Querido lector, llegaba el otoño de 1937, y de
nuevo el aitacho volvía del Frente de Madrid a Pamplona, esta vez para asistir
al Homenaje a las Brigadas Navarras. Con este motivo, Pamplona se convertía en
un hervidero, y otra vez Casa Baleztena vivía acontecimientos históricos. Había
que organizarlo bien, porque por un lado la ocasión merecía un recibimiento
entusiasta y por otro, la presencia de Franco no era bien vista por el aitacho
y la familia. Tengamos en cuenta que recientemente, en Abril, Franco había
promulgado el Decreto de Unificación, por el cual se disolvían todos los
partidos, incluida la Comunión Tradicionalista Carlista para integrarse en un
nuevo ente llamado FET y de las JONS (Falange Española Tradicionalista y de las
Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Esto se vivió en mi familia y en la
mayoría del pueblo carlista como una traición al esfuerzo que estaban
realizando los miles de voluntarios requetés y un ataque directo al carlismo
que quedaba desarbolado e integrado en una organización ajena.
Por eso, para la ocasión, se
dieron instrucciones muy claras a todos los asistentes al homenaje desde Casa
Baleztena: ante los combatientes no carlistas no escatimar aplausos por su
valentía, ante Franco silencio total y cuando pasaran los requetés apoteosis y
ramos de laurel. No hacía falta ni
recordar que en Casa Baleztena no se permitía ni un solo brazo en alto. Nos
cuenta ese día de nuevo en sus memorias tía Lola (Dolores Baleztena, hermana de
Ignacio)
En el Homenaje a las Brigadas Navarras, al fondo en los balcones de Casa Baleztena se observa la indiferencia y frialdad en los gestos al paso del Generalísimo. |
“ Las Brigadas Navarras llegaron
a Pamplona el 29 de octubre de 1937, … Nuestra casa, situada en el Paseo de
Sarasate, esquina de la Plaza del Castillo, “nos la requisamos” para las
margaritas del Alfonso Carlos, que debían de ocuparla vestidas con sus
uniformes de capa azul, en la que destacaba la Cruz Sangrante de San Andrés, y
boina roja[1].
Ocupaban todas la fachada principal con sus veinte balcones, y como nuestra
casa es siempre invadida por las gentes - aunque no nos conozcan - los días de
grandes acontecimientos, que ellas ocuparan, si podían, los balcones de la
Plaza del Castillo, y el entresuelo se reservó para los familiares. Aparecieron
en los balcones sosteniendo en sus manos grandes ramos de laurel.... cuando llegaron los nuestros,
nuestros Tercios de Requetés, el entusiasmo rompió los diques y se desbordó en
cataratas; y si siempre se ha dicho que los voluntarios carlistas tenían un
garbo y gracia especial para desfilar, en esta memorable ocasión aumentaron la
fama.
Por el contrario los balcones de Casa Baleztena, rebosantes de margaritas (mujeres carlistas), se desbordaron de entusiasmo al paso de los tercios de requetés |
Este aspecto presentaba Casa Baleztena en una Pamplona desbordada para homenajear a las Brigadas Navarras en 1937 |
…
Al frente de cada Tercio, que eran: Lácar, Navarra,
Montejurra, San Miguel, más otros que no recuerdo esactamente, avanzaba la Cruz
de Campaña, que recibió la última mirada de los muchos que en el combate
sucumbieron, y tras El, las banderas rotas, descoloridas por las lluvias y
rayos del sol. ..
Y terminó aquella memorable e inolvidable jornada, y a
los combatientes se les brindó el alojamiento. Como era de esperar, la
presencia de tanta juventud en Pamplona puso una animación extraordinaria;
venían amigos y familiares a ver a los suyos; en las casas se les agasajaba con
verdadero cariño; en la nuestra, particularmente, que los seis “oficialmente”
alojados se multiplicaron por “dos” y quizás más, ya que invitaban a sus amigos
a gozar de la relativa comodidad de tan apretado concurso, pero eran tan
agradecidos y ponían tanta alegría, que bien podemos decir que nosotros éramos
los agradecidos por todo el encanto que pusieron con su presencia.”
Bajo Casa Baleztena, junto a la Diputación, la población de Pamplona abarrotó el recorrido del homenaje a las Brigadas Navarras. |
Pero el aitacho no se
podía quedar “solo” con el homenaje oficial y decidió organizar uno más
familiar, para los requetés. Así nos lo sigue contando tía Lola:
“La animación que las Brigadas de Navarra pusieron en las
calles de Pamplona y en todos los pueblos tocaba a su fin. ¡Y qué pronto se
nota cuando viene a cortar una época de felicidad! En casa, los requetés que
estuvieron alojados, amén de algunos que se agregaron, fueron obsequiados con
una comida especial presidida por mi hermano Ignacio, que también estaba en
campaña por otro frente”.
Y enseguida, en Noviembre, volvían a repetirse los
acontecimientos. En esta ocasión con motivo de haber ganado Navarra por su
generosidad en estos difíciles momentos la máxima condecoración que se puede
lograr: La Cruz Laureada de San Fernando. Como decía el aitacho, Navarra ganó
la Laureada pese a Franco (que no simpatizaba precisamente con los carlistas),
no gracias a Franco. Las instrucciones eran las mismas. Aplausos a los voluntarios combatientes y silencio total frente a Franco.
Nos lo cuenta tía Lola:
“El 9 de noviembre, vino el Generalísimo Franco a imponer al escudo de
Navarra la Laureada de San Fernando, premiando así el heroísmo de todos y cada
uno de los navarros.
Nuevamente
se vio la casa invadida por gentes venidas de todas partes; todas las clases
sociales se atropellaban y confundían en balcones y escaleras. A ejemplo de
nuestros alojados, también la familia hubo de multiplicar sus camas. Una
madrugada, al volver mi hermana Angeles de la Adoración Nocturna, encontró la
suya ocupada por dos requetés. Ya no sabíamos ni quien entraba ni quien salía.
Imperaba el derecho de asilo. Al día siguiente de la nueva invasión, volvimos a
ordenarlo y limpiarlo todo. Entre la “laureada” y la “Laureada” el solar de
nuestros mayores había sido hollado como un campo de batalla. ¿Qué nuevo ataque
le tocará sufrir? –nos preguntábamos al regresar a Leiza para descansar unos
días de aquellas jornadas agotadoras.”
El Paseo de Sarasate abarrotado en 1937 para celebrar la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando a Navarra. |
Y efectivamente en breve un nuevo embate afectaría a Pamplona y también
a Casa Baleztena y sus habitantes como veremos en la próxima entrada si Dios
quiere.
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