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jueves, 22 de septiembre de 2011

Ignacio Baleztena archivero


Querido lector, andamos entre fiesta y fiesta, del Privilegio de la Unión a San Fermín chiquito, pasando por la conmemoración de la Coronación de Santa María la Real, mediante la ofrenda del Gobierno de Navarra a la nuestra Reina. Pues bien, en estos ajos estuvo metido el aitacho; Participó en la organización de la Coronación en 1946, pero de eso hablaremos cuando llegue su momento; Respecto a lo primero también tuvo mucho que ver ya que en 1923, con motivo del V Centenario de la Pacificación de los Burgos de Pamplona, gracias al Privilegio de La Unión dado por Carlos III el Noble, Ignacio Baleztena fue de nuevo (que raro) el encargado de programar las actividades de tan memorable fecha. Acti­vidades que incluyeron un número inédito y muy caracte­rís­tico de mi padre, como fue el de convocar a to­dos los pueblos de Navarra que tuvieran gigantes para bailar por las calles de la ciudad en homenaje al Rey Noble. Bailes regionales, rondallas, bandas de música, fuegos ar­tificiales y zezenzuskos completaron el programa festivo de esos días.

Uno de los grandes amores de Ignacio Baleztena, los gigantes, pasan por delante de la casa donde nació y vivió, el pasado 8 de Septirmbre de 2011 con motivo de la celebración del Privilegio de la Unión. Este fin de semana volveran a salir para San Fermín de Aldapa.
Posiblemente penséis que además de estar refitoleando en todas las salsas y atender a su familia, ¿de dónde sacaba tiempo para su trabajo?. Pues no se el secreto, porque el don de la ubicuidad no lo tenía, pero lo cierto es que metía horas a destajo en su gran afición, que se convirtió en su oficio: el Archivo de Navarra, cuya dirección le ofrecieron como regalo de bo­das en 1927 y en agradecimiento de lo mucho que había hecho por Na­varra, pero que no la ejerció, pues nunca le nombraron.
A pe­sar de ello trabajaba la mayor parte del día como simple empleado, investigando los viejos documentos de los que ex­trajo sor­prendentes datos históricos inéditos hasta ese mo­mento. Esta postura de no reclamar lo prometido muestra su carácter.

Tenía gran afición a los archivos y papeles viejos, llegando a convertirse casi en una obsesión. Estos papeles viejos le producían un atractivo desmesurado que le empujaba a recorrer archivos para revisar documentos de todos los tiempos y clases, con lo que enriquecía su ya nutrido "ca­cumen", como él decía con su gracejo característico.

Fue incansable en su labor y en la publicación de tra­bajos periodísticos. Entre sus actividades, aunque algunos no le tomasen en serio, porque siempre fluía el buen humor, destacó en verdad su cualidad de historiador.
Su trabajo era un continuo picotear en los documentos sin sacarles todo su jugo, tomando uno o dos datos para so­bre ellos elaborar un artículo. Esto, y la dificultad que suponía el distinguir en sus escritos la parte histórica y la parte literaria, fruto de su "privilegiado cacumen", que con frecuencia mezclaba sabiamente, daba gato por liebre al erudito avispadillo que se apropiaba indebidamente de sus hallazgos.

Otro de los grandes amores de Ignacio Baleztena: investigar legajos y "papeles viejos" en el Archivo, donde trabajó hasta que la enfermedad le impidió hacerlo
Y ya con esto consideró “inaugurada” la vuelta a la biografía del aitacho. Lo siento porque se que me voy por las ramas y, como de raza le viene al galgo, paso picoteando de un sitio a otro. Pero en atención a ti voy a intentar seguir cierto orden para que puedas sacarle juguillo a todo lo que viene a continuación, con la llegada de la II república… aunque no prometo nada. No obstante a partir de la próxima entrada si Dios quiere atención al blog que irá tomando cada vez más ritmo.

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