Páginas

jueves, 29 de septiembre de 2011

Ignacio Baleztena y los kurriños

Nor Jaungoikoa bezala?
Iñor Jaungoikoa bezala!

Querido lector, el aitacho una vez instaurada la II república y tras ver el curso que iban tomando los acontecimientos, se dedicó de lleno a la polí­tica oponiéndose a ella y dando mítines por los pueblos con el original sistema de los kurriños[1], eludiendo así la censura impuesta en mate­ria po­lítica. Así, él que era un gran “kurriñozale”, según sus propias palabras, comenzó a “mitinear” con este original sistema que nos cuenta su hermana la tía Lola:  

“Por los pueblos de las zendeas, por la Ribera y por la Montaña nos paseábamos animosamente, siempre muy bien recibidas, con gran entusiasmo y cariño, y con resultados muy provechosos. No tuvimos que lamentar ningún incidente.

            Pero en estas campañas, mi hermano Ignacio introdujo un número insólito, original y divertido. Contrató como oradores a los “kurriños”[2], por él fabricados y por él movidos. Y a esos personajes, con voz atiplada y “kurriñesca”, les hacía decir chistes jocosos y las mayores críticas contra el sistema vigente, que con otra voz no podría pronunciar.

            Siempre asistía a las propagandas un delegado gubernativo fiscalizador. El allí presente, aunque ponía cara difícil, algunas veces, no podía aguantar la risa, y no hizo denuncias, pues le parecía ridículo imponer a unos monigotes la “Ley de la Defensa de la República”.

            El mayor enemigo de estas propagandas era el regocijo que causaban . Apenas la voz “kurriñesca” empezaba a saludar a la concurrencia, rompían a reir, pero como las risas se sucedían, también las broncas. ¡A callar! –decían algunos airadamente-, y el “kurriño” ordenaba con su voz atiplada: ¡Calma, señores, calma...! Sí, sí..., bueno estaba el público para calmarse, y más, después de la intervención del sesudo personaje. El público estaba formado por quienes querían reir y por quienes querían oir. Hubo vez, que en estas alternativas estuvo en poco en que no llegaran a la agresión. A estas estas “sensatas asambleas” acudían muchos de la Casa del Pueblo con sus pequeños, pero con ellos la alegría fue francamente compartida.

            En cierto pueblo, los socialistas organizaron el mismo día que los carlistas un baile con la rifa de un mantón de Manila. Tuvo que suspenderse por falta de público, pues éste, y sobretodo su prole, se habían afiliado a este festivo y nuevo género de propaganda, y no es que el kurriño se mordiera la lengua, pues soltaba frescas muy intencionadas; tanto, que una tarde me dijo un periodista que se reía como el que más. ¡Pobre Ignacio! Ya me lo veo con sus famosos kurriños en Fuerteventura.

            Uno de sus mayores éxitos lo tuvo en Artica, pueblo que por estar cerca de la Estación del Norte era bastante ocupado por ferroviarios. Y allí nos dirigimos con “el tinglado de la antigua farsa” en la maleta del auto. Efectivamente. Allí había mucha gente que no era de la nuestra, aunque apartados, con cara de pocos amigos. Ni qué decir tiene, que el local estaba lleno hasta las vigas del techo. Entraron en escena los kurriños y al soltar su primera gracia prorrumpieron también ellos en grandes carcajadas, y aquella sala se convirtió desde aquel momento en una verdadera “Casa del Pueblo” y sus ocupantes unidos, no por el odio, sino por la alegría. Al final de la sesión, merendaron juntos, y cuando llegó la Cruzada algunos se alistaron como voluntarios.

            Ya habría quien criticara esta clase de propaganda “desfundamentada”, pero tales tengan bien presente que Don Bosco, el Santo fundador de los Salesianos, cuando quería atraer gente para predicar sus doctrinas, tanto la cristiana como la social, acudía a las propagandas más divertidas en las que él mismo tomaba parte que encajaba muy bien con su carácter festivo. Y no creo que debemos criticar a un santo tan famoso y admirado.”

Antes de despedirme quiero explicarte por qué he comenzado esta entrada con la leyenda de San Miguel "¿Quién como Dios?. ¡Nadie como Dios!". Y es que hoy hemos celebrado San Miguel, el arcangel que da nombre a la iglesia de Leiza y preside su retablo. San Miguel  de Aralar es guardian además de Navarra, de Euskalerria y de la unidad católica de España. El nos proteja a todos.

"Mikel, Mikel zaitu Euskalerria", dice la leyenda de esta placa que está en la entrada de Larrea, casa de la familia Baleztena en Leiza
San Miguel de Aralar pasea por Leiza escoltado por requetés con el pueblo detrás
Otra foto de San Miguel escoltado por requetés en Leiza
Y sin más en las próximas entradas si Dios quiere seguiré contando las aventuras y desventuras del aitacho en estos años.


[1]Funciones del teatro de marionetas manejadas con los dedos de las manos, como si fueran guantes.
[2] Marionetas que se manejan directamente con los dedos en vez de con hilos

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Defendiendo iglesias y conventos

Querido lector, al inicio de la República la actitud del aitacho era un poco expectante; a ver como transcurrían los acontecimientos. Como hemos visto en una entrada anterior, en un mes se pudo ver por dónde iba la cosa con el comienzo de la violenta persecución religiosa. 

Petrorena, casa de la familia Baleztena en Leiza, fue testigo de muchos acontecimeientos en los convulsos años de la II república y la guerra civil

Ante esta situación, en Petrorena, la casa familiar de Leiza, el tío Joaquín (Joaquín Baleztena, jefe de la Junta Regional Carlista de Navarra) convocó una reunión con representantes de varias provincias a la que asistió, obviamente, mi padre Ignacio Baleztena, también miembro de la Junta Regional. De este acontecimiento se hace eco Antonio Lizarza en sus “Memorias de una conspiración”. Hubo intervenciones y discursos. Desde uno de los balcones de la casa Antonio Pagoaga arengó a los concentrados. Como el motivo de la convocatoria era valorar la actitud a tomar ante la ola de quema de iglesias y conventos, al término de la misma se decidió organizar grupos de jóvenes, denominados decurias por estar compuestos por diez personas, que se turnarían para vigilar y proteger edificios religiosos, círculos y la sede del Pensamiento Navarro. Los acontecimientos serían los que decidirían si era necesario seguir con esos grupos o dejarlos morir por inactividad. 

Joaquín e Ignacio Baleztena estaban muy unidos. En la foto están cazando en las cercanías de Leiza (Joaquín era muy aficionado, Ignacio sospecho que solo llevaba la escopeta para la foto). Precisamente ahora, cuando escribo esto (Septiembre y Octubre) estamos en época de "pasa", y muchos leizarras suben a los puestos aunque ya no entran las palomas como antes.
 La propuesta se concretó posteriormente en el Círculo Jaimista (carlista) de Pamplona como nos cuenta la tía Lola Baleztena en su inédito libro “Memorias de una chófer”:

Para que Pamplona no se viera envuelta en aquella vergonzosa y sacrílega quema, se organizó en el Círculo Jaimista una defensa. Grupos de muchachos, obreros en su mayoría, repartidos por porterías de conventos y sacristías de iglesias velaban por las noches. A los Jaimistas se unieron también los nacionalistas.

Con objeto de reforzar en caso de apuro esas defensas, llevé a mi hermano Ignacio, organizador de ellas, a Villava, pueblo bravo y leal entre los más. Los de allí se comprometieron a subir a Pamplona si veían en la torre de la catedral encender una luz roja, y el anuncio general sería los toques de la “María”, la campana mayor, muy sonora. En Villava quedaría un retén para la defensa del pueblo.

Fue muy emotivo un episodio ocurrido allí. Vigilaba un grupo de muchachos el convento de las Madres Redentoristas. Las religiosas, a altas horas de la noche, estando en coro, oyeron voces quedas y pasos sospechosos a rededor de las tapias del convento, pero observadoras del “gran silencio” guardaron para sí sus temores y siguieron rezando el Oficio. De pronto, al entonar un himno eucarístico, con gran alivio y dulce consuelo, pudieron escuchar cómo desde fuera se elevaban unas voces, que uniéndose a las suyas, cantaban las alabanzas del Señor. Eran los carlistas, socios de la Adoración Nocturna, que estaban velándolas.

En aquellos tristes y agitados días, mi sobrina Santita con su auto y yo con el de casa sacamos a religiosas ancianas de sus conventos por lo que pudiera ocurrir. Ello nos dio ocasión para presenciar escenas tiernas y desgarradoras. Se nos permitió, en alguna ocasión, franquear las puertas de la clausura en virtud de los extraordinarios acontecimientos.

Tras la puerta llamada del “Entrático”, veíamos a toda la comunidad reunida. ¡Con qué amor se daban el adiós de despedida!. La Madre Superiora bendecía a las que abandonaban el santo retiro, y ellas se arrodillaban llorando para recibir la última bendición. Y las pobres religiosas, desposeídas del hábito asustadas, derrotadas y lamentablemente vestidas, volvían a pisar el mundo que un día, en arranque de sublime inmolación, para siempre abandonaron.

¿Por qué aquella saña contra seres tan buenos, inocentes e indefensos?.

El malestar iba en aumento. Las propiedades asaltadas, las gentes de orden perseguidas, llegando algunas veces a registrarse asesinatos de patronos y propietarios. Lo dicho: proclama el hombre sus derechos, y sin el freno de la religión, ante nada se detienen.”

Y en medio de este ambiente al aitacho se le ocurrió un ingenioso sistema de combatirlo venciendo la censura republicana mediante… lo que te contaré en la próxima entrada si Dios quiere.

martes, 27 de septiembre de 2011

A vueltas con el Estatuto

Querido lector, en la anterior entrada veíamos cómo la llegada de la II república trajo a España una ola de anticatolicismo que provocó que carlistas y nacionalistas salvaran sus distancias en otros aspectos y se unieran en Pamplona para defender las iglesias y conventos de la furia incendiaria. Pues bien, en este ambiente se encuadra la entrada de hoy, ya que la nueva gestora que sustituyó a la Diputación Foral, en mayo de 1931, precisamente cuando ardían iglesias y conventos, incluyó al aitacho en una Comisión para estudiar el régimen autonómico deseable para Navarra.

Dicha comisión (en Junio de 1931) dictaminó, inicialmente, a favor de un Estatuto vasco-navarro. Esto fue posible gracias a la unión conjunta de nacionalistas, carlistas y liberales, con la intención de impedir el avance del anticatolicismo republicano en Navarra, por medio de un artículo del proyecto de estatuto que reservaba las relaciones con la Santa Sede directamente desde Navarra. Así, decidieron anteponer intereses superiores frente a claras diferencias de concepto. Pero los republicanos de izquierdas tenían muy claro que desterrar a Dios de España era uno de sus principios fundamentales.

En estas estaban cuando se aprobó una nueva Constitución en Diciembre de 1931, que como botón de muestra, entre otras lindezas “en defensa de la libertad”, ordenaba la expulsión de los Jesuitas de España y la prohibición de ejercer la enseñanza a las órdenes religiosas. Para entender la importancia del tema haremos con intención puramente didáctica una similitud, imperfecta como todo acercamiento ficticio, pero muy ilustrativa: salvando las distancias es como si la constitución decretará hoy la expulsión de los Neocatecumenales (quicos) o de los miembros del Opus Dei de España y además cerrará todos los colegios religiosos.

En Diciembre de 1931 se aprobó una constitución laicista
Además, en base a esta nueva “ley de leyes” alegaron que el proyecto del estatuto vasco navarro entraba en conflicto con el 14 de la constitución laicista.

Esto, obligó a una revisión del texto estatutario, y las tornas cambiaron. La división que produjo por la no inclusión del artículo sobre la Santa Sede en el nuevo texto y el hecho de que pudiera ser perjudicial para los fueros. Estos motivos llevaron a los dirigentes de la Comunión Tradicionalista (carlista) a dar libertad de voto. Así, mi padre, que inicialmente apoyó el estatuto por las razones antes esgrimidas, cuando desapareció la ventaja superior, que era conseguir salvar Navarra de la política anticatólica y defender los fueros, intentó recuperar el texto inicial. Pero en vista de que no había vuelta atrás y del rumbo cada vez más separatista y dañino para el régimen foral navarro que iba tomando el asunto terminó abandonando el tema.

Independientemente del  trajinado estatuto, siempre trabajó por una unión cultural de los amantes del folklore, lengua y costumbres vascas, pero igualmente, se opuso a una entidad política común si ésta propugnaba la separación de España o no respetaba la peculiaridad Navarra y los fueros.

Pero, en este 1931, ocurrieron muchas cosas en las que se vio involucrado mi padre que iremos desgranando en las próximas entradas, si Dios quiere.

lunes, 26 de septiembre de 2011

La quema de iglesias en Mayo de 1931


Querido lector, como ya anunciaba en la última entrada llega el momento de comenzar el curso retomando la biografía del aitacho.

Para entender lo que viene a continuación tenemos que ver de la mano de la tía Lola, hermana de Ignacio, lo que supuso la llegada de la II república, tema que ya introduje anteriormente. Por eso continuamos con las “Memorias de una Margarita” de Dolores Baleztena:
            “Triunfó la conjunción republicano-socialista, y aunque vivió sus primeros días en la euforia que el triunfo proporciona, bien pronto se quitó el guante blanco del relativo orden para enseñar la mano opresora con el puño en alto amenazador y presentar la factura de exigencias, y esa factura estaba firmada con sangre y fuego. La república había triunfado en España sin republicanos, ayudada por los socialistas. En nuestros Círculos[1] se dio la voz de alerta y como era de esperar a esa llamada no se hicieron sordas las margaritas.
….
No se había cumplido más de un mes de la proclamación de “la Pepa”, cuando furia satánica se desencadenó por España: ardieron en Madrid las iglesias y conventos ante el estupor de las gentes y casi, ante la indiferencia. Acudió la tropa, pero no para apagar el incendio y disolver a la gente, sino para acordonarlo. No se libró Málaga de la sacrílega ofensiva que fue mucho mayor que la de Madrid; desaparecieron en las llamas y los asaltos maravillosas esculturas de Salcillo, Montañés y demás escultores de imágenes que tanto abundan, y también, cuadros de los mejores artistas que pueden admirarse en las iglesias y conventos, y sobre todo, en el sur de España. 

Mayo de 1931. Los bomberos apagan sin demasiadas prisas el incendio de una iglesia en Madrid. Foto de "España en Llamas"
Para que  Pamplona no se viera envuelta en tan horrendo sacrilegio, en el círculo se organizaron grupos de jóvenes que por las noches montarían guardia en iglesias y conventos. Y en justicia debo decir, que los nacionalistas de Pamplona se presentaron para actuar si fuera preciso. España “oficialmente” dejó de ser católica. Se quitaron los Crucifijos de los centros docentes, de las oficinas públicas, de los hospitales...”

En relación con mi padre como ya vimos, la llegada de la II república supuso que se formara una nueva gestora en la que Ignacio Baleztena ya dejó de formar parte como Diputado Foral. Pero todavía tuvo un encargo institucional que cumplir, porque precisamente en mayo de 1931, la Gestora de la Diputación lo incluyó en una Comisión para estudiar el régimen autonómico deseable para Navarra. Solo tras la introducción realizada en esta entrada estamos en condiciones de afrontar este tema en los próximos días si Dios quiere.


[1] Se entiende que son Círculos Carlistas.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Ignacio Baleztena archivero


Querido lector, andamos entre fiesta y fiesta, del Privilegio de la Unión a San Fermín chiquito, pasando por la conmemoración de la Coronación de Santa María la Real, mediante la ofrenda del Gobierno de Navarra a la nuestra Reina. Pues bien, en estos ajos estuvo metido el aitacho; Participó en la organización de la Coronación en 1946, pero de eso hablaremos cuando llegue su momento; Respecto a lo primero también tuvo mucho que ver ya que en 1923, con motivo del V Centenario de la Pacificación de los Burgos de Pamplona, gracias al Privilegio de La Unión dado por Carlos III el Noble, Ignacio Baleztena fue de nuevo (que raro) el encargado de programar las actividades de tan memorable fecha. Acti­vidades que incluyeron un número inédito y muy caracte­rís­tico de mi padre, como fue el de convocar a to­dos los pueblos de Navarra que tuvieran gigantes para bailar por las calles de la ciudad en homenaje al Rey Noble. Bailes regionales, rondallas, bandas de música, fuegos ar­tificiales y zezenzuskos completaron el programa festivo de esos días.

Uno de los grandes amores de Ignacio Baleztena, los gigantes, pasan por delante de la casa donde nació y vivió, el pasado 8 de Septirmbre de 2011 con motivo de la celebración del Privilegio de la Unión. Este fin de semana volveran a salir para San Fermín de Aldapa.
Posiblemente penséis que además de estar refitoleando en todas las salsas y atender a su familia, ¿de dónde sacaba tiempo para su trabajo?. Pues no se el secreto, porque el don de la ubicuidad no lo tenía, pero lo cierto es que metía horas a destajo en su gran afición, que se convirtió en su oficio: el Archivo de Navarra, cuya dirección le ofrecieron como regalo de bo­das en 1927 y en agradecimiento de lo mucho que había hecho por Na­varra, pero que no la ejerció, pues nunca le nombraron.
A pe­sar de ello trabajaba la mayor parte del día como simple empleado, investigando los viejos documentos de los que ex­trajo sor­prendentes datos históricos inéditos hasta ese mo­mento. Esta postura de no reclamar lo prometido muestra su carácter.

Tenía gran afición a los archivos y papeles viejos, llegando a convertirse casi en una obsesión. Estos papeles viejos le producían un atractivo desmesurado que le empujaba a recorrer archivos para revisar documentos de todos los tiempos y clases, con lo que enriquecía su ya nutrido "ca­cumen", como él decía con su gracejo característico.

Fue incansable en su labor y en la publicación de tra­bajos periodísticos. Entre sus actividades, aunque algunos no le tomasen en serio, porque siempre fluía el buen humor, destacó en verdad su cualidad de historiador.
Su trabajo era un continuo picotear en los documentos sin sacarles todo su jugo, tomando uno o dos datos para so­bre ellos elaborar un artículo. Esto, y la dificultad que suponía el distinguir en sus escritos la parte histórica y la parte literaria, fruto de su "privilegiado cacumen", que con frecuencia mezclaba sabiamente, daba gato por liebre al erudito avispadillo que se apropiaba indebidamente de sus hallazgos.

Otro de los grandes amores de Ignacio Baleztena: investigar legajos y "papeles viejos" en el Archivo, donde trabajó hasta que la enfermedad le impidió hacerlo
Y ya con esto consideró “inaugurada” la vuelta a la biografía del aitacho. Lo siento porque se que me voy por las ramas y, como de raza le viene al galgo, paso picoteando de un sitio a otro. Pero en atención a ti voy a intentar seguir cierto orden para que puedas sacarle juguillo a todo lo que viene a continuación, con la llegada de la II república… aunque no prometo nada. No obstante a partir de la próxima entrada si Dios quiere atención al blog que irá tomando cada vez más ritmo.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Exaltación de la Santa Cruz


+
Ave Crux
Spes Unica
Querido lector, hoy 14 de Septiembre estamos celebrando la exaltación de la Santa Cruz, una fiesta de especial recuerdo en la vida del aitacho. Durante la II república lucho ardientemente contra la retirada de los crucifijos con la ayuda de la tía Lola (su hermana Dolores) que llegó a sacar de quicio al mismísimo gobernador por la campaña que organizaron con las margaritas capitaneadas por ésta misma, de la que hablaremos más adelante.

Pero además estuvo entre los impulsores de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz tras la guerra como vimos en una entrada anterior.

Reglas y ceremonial de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz
En otro orden de cosas esta es una fiesta importante en Leiza ya que todos los años se celebra una peregrinación con via crucis y posterior misa a la ermita de la Santa Cruz, en el monte que lleva su nombre. Y para celebrar este día aprovecho para introducir unas fotos al respecto.

Volviendo de Santa Cruz (Leiza) tras el vía crucis a principios del siglo XX
Miembros de la familia de Ignacio Baleztena y gente de Leiza ante las cruces de la cumbre en 1914
Biznietos de Ignacio Baleztena en el mismo lugar que sus antepasados. Sigue la devoción y la tradición.

Ermita de la Santa Cruz a la cual peregrinan muchos leizarras en la actualidad tal día como hoy
Santa Cruz de Leiza en la ermita que lleva su nombre.
Cuántos leizarras a través de generaciones habrán rezado y rezan ante esta cruz al persignarse: "Gurutze Santuaren señaleagatik, gure etsaiengandik, zaitu gaitzazu, gure Jaun eta Jaungoikoa". 

Cuántos vía crucis, procesiones y actos se habran organizado hoy por todo España en exaltación de la Santa Cruz. Desde La Laguna en Tenerife hasta Leiza en Navarra. Todos distintos pero unidos por unas mismas raíces.

Y mañana si Dios quiere celebraremos la Virgen de los Dolores, que preside el oratorio de Casa Baleztena.

martes, 13 de septiembre de 2011

Origen de Casa Baleztena y formación de la familia

Querido lector, en anteriores entradas dábamos algunas pinceladas sobre Los Baleztena y los Ascárate, procedentes de Leiza, los primeros, y del Baztán, los segundos. Familas profundamente carlistas que se trasladaron a Pamplona al mejorar su situación económica, como hemos visto anteriormente.

Los Baleztena vivían en una de las casas más antiguas de la Pamplona nueva, en la Calle de San Ignacio, actual Fernández Arenas. Posteriormente, se trasladaron a vivir a Casa Baleztena, el magnífico caserón que se encuentra entre la Plaza del Castillo y el Paseo de Valencia, actual Sarasate. 

Esta es la foto más antigua de Casa Baleztena que he encontrado. Delante tenía unos arbolicos.

Casa Baleztena fue construida entre los años 1832 y 1840 por Martín Mónaco, natural de Saldías y Modesto Jaime, natural de Pamplona. Eran propietarios a partes iguales.
Al finalizar su construcción fueron vendidas las dos partes a Nazario Carriquiri el 23-4-1840 y 4-5-1840 respectivamente. Según tengo entendido éste último residía en Madrid cuando decidió, en 1852, vender la casa a la familia Baleztena que se trasladaron a vivir a la misma. Fue entonces cuando la bisabuela de Ignacio Baleztena hizo construir el oratorio presidido por la Dolorosa.

Oratorio de Casa Baleztena
Tras la guerra carlista los liberales se la expropiaron y los Baleztena tuvieron que irse a vivir, en la misma plaza del Castillo, a una vivienda que estaba enfrente, junto a lo que hoy es el Casino Eslava. Desde allí, veían a los “okupas” de la casa con la impotencia de observar cómo la utilizaban a su antojo sin poder impedirlo. Finalmente, pudieron, tras un tiempo, volver a tomar posesión de la misma.
Mientras tanto, cambiando de tercio, le seguimos la pista a los Ascárate. A Dolores le gustaba un señor elegante con barbas que le daba el agua bendita al ir a misa a San Nicolás. Pero su familia tenía otros planes para ella. Le habían encontrado otro pretendiente, y por más que intentaban convencerle de sus bondades ella se resistía a casarse con otro que no fuera el mencionado caballero de S. Nicolás. No obstante, finalmente, Dolores aceptó. Fue entonces cuando le llevaron a vistas (es decir a conocer a su pretendiente). Llegó el poco deseado momento y cual fue la sorpresa de Dolores que al entrar en el salón donde fueron recibidos se encontró, ni más ni menos, que con su amor platónico, a saber Joaquín Baleztena Muñagorri.
Y felizmente, como en una novela, se casaron Joaquín Baleztena Muñagorri y Dolores Ascárate Echeverría, trasladándose a vivir a Casa Baleztena, donde formaron una familia carlista y feliz, que fue bendecida con nueve hijos entre los que se encontraba el aitacho, Ignacio Baleztena Ascárate.

Y ya que hemos comenzado a comentar historias de Casa Baleztena, esto daría para un blog aparte, una de ellas se remonta a 1912, cuando el Jefe de Estado Alfonso XIII visitó oficialmente Pamplona con motivo de la celebración del aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa, en el cual el aitacho hizo de las suyas. como ya vimos en una entrada anterior. Al llegar al Palacio de la Diputación se encontró que Casa Baleztena, a diferencia del resto, no solo no estaba engalanada, sino cerrada a cal y canto y con los balcones vacíos.
- ¿De quién es esa casa?- preguntó D. Alfonso
- De un carlistón- le contestó su asistente
Diez años después, Ignacio Baleztena, que era diputado foral, fue el encargado de organizar el  III centenario de las canonización de San Francisco Javier y montó una serie de celebraciones de mucho preocupar. Por eso, cuando llegó el brazo y la cruz del santo a la Diputación la casa estaba atestada y engalanados todos los balcones, el principal con un gran cuadro de San Francisco Javier.

Casa Baleztena engalanada para recibir el brazo y crucifijo de San Francisco Javier en 1922. Ignacio Baleztena fue el encargado de organizar todo lo que se ve en la foto. Todo el cortejo fue explicado con su habitual humor por el propio Ignacio Baleztena en una iruñería ya publicada en este blog. En el balcón de la Diputación el brazo y el crucifijo con las autoridades. En el balcón principal de Casa Baleztena su madre Dolores con el retrato de San Francisco Javier. A la derecha los gigantes. Bajo la estatua de los Fueros San Fermín. Bajo Casa Baleztena la guardia montada. En el cortejo San Miguel de Aralar, banderas de los ayuntamientos de Navarra, bandas de música, los forales...¿Y dónde estaba el organizador?. ¿Con el resto de diputados en el balcón de la Diputación?...

A estas celebraciones vino también el Jefe de Estado Alfonso XIII. Al pasar por delante de Casa Baleztena  toda engalanada y repleta de gente para recibir el brazo de San Francisco Javier se le iluminó la cara y le dijo a su asistente:
-          Dale las gracias al carlistón por este recibimiento
El asistente le miro de reojo y no dijo nada. Para qué iba a quitarle la ilusión, si erróneamente pensaba que era por él.

¿Con las autoridades en el balcón?. Ignacio Baleztena en mitad del cortejo organizándolo todo a pie de calle.
Muchas más historias veremos querido lector sobre esta casa, pero esto será en próximas entradas, si Dios quiere. De momento seguiremos con la biografía del aitacho en pleno comienzo de la II república.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Historias de carlistas y de la tía Juanita. La familia de Ignacio Baleztena

Querido lector, Hoy día de la Natividad de la Virgen celebramos en Pamplona además otra celebración conmemorativa de un episodio muy importante de nuestra historia. Por eso me hubiera encantado transcribir hoy alguna iruñería del aitacho sobre el Privilegio de la Unión, gracias al cual tal día como hoy dejaron de andar en burrukas los burgos de Pamplona para unirse bajo un mismo escudo y Ayuntamiento. Pero no me ha dado tiempo. 

Así, tras terminar con las frescas aventuras de Cirilo por San Fermín, antes de retomar la biografía del aitacho, aprovecho este paréntesis para contar el ambiente de la familia en la que nació y se crió. Ya vimos anteriormente, cómo la rama Ascárate (materna) del aitacho era profundamente carlista, al tratar sobre su madre Dolores. Pero ¿y la paterna? Pues también, por ahí de raza le viene al galgo. Los Baleztena eran una familia carlista de Leiza.

Foto de D. Carlos VII, rey carlista, dedicada a Maria Ysabel Baleztena

El abuelo de Ignacio Baleztena se fue a California de tendero a hacer las Américas, y posteriormente volvió. Después, se fue de nuevo a Cuba. Finalmente, regresó definitivamente a su pueblo natal pasando de vivir en Michelestenea a comprar y vivir en Petrorena, la casa principal, familiar en la plaza.

En primer término a la izquierda Petrorena, frente al Ayuntamiento. Tras ella asoma Torrea. Foto tomada de aquí.

Por entonces, D. Carlos VII pasó por Leiza y se hospedó en Torrea. Esta casa era también un bastión del carlismo. 

Torrea fue bastión del carlismo y en ella pernoctó Carlos VII. Foto tomada de aquí.
Tras pernoctar con su séquito pasaron por delante de Petrorena. Con cuántos aspavientos y vítores fue saludado el rey desde aquellos balcones engalanados. Tanto es así, que un oficial de D. Carlos se fijó en una moza especialmente guapa y le lanzó un beso al aire. La dama era Juana Baleztena, hermana de Joaquín Baleztena Muñagorri y por ello tía de mi padre (La tía Juanita).

En primer plano Torrea y detrás Petrorena, camino que siguió el rey carlista Carlos VII. Foto tomada de aquí.
Posteriormente, aquel oficial carlista que se quedó prendado de ella regresó para buscarla y fue recibido por su padre Joaquín.

-          D. Joaquín – dijó el general- he venido para un asunto personal. Cuando en plena campaña pasamos bajo su casa en Leiza me fijé en una dama especialmente bella y de aspecto alegre que saludaba desde el balcón. Indagando sobre ella me he informado que se trataba de su hija la Srta. Juana. Por eso he venido hasta aquí para solicitar su mano. Siento si cometo una osadía al…

El padre de la misma le cortó antes de que siguiera su discurso

-          Lo siento caballero pero la dama ya está comprometida- la cara del oficial se cambió al pensar que se le habían adelantado. El abuelo continuó - Acabo de dejarla en la clausura para meterse monja.

Y efectivamente, La tía Juanita (Juana Baleztena, tía de mi padre) fue la fundadora de las salesas en Pamplona. Al principio en 1888 se instalaron en un caserón palaciego, pero a ella le pareció demasiado suntuoso y por iniciativa suya se trasladaron al convento definitivo, en la Calle Nueva, que es el que se puede visitar durante estos días en jornadas de puertas abiertas.

Convento de las Salesas, fundado por Juana Baleztena, hermana de Ignacio. Foto del folleto de las visitas guiadas.

Cocina del convento de las Salesas, fundado por Juana Baleztena. Foto tomada de aquí.
Y ya que nos hemos metido en harina escribiré en próximas entradas si Dios quiere como se formó la familia Baleztena Ascárate, en la que nació el aitacho. Mientras tanto nos vemos esta tarde en la catedral para conmemorar mediante una misa de acción de gracias el Privilegio de la Unión, con la ofrenda floral a Carlos III y por supuesto disfrutando de la parte más lúdica protagonizada por los gigantes, kilikis, dantzaris y demás festejos.