciones respectivas. De Granada nos dicen que “Abren la marcha los alguacilillos, timbaleros, carrozas y pajes a caballo con el escudo de la Ciudad; los cabezudos, enanos, que acosan a los muchachos y mocitas a botijazos, abren paso a los gigantes con reyes moros y a la terrorífica Tarasca, un dragón que arroja fuego llevando sobre sus lomos un maniquí de mujer que viste el traje con las exigencias de la moda para el año”.

            La Tarasca y gigantes de Murcia, costaron solamente al sacarlos en 1637, setecientos reales. Y así por el estilo, vemos relaciones de casi todas las poblaciones españolas.

            Carlos III de Borbón, de quien hemos de confesar con todo el respeto debido a su regia memoria, que era un tanto entrometido, no sólo en las cuestiones de indumentaria sino también en las eclesiásticas, dio en 10 de julio de 1780, una Real Orden mandando que… “en ninguna iglesia de estos reinos, sea catedral, parroquial o regular haya en adelante danzas y gigantones, y cese del todo esa práctica en procesiones y demás funciones eclesiásticas, como poco conformes a la gravedad y decoro que en ellas se requiere”.

            Sin embargo, aún se conserva en muchas ciudades la práctica de las danzas y gigantes, pero en la mayoría de ellas, tal como en Pamplona, se usan como festejos profanos.

            En Bélgica, cuna de la fiesta del Santísimo Sacramento, también existe la costumbre de sacar gigantes en sus fiestas profanas y religiosas. Los españoles sostienen que fueron ellos los que introdujeron durante su dominación esta costumbre, pero los Valones del sur de Bélgica y norte de Francia aseguran que antes de que España dominase en nombre del rey aquellas tierras ya se usaban en ellas la práctica de tal festejo.

            Son famosos lo gigantes de Bruselas, Douai, Dunquerque, Lille, Ath, Mons, y sobre todo los de Donai.

            De la afición que los habitantes de esta ciudad tienen a su famoso gigante Gayant, se cuenta la siguiente anécdota:

            Durante la Guerra de Sucesión de Austria, una compañía de soldados de Donai desertó en vísperas de una batalla. Sorprendido el general de este caso, tan contrario a la fama de bravos que disfrutaban aquellos soldados, preguntó la causa a su coronel Fraude, quien, sin impresionarse lo más mínimo por la noticia, se contentó con responder.

            -¡Bah! Hoy es la fiesta del gigante Gayant, y sus hijos han ido a verle bailar; pero son fieles a su rey y a su deber y volverán. Yo os lo aseguro.

            Volvieron, en efecto, y su comportamiento fue verdaderamente heroico.

            Continuaremos con este “gigantesco” tema en lo que a Pamplona se refiere, dando datos de la fiesta y procesión del Corpus, así como de la historia de sus regocijados gigantones, en otra ocasión."
Tiburcio de Okabío. Iruñería. Diario de Navarra. 5-6-1949

El aitacho, para variar, de nuevo junta varios temas de su gusto. En este caso el Corpus y los gigantes.  Ahora comprendemos porque en casi todas las procesiones de nuestra vieja Iruña salen los primeros los gigantes y cabezudos. En la del Corpus esto no ocurre, pero desde hace unos años si que la preceden los danzantes de San Lorenzo con sus músicas y bailes. Se ve con que alegría vivía  mi padre su Fé, y que partidario era de celebrarlo todo con grandes festejos. Menuda gigantada estará montando en el Cielo para honrar al Santísimo Sacramento. En próximas entradas, si Dios quiere, "caerán" muchos temas variados, sociales, políticos culturales y sanfermineros. Mientras tanto nos vemos el en la procesión del Corpus de Pamplona. No Le falles.


Procesión del Corpus en Pamplona


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