Querido lector, como ya anunciábamos en la anterior entrada, nos plantamos en los sanfermines de 1936, solo días antes del comienzo
de la guerra. El aitacho preparaba sus queridas fiestas con el Muthiko Alaiak, peña fundada por él, y a la vez estaba pendiente de las órdenes de D. Alfonso
Carlos, rey carlista en el exilio, respecto a un posible alzamiento popular
frente a la deriva de la república que avanzaba cada vez más deprisa mediante
la revolución hacia la “dictadura del proletariado”.
Y
efectivamente, según puede leerse en el blog del Hotel La Perla, mi padre
estaba preparando a tope, como era habitual en él, los sanfermines: “El día 5, y
por iniciativa de don Ignacio Baleztena, se inauguró en los locales del Comité
de Turismo (Pº de Sarasate) una exposición con los cartelones de las alegres
cuadrillas que han de actuar durante las fiestas de San Fermín. Fue la
primera exposición de las pancartas de las peñas.”
Cartel de San Fermín de 1936 |
También la tía Lola, hermana
del aitacho, nos dejo en sus inéditas memorias escrito cómo se vivieron estos
sanfermines:
“A pesar del mal tiempo y de las pésimas noticias que de fuera nos
llegaban, la animación era grande. Tres “peñas” alegraban las calles: una
integrada por los de la Casa del Pueblo, dos, por los
carlistas; los Muthikos[1]
cantaban un himno que terminaba:
“Gritaremos todos juntos
¡Viva el Rey!”
y cada
vez que estentóreamente lo proclamaban, nos llenábamos de terror pensando que
de un momento a otro se armaría camorra. Pero San Fermín, que libra a los
mocicos de las astas del toro, les libró también de las embestidas de los
enemigos.
"Imprenta y cartonajes Gurrea", de mi suegro Francisco Gurrea, fue la única que ese año editó un "programa comercial", según el blog del Hotel La Perla |
- ¿Cuándo nos echamos al monte? – esta pregunta era típicamente
carlista -.
Los de la peña del Muthiko iban cantando:
“Las fiestas están alegres
y las chicas guapas son,
mas yo me voy, pues me llama
Alfonso Carlos de Borbón”.
El General Mola, paseaba tranquilo por las calles y no perdía corrida,
pero sus enlaces tanteaban el terreno.
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