Querido lector, en estas fechas toca ya introducir entradas sanfermineras, y qué mejor manera que empalmar con el punto donde dejábamos la biografía del aitacho, que era precisamente con el la llegada de la tan ansiada paz. ¿Cómo se vivieron los sanfermines de 1939, los primeros sin guerra?. Nos lo cuenta de nuevo tía Lola:
"En estos históricos Sanfermines todos derraman raudales de alegría. El de este año, fue más bullicioso que nunca, ya que del gozo sanferminero, los navarros se habían visto privados varios años, aunque en el frente, entre fuegos, y no artificiales, y entre las dianas del campamento, que tampoco eran para llamarles a la alegría, solían celebrarlas de manera sumamente original.
En las del año 1939, hubo un número internacional e imprevisto que corrió a cargo de los requetés rusos encuadrados en el tercio aragonés "Doña María de Molina". Y por cierto, uno de ellos, el Varón Wolfal, que ya antes he nombrado, llevó el guión de mando en el desfile de la victoria.
Cayeron en Pamplona en aquellos días y traían el proyecto de organizar unos conciertos por varios lugares de España, empezando por Pamplona, a beneficio de los niños huérfanos de la guerra. La idea era muy hermosa, y el concierto se fijó para después de las fiestas, cuando se hubiera cantado, ya, el "Pobre de mí". Y se quedaron felices para disfrutar de ellas. Y como los rusos son excelentes bailarines, ágilmente bailaron en las "cuadrillas", alborotaron en el tendido de sol, se montaron en los caballicos como los mejores cosacos de Kazan, se tiraron por el patín… Total, que cumplieron con todo el programa extraoficial que los "festarles" se pagan de sus bolsillos. No olvidaban por ello los ensayos del concierto. Las margaritas los habían alojado en el colegio de los Maristas, y los ensayos en el antiguo orfeón.
Los requetés rusos del Tercio de Dña. María de Molina ya durante la guerra realizaban sus particulares bailes, como se ve en la foto |
Llegó el día de la representación. El Teatro Gayare presentaba el aspecto de sus mejores galas. Al levantarse el telón, en el escenario aparecieron los rusos formados, con sus uniformes de requetés destacándose sobre la cruz de San Andrés el escapulario del Sagrado Corazón. Y a los entusiastas aplausos respondieron muy erguidos con el saludo militar. Dos de ellos enarbolaban las banderas del requeté y de la Rusia Imperial. Cantaron piezas muy hermosas maravillosamente como los rusos saben hacerlo. Y para final, un popurrí que terminaba con el "Uno de enero, dos de febrero…, y atacaron con brío la popular canción del Requeté:
Navarra, noble y guerrera fue la primera
en defender nuestra Nación.
Su sangre, su vida entera
dará gozosa por la Santa Religión.
A las armas voluntarios,
a las armas a luchar por nuestra fe.
Moriremos defendiendo la bandera
de Dios, Fueros, Patria y Rey.
No llores, madre no llores
porque a la guerra tus hijos van.
Qué importa que el cuerpo muera
si luego el alma triunfará en la eternidad.
El público sorprendido y entusiasmado rompió en frenéticos aplausos y a más de uno se les caían las lágrimas que ellos recibían sonrientes.
Y para final, la apoteosis: la orquesta interpretó el himno imperial ruso. Ante esta sorpresa, todos ellos se cuadraron haciendo el saludo militar, mientras las banderas del requeté y la del imperio de los zares ondeaban sobre sus cabezas. Fue delirante, inesperado y sobre todo, sumamente original.
En fin, nuestros mozos navarros derramaron con alegría toda la que tenían acumulada durante los años de ausencia y corrían, como locos, en el encierro citando a los toros con sus boinas rojas. Y los requetés rusos, que vinieron a España a combatir la revolución que les desterró de su patria, lucieron en los sanfermines sus mayores habilidades: la danza extraordinaria en gracia y agilidad y sus inimitables cantos a los que acompañan con los registros de sus voces. Verdaderamente maravilloso. Y fueron recibidos con verdadero cariño fraternal, y muy obsequiados en todas partes.
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Uno de estos rusos pasó unos días en nuestra casa. Era simpático, de un trato exquisito, y dicho sea de paso, muy guapo. Cantaba canciones de Rusia acompañándose con su balalaica. En la mañana del domingo cantaba una preciosa melodía. Cuando le preguntamos qué canto era aquel, nos dijo: Hoy es domingo y cantaba el Oficio Religioso. El era cismático, pero daba ejemplo a otros."
Naturalmente el aitacho estaba metido en todo este lío, organizandolo y disfrutando de estos sanfermines de una manera especial. Que no habría gozado de su querida marcha a vísperas con el riau riau, acompañando a San Fermín en la procesión, cuánto habría bailado los gigantes, corrido el encierro, saltado, acompañado a los del Muthiko con los que había luchado codo con codo, lanzando "cuetes y echafuegos", con los zezenzuskos... en resumen sus queridas mezetas. De esta época conserva el diploma de agardecimiento en el que le concedieron la insgnia imperial rusa precisamente ese 9 de Julio de 1939. No es raro dada la buena acogida que dieron a los ya conocidos requetés rusos en las casas de Pamplona y Leiza. (para ver esto pinchar aquí y sobre todo aquí)
Concesión de la Insignia Imperial Rusa a Ignacio Baleztena |
Detalle del diploma |
Él decía en una entrevista periodística, muy posterior a este año, que fue el último que corrió el encierro, pero realmente debía referirse a correrlo en plenas facultades, porque, a veces a escondidas de su mujer Carmen -la mamita- yo le he visto correrlo bastante más mayor.
Y ya metidos en harina presanferminera en la próxima entrada podrás leer la auténtica, desconocida e increíble historia de los gigantes de Pamplona, concretamente los "reyes europeos", narrada por el único que la sabía de buena tinta... adivina quién pudo escribir lo que verás en breve si Dios quiere, y seguro que nunca has leído.
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