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lunes, 28 de marzo de 2011

Los comienzos de Ignacio Baleztena como diputado foral

Querido lector, feliz año nuevo. Sí, no me he vuelto loco, ¡Feliz año nuevo!. Te lo deseo porque el pasado 25 de marzo celebramos la Encarnación de nuestro Señor en la Virgen María y hasta 1500, en nuestro viejo Reino de Navarra, se celebraba ese día el cambio de año, en vez de en Diciembre que se celebra la Natividad o Nacimiento.

            Pero bueno vamos a lo nuestro. En la biografía del “aitacho” hemos saltado el año en que publico su primer libro, “Iruñerías”, en 1920, pero porque de este hablaré más adelante.

            La cosa es que habíamos dejado a Ignacio Baleztena recién elegido Diputado Fo­ral, en Agosto de 1921, por la merindad de Pamplona como re­presentante de la Junta Regional Jaimista (carlista) de Navarra en di­cha merindad, cargo que conservó durante tres legisla­turas hasta 1928, y en la Comisión Gestora que precedió a la II Re­pública en 1930.

La primera Diputación en la que participó Ignacio Baleztena el segundo de pie por la dcha. (1921-1923)
            Dentro de la Diputación luchó ardientemente por Nava­rra, y entre sus muchas actuaciones podríamos destacar cómo al dar comienzo su gestión de Diputado Foral y respondiendo al programa que le había traído a dicho cargo, formulaba protesta enérgica y respetuosa contra la ley de 25 de octu­bre de 1839 y las demás abolitorias de los Fueros; presentó una proposición, que fue aprobada, sobre la realización de la reforma tributaria; participó muy activamente al objeto de obtener la cesión del palacio y fincas de Olaz-Chipi a la Asociación Virgen del Camino para ampliar y mejorar el reformatorio de niños de­lincuentes que gestionaba esta entidad. Además el tenía un especial aprecio a los niños de esta institución ya que con su amigo el Rey Baltasar acudía todos los años a visitarlos y llevarles un poco de alegría.

            También, en 1921, Ignacio Baleztena Impulsó la fundación de la Caja de Ahorros de Navarra (1921), como una institución de crédito de naturaleza fundacional y carácter benéfico-social bajo el pa­trocinio de la Diputación. No debía tener ánimo de lucro ni ser un negocio, porque se trataba de ayudar a los navarros que no podían recurrir a otras formas de conseguir dinero para sacar adelante sus cosechas, pequeños negocios, etc.

            Durante estos años hizo proliferar los actos y cele­bra­ciones de profundo arraigo navarro. Así Ignacio Baleztena organizó los actos con­memorativos del III Centenario de la Canonización de San Francisco Javier, patrono de Navarra por "decisión de la antigua Diputación y de nuestras veneradas Cortes". Para ello ya desde mayo de 1922 or­ganizó dicho evento y no se le ocurrió mejor idea que empeñarse en conseguir de Alfonso XIII (y eso que Baleztena era jaimista, es decir partidario del rey carlista D. Jaime III) la cesión del crucifijo del Santo y trasladar su brazo desde Roma, para lo cual tuvo que marchar a esta ciu­dad y traerlo contra la voluntad de los Jesuítas. Naturalmente por fin consiguió todo ello por encima de carros y carretas. Por esta causa, organizó un buen número de charlas, conferencias y peregrinaciones hasta el Castillo. Pero en este punto me detengo y antes de continuar con las muchas cosas en las que se vio envuelto, promovió, llevó a cabo y organizó el “aitacho” siendo diputado foral, quiero que conozcas de primera mano lo que él, “Tiburcio de Okabío”, escribió al respecto de esta organización del III centenario de la canonización de su venerado San Francisco Javier. Pero esto será en la próxima entrada si Dios quiere.

martes, 22 de marzo de 2011

De concejal a diputado foral en 1921

Querido lector, como ya te comenté cuando terminé el tema de las javieradas, ahora vamos a volver a entrar en harina política ya que como posiblemente sabrás en 1921 el "aitacho" fue elegido diputado foral, cuando la Diputación Foral era heredera de la Diputación del Reino. Y para esto creo que es bueno encuadrar la realidad sociopolítica de esta época y a eso voy a dedicarme. Pero en vez de dar mi versión acudo al testimonio de una excelente historiadora: Mercedes Vázaquez de Prada. Ella escribe en su pequeña pero completa obra "Historia contemporánea de Navarra en sus documentos" lo siguiente:

            En 1876-1877 los intelectuales de Navarra y las provincias vascongadas acusaron el impacto de la política centralista del Estado de la Restauración. El fuerismo facilitó el acercamiento entre las Provincias Vascongadas y Navarra. Los intereses contrapuestos de ambas, que habían abierto la brecha en 1839, se aproximaron de nuevo. En 1878 nació la Asociación Eúskara de Navarra con fines de promoción de una cultura vasquista que enlazó pronto con el movimiento prenacionalista.

            Los navarros fueron los primeros formuladores del zazpiak-bat, “siete en uno”, expresión de unión entre los vascos de ambos lados del Bidasoa. Pero el fuerismo como partido político no llegó a cuajar, ante todo por el arraigo cada vez mayor del tradicionalismo.

Reinado de Alfonso XIII y dictadura de Primo de Rivera. Los valores tradicionales y  las formas de pensar  predominantes de los navarros era la causa del fuerte arraigo popular del carlismo, y en el campo liberal el ascendiente del partido conservador. El nacionalismo vasco tuvo una penetración lenta y tardía. Sabino Arana, su fundador, había buscado el acercamiento a Navarra a raíz de la Gamazada. Pero el nacionalismo tardó en cuajar en el viejo reino. Fue siempre más moderado que el vascongado y partidario de la federación con España y con las Provincias Vascongadas. Por la izquierda, el campo político se amplió con la aparición de los primeros socialistas. El tema religioso, el foral y el tradicionalista siguieron siendo el centro del debate político.

            La reacción a la política anticlerical de los gobiernos liberales de comienzos de siglo se reflejó en multitudinarias manifestaciones populares de afirmación católica. Tuvieron una proyección política en la formación de la Alianza Católica Antiliberal entre carlistas, integristas y católicos independientes, que logró la hegemonía en las elecciones legislativas de 1907 y 1910.

            En 1918, al formarse en España un gobierno liberal encabezado por el Conde de Romanones, con la finalidad de resolver el problema de las autonomías, la opinión Navarra se dividió en torno a la reintegración foral, sobre la que ya tratamos anteriormente. El asunto moriría a causa de la inestabilidad gubernamental de aquellos años, y más tarde, en 1923, por el golpe de estado de Primo de Rivera.

           Explicada cual era la posición de los nacionalistas en la Navarra de principios de siglo, es decir, que se trataba de un nacionalismo moderado, católico, foralista y partidario de la federación con España es como se entiende que en base a la defensa de unos intereses comunes y superiores, a saber, la defensa de la Religión y los fueros frente al liberalismo, sin pretender la separación de España, en 1921 se produce el acercamiento entre jaimistas (denominación del partido Carlista tras la escisión mellista de 1919) y nacionalistas permitió la formación de Alianza Foral.

Promulgada la candidatura de Ignacio Baleztena por el partido Jaimista, se publicó el mencionado manifiesto de la Alianza Foral entre jaimistas y nacionalistas, lo que produjo la no presentación a las elecciones de mauristas e integristas, con lo cual, al presentarse sólo él y Francisco Usechi, pudo dedi­carse a la campaña en favor de su correligionario Vicente Sagardía, que se presentaba por Tafalla.

Y así es como el "aitacho", Ignacio Baleztena , pasa de ser concejal de Pamplona a Diputado foral en el año 1921, elegido por la merindad de Pamplona como re­presentante de la Junta Regional Jaimista de Navarra en di­cha merindad, cargo que conservó durante tres legisla­turas hasta 1928, y de nuevo en 1930 al principio de la Comisión Gestora que precedió a la II Re­pública. 

Diputación Foral de Navarra en 1921. Ignacio Baleztena es el segundo de pie por la dcha.
Dentro de la Corporación luchó ardientemente por Nava­rra, y entre sus muchas actuaciones podríamos destacar... las que te contaré en las próximas entradas si Dios quiere. Antes de despedirme quiero agradecer los comentarios de las personas que se han interesado por el sistema electoral en la anterior entrada y que han dado vida al blog mientras yo he estado esta semana preparando el material de las próximas entradas. En cuanto pueda, Dios mediante, añadiré algún dato al respecto a continuación de los susodichos comentarios, aunque lo fundamental ya se ha dilucidado por vosotros, los seguidores del blog, que sois los que me animáis a que siga con este proyecto.          

lunes, 21 de marzo de 2011

Recuperación de la fiesta del Rey de la Faba por Ignacio Baleztena en 1920

Querido lector, el aitacho mientras era concejal del Ayuntamiento de Pamplona, aun tenía tiempo para potenciar y recuperar fiestas, tradiciones y costumbres de su querida Navarra.

En este aspecto se enmarca la entrada de hoy, ya que fruto de sus investigaciones entre los documentos del Archivo recuperó la reanudación de la Fiesta del Rey de la Faba. 

Esta fiesta instituida por los reyes de Na­varra, según Yanguas y Miranda en 1283, había caído en des­uso hasta que en 1920 Ignacio Baleztena decidió celebrarla de nuevo en el Círculo Carlista de Pamplona en la Plaza del Castillo el día de la festividad de los Santos Reyes Magos, y consistía en favorecer a un niño que se convertía por obra y gracía del haba en un pequeño rey por un día. Con uno de sus acostumbrados montajes en los que involucabra a familiares, amigos y extraños, convirtió el círculo en un auténtico salon del trono, en el cual el niño que resultaba agraciado con el haba era alzado sobre el pavés en una ceremonia basada en la que se coronaba a nuestros reyes navarros. 

Esta costumbre se ha ido manteniendo en el tiempo hasta nuestros días, con modificaciones y cambios organizativos que iremos viendo más adelante si Dios quiere.

lunes, 14 de marzo de 2011

El colera de 1885. La peregrinación a Javier IV

Querido lector, ya ha pasado la Novena de la Gracia y transcurido las javieradas con gran éxito de asistencia y sobre todo grandes frutos espirituales, que es de lo que se trata porque si no le podíamos llamar las castilladas o la caminata del año. Quien iba a decir en 1940 a la recién fundada Hermandad de Caballeros de la Cruz, de la que formaba parte Ignacio Baleztena, que más de 70 años después su iniciativa iba a movilizar a tantos miles de navarros año tras año. No obstante no me parecía serio dejarte sin saber como finalizaba el "aitacho" la historia de la peregrinación a Javier de 1885. Además así aprovecho para ponerte al final un listado de todo lo escrito en el blog sobre S Francisco Javier, la javierada y otras peregrinaciones al castillo. Todavía quedan más escritos muy curiosos de Ignacio Baleztena sobre San Francisco Javier, pero de momento los dejo para próximas ocasiones. Y sin más dilación cedo el paso a "Tiburcio de Okabío":


"EL COLERA DE 1885 – LA PEREGRINACION A JAVIER

Manuscrito de Ignacio Baleztena redactando esta "iruñería"

            Dejamos en nuestra última entrada a los peregrinos de Javier pletóricos de entusiasmo al par que empapadísimos de agua y barro. Chirriados, en una palabra.

            Según me comunica una simpática devota del Santo, que muy jovencita estuvo con su madre en la peregrinación. Fue tal el número de romeros que se congregó en la capilla del Cristo milagroso, que el pavimento acabó por venirse abajo, con “fragor horrísono”, sin que, por verdadero milagro hubiese ocurrido la menor desgracia.

            Bromicas del Santo, que parece complacerse en poner a prueba el amor y devoción de sus paisanos, a fin de que las visitas que le hacen no degeneren en juergas místicas. Porque no hay romería a Javier en que no llueva, nieve y se desaten las furias de los elementos todos. Parece que al Santo le molestan las visitas y que muy a gusto le diría al hermano porter: -Si viene alguno preguntando por mí que no estoy en casa. Pero no le vale, porque cada vez acuden a visitarlo sus paisanos en mayor número, más ternes y con centuplicado entusiasmo.

            Los peregrinos llegaron de vuelta a Sangüesa hechos una verdadera lástima. Allá, los hospitalarios sangüesinos se deshicieron en amabilidades llevando a las señoras a sus casas para colmarlas de atenciones. ¡Qué de jugosos caldicos, cafés hirviendo, vinos generosos con bizcochos, chocolates con bollos… sirvieron aquellas caritativas gentes a las ateridas peregrinas para ver de desentumecerlas y hacerlas entrar en reacción! La población, toda ella, estuvo a pique de arder a causa de las enormes fogatas que ardieron en las cocinas para intentar secar las vueludas faldas y complicadas enaguas de las aguachinadas romeras.

            La señora que en nuestro número anterior vimos colarse de “polizón”, con todo su golpe de polisón y abarrocado traje de paseo, le hicieron, quieras que no, , meterse en la cama mientras le secaban y quitaban el barro de sus ropas, pero antes, tuvieron la curiosidad de pesar la falda, sobre falda y enaguas, que tan empapadas de agua, tan cargadas de barro se hallaban, que la báscula del almacén marcó la friolera de treinta libras: nada de exageración, señores míos.

            La vuelta a Pamplona fue caótica pues si los viajeros con sus vestidos secos a fuerza de grandísimas dificultades lograron colocarse en los ómnibus, figúrense lo que sería con los trajes húmedos y embarrados. Ni con calzador resultaba posible tan complicada operación. Yo creo que el mayor de los milagros de San Francisco Javier consistió en que por fin pudieron todos acomodarse en sus respectivos vehículos.

            Una vez en los coches, apretujados los unos contra los otros, empezaron a desprender agua y más agua como si se tratara de unas esponjas exprimidas por un Javier Ochoa, dejando por la carretera un reguero, que talmente parecía que los coches iban ocupados por todos los niños inocentes, antes de ser degollados por Herodes.

            Pero, no por eso el entusiasmo decreció en lo más mínimo, ni dejaron un momento los peregrinos de enlazar rosarios y más rosarios, intercalando entre misterio y  misterio estrofas del famoso himno de Desplán.
            El, ¡Vamos a Javier!, ¡sí, a Javier! repiten todavía los ecos de la foz de Lumbier y los recovecos de la Higa de Monreal los días en los que se repica gordo en los fastos de Navarra.

            Y a propósito del himno, su música se halla archivada en la parroquia de San Nicolás, donde hasta tiempos muy recientes se cantaba. El popular e inolvidable párroco de ella, Don Francisco Guillén, gran entusiasta de este himno, lo mandaba interpretar a penas se presentaba la menor festividad que tuviera relación con el glorioso santo navarro. La música es sencilla, muy pegadiza y fácil de cantar a dúo y con gorgoritos a estilo popular: es muy entrenante y a propósito para ser cantada por los mozos que anualmente marchan en peregrinación a Javier durante la Novena de la Gracia.

            El ilustre patricio Don Juan Iturralde y Suit, allá hacia el año 1870, escribió una interesantísima relación de su primera visita al castillo. Nos cuenta, que teniendo intención de visitar las ruinas de Leyre, iba a caballo precedido de un guía, cuando a las dos horas de marcha “divisamos, dice, un grupo de campesinos que lentamente caminaban en la misma dirección que nosotros. Componianlo dos robustos jóvenes, un anciano que se apoyaba con trabajo en un nudoso palo, un rapazuelo que llevaba del ramal a un asno, y una mujer, en cuyo demacrado rostro se retrataba el sufrimiento: iba sentada, o mejor dicho, echada sobre el manso animal”. Dice a continuación, que al llegar a un altozano se detuvieron para dar descanso a los caballos y contemplar el paisaje, y estando así, llegó a donde él se hallaba el dicho grupo de aldeanos: el anciano, “alargando el brazo hacia delante, y descubriéndose, exclamó con voz fuerte:

¡El castillo!, a esta voz se incorporó la enferma, quitándose todas las boinas, e hincaron en tierra sus rodillas… El anciano rezaba en voz alta: su familia le contestaba fervorosa y las miradas de todos se dirigían a un mismo punto. Los ojos de la pobre enferma brillaban con la luz de la esperanza, y su semblante, hasta entonces triste, reflejaba un inmenso júbilo”.

“Descubrámonos también nosotros: escuchamos silenciosos las oraciones de aquellas pobres gentes y unimos nuestras plegarias a las suyas.”

“Después de haber concluido el rezo, -¡Que San Francisco Javier te sane”- dijo el anciano levantándose y dirigiéndose a la mujer”.

“- ¡Amén!, exclamó el grupo de campesinos.

“- ¡Amén!, repetimos nosotros conmovidos.

Las primeras palabras que oímos al llegar a aquel sitio y las que el viejo acababa de pronunciar, nos dieron la clave del enigma, Efectivamente, a corta distancia se divisaba un vetusto castillo, cuyos muros, festoneados de almenas, revelaban la morada feudal, al pie de la cual se agolpaban algunas casas de pobre apariencia:

Este es el pueblecillo de Javier: el castillo la cuna de San Francisco, Apóstol de las Indias y el Japón”.

Va a continuación dando a conocer sus impresiones y el estado que en aquel entonces se hallaba el histórico castillo, con ese estilo fácil, de emocionante sencillez y poético entusiasmo que caracterizaba a Don Juan, una de nuestras más destacadas glorias literarias.

Terminaremos esta, un tanto incoherente crónica, recordando, que en el museo del castillo se conservan las banderas de la famosa peregrinación, y que una lápida de mármol, colocada en un lado de la fachada de la torre de San Agustín, por la parte de la antigua calle Angletina, hoy de Javier (San Francisco), recuerda a los pamploneses la fecha de la peregrinación realizada en reconocimiento del señalado favor de haber sido librados, por la intercesión del glorioso Santo de Javier, de los horrores del cólera morbo."

"Tiburcio de Okabío"
Iruñerías. Diario de Navarra. 6-Abril-1952

Pues rogando a San Francisco Javier porque vele por Navarra y todos sus habitantes, que sean fieles a la Fe que él vivió y propagó por el mundo, que cuide a los enfermos y de fuerzas a los misioneros, acabo esta serie relativa al tema que ha tenido el siguiente orden:

Ignacio Baleztena y la primera javierada

Peregrinación a Javier en 1932

Peregrinación a Javier con motivo del III centenario de su canonización en 1922

El cólera de 1885. La peregrinación a Javier I

El cólera de 1885. La peregrinación a Javier II

El cólera de 1885. La peregrinación a Javier III

El cólera de 1885. La peregrinación a Javier IV

Y en la próxima entrada si Dios quiere, volveremos a meternos en harina social y política en una época que cada vez era más turbulenta. Y conforme avancemos habrá sorpresas, no lo dudes.

viernes, 11 de marzo de 2011

El colera de 1885. La peregrinación a Javier III

Querido lector, mañana sábado 12 finaliza la Novena de la Gracia gracias a la cual estas leyendo la historia de la javierada y otras peregrinaciones a Javier previas a la misma sobre las que escribió el "aitacho". Para no distraterte sin necesidad, ya que estarás ávido de saber como sigue la historia, te dejo de la mano de "Tiburcio de Okabío" para que siga relatándonos lo que ocurrió a continuación de los que nos contaba en la anterior iruñería:

"EL COLERA DE 1885 Y LA PRIMERA PEREGRINACIÓN NAVARRA A JAVIER (III)


            Dejamos en nuestras últimas entradas, a los beneméritos e infatigables señores de la Junta Organizadora de la Peregrinación a Javier, trabajando con tanto entusiasmo como positivo provecho.

            En pocos días dejaron todo arreglado; nada quedó en el tintero. Hospedajes en Sangüesa; ómnibus, coches particulares, carros, caballos, mulos, machos y aun burros, todo cuanto supusiera medio de locomoción, se hallaba movilizado y preparado al efecto.

            Y así llegó el 4 de marzo de 1886, día ansiado, en la que debía salir para Javier la primera peregrinación Navarra.

            A las once de la mañana se reunieron todos los peregrinos de Pamplona en la Santa Iglesia catedral. Después de rezadas las preces oportunas, salieron todos procesionalmente por la puerta principal, en medio de los vivas entusiastas del pueblo, campaneo general y coheteo… también general. Un numeroso orfeón y la banda municipal de música interpretaron en el atrio del templo el himno oficial de la peregrinación, que empezaba con un entusiasta grito de:

                                               ¡Vamos a Javier!
                                               ¡Sí a Javier!

            Seguía después el coro general con una letrilla, que como es de rigor en todos los himnos religiosos, empezaba por HOY…-

                                               HOY los hijos de este suelo
                                               Con católico fervor
                                               Nobles cumplen la promesa
                                               Que te hicieron en su amor.

            ¿Se han fijado ustedes en la multitud de himnos que empiezan con el susodicho adverbio de tiempo?

            -¡Hoy tus hijos venimos valientes!... ¡Hoy Navarra ante ti se presenta!... Hoy tus hijas…en fin, así por este estilo, mil más.

            La procesión recorrió las calles de Curia, Mercaderes, Chapitela, Plaza del Castillo, calle San Ignacio, para salir por el portal del mismo nombre hasta la Cruz Negra, donde los peregrinos habían de ocupar los vehículos preparados para el efecto.

            Rompía la marcha de la procesión una nutrida representación del Centro Católico de Obreros, con su estandarte, en el que aparecía en un lado la Sagrada Familia y en el otro San Francisco Javier bautizando un indio. Era el portador del mismo el Sr. Don Martín Sara. Seguía a cierta distancia el grupo de peregrinos del valle de Echauri con su correspondiente estandarte, llevado por el Excelentísimo. Sr. marqués de Vesolla; y luego seguían otros dos estandartes más; el de Pamplona y el de Navarra en general. Marchaba un nutrido grupo de Luises dirigidos por Don Miguel Vissié y los jóvenes Don Pedro Ortigosa y Don Antonio Olaso, de correcta levita y planchado cuello, indumentaria la más a propósito para emprender una fatigosa caminata en destartalado ómnibus.

            En medio del mayor entusiasmo fueron los peregrinos ocupando sus asientos y cabalgaduras no faltando los consabidos polizones, que, contagiados a última hora del entusiasmo general, se colaban como podían en los estribos, en la baca, en el eje de las ruedas, prometiendo al cochero que se bajarían en las cuestas arriba y de que de vez en cuando en las llanadas echaría sus trotadicas para no cansar al “ganau”.

            Entre las personas que así se colaron se encontraba una respetable señora, que salió a despedir a la peregrinación en general, y a su marido en particular, quien gallardo, y nada calavera, partió jinete en arrogante alazán camino del castillo. Aún estaba agitando el pañuelo diciendo ¡adiós! A una nubecica de polvo coronada de un bombín café con leche, que se vislumbraba hacia Cordobilla, cuando el “¡Vamos a Javier! - ¡sí a Javier!...” –Lolita ( así se llamaba la señora) le gritaron desde él ¡anda sube, anímate! ¡Necesidad tenía la susodicha, de que nadie le animase! Cogió el coche en marcha y con todo el golpe de su sombrero, enaguas almidonadas con entredoses y volantes, corsé emballenado, polisón y demás comodísimos adminículos, se coló en el coche apretujando a los ocupantes, aún más de lo que se hallaban, sin despertar protesta alguna.

            La llegada a Sangüesa fue a las siete de la tarde. Allí se repitieron los vivas, campaneo, cohetes de tres tiros, mal cebados y peor dirigidos, que correteaban más por el suelo que por los aires, con gran sobresalto de naturales y forasteros, y sobre todo de las caballerías, que a fuerza de cincilipurdis y osticus estuvieron a pique de descalabrar media peregrinación. ¡Una sublime caotiquez de ésas que tan a menudo tenemos la gran fortuna de presenciar de esta bendita tierra de Navarra! Entraron los peregrinos a la iglesia de Santa María donde subió al púlpito Don Modesto Pérez que demostró, al enardecer con su palabra a los romeros, que si en los coches la ley de la impenetrabilidad había fracasado, lo mismo ocurría con la capacidad de los corazones navarros, que por más entusiasmo que en ellos se almacenase, siempre queda un riconcico donde meter más y más toneladas.

            Los sacerdotes estuvieron confesando hasta las cuatro de la madrugada y a esa hora salieron a pie para Javier, que se hallaba a reventar de los peregrinos que habían ido a pie y caballo de todos los pueblos de Navarra, pues allí también pedían confesores. A las siete de la mañana, salió la peregrinación de Sangüesa para Javier, a pie o a caballo, atravesando el malísimo camino lleno de barro y pedruscos, pues de carretera no había ni idea que pudiera construirse una por aquellos vericuetos. Llegaron todos embarrados que daba lástima verlos, pero pegando cada viva que temblaba la veleta de la mutilada torre del homenaje.

            Todos embarrados, fatigados, se apretujaron en la plaza de armas donde se celebró la misa en medio de un chaparrón continuo que no cesó en toda la ceremonia. El padre jesuita, Don Venancio Mazquiarán, durante media hora, tuvo pendiente con su fogosa oratoria (con el frío que reinaba buena falta hacía todo lo que fuese fogoso) al entusiasta auditorio, desarrollando el tema del Evangelio “Bonum est nos hic esse…” que no necesito decirles a ustedes que significa “Bueno es estarnos aquí…” Cita que en aquellas circunstancias no pudo ser más oportuna… aunque, a oídos escépticos, hubiese sonado a guasa.

            A las doce comenzó el desfile o mejor dicho la desbandada, pues el temporal arreciaba."

"Tiburcio de Okabío"

Iruñerías. Diario de Navarra 30-3-1952

Y hasta aquí hemos llegado de momento. Mañana si Dios quiere miles de navarros volveran a la cuna de nuestro santo Patrón para rogarle por tantas cosas... Esperemos que no llueva tanto como en el episodio que nos narra mi padre. Y como me hace ilusión os introduzco unas fotos que muestran cómo me ha ido marcando  mi vida San Francisco Javier, el colegio, el castillo y las javieradas. Un amor y devoción al santo  heredado de mi padre y que yo a mi vez he transmitido a mis hijos y nietos. Igual esta cariñada entiendes que no viene a cuenta en un blog sobre Ignacio Baleztena, pero es un error porque demuestra como la Tradición , escuela de valores en mi familia, pasa de generación en generación y perpetúa el alma de un pueblo, actualizándose constantemente. Además me hace ilusión compartir estos recuerdos contigo.


Con mis padres en Javier
Tampoco pesaba tanto, no creas




Con algunos compañeros en el internado de Javier


Aquella javierada
Gracias San Francisco Javier
Como "Periquitín" entre todas en Javier
Pero la elegida fue esta. Si me descubre que publico esta foto hecha una "achoa" me mata
Que siga la Trdición. Mañana mi nietica Carmen realizará su primera javierada. En la foto con ella y con su hermanica Soledad.
Y mañana si Dios quiere volverá a oirse como en 1855: ¡A Javier!.

jueves, 10 de marzo de 2011

El colera de 1885. La peregrinación a Javier II

Querido lector, siguiendo la serie de entradas relacionadas con las javieradas y otras peregrinaciones a Javier dejábamos al "aitacho" contándonos que ocurrió en 1855, y para entender la iruñería que a contiuación transcribo es muy conveniente que leas la de "San Francisco Javier y el cólera de 1985" que es la que precede a esta entrada. A continuación dejamos que Ignacio Baleztena continue la historia con esta otra iruñería que escribió ese mismo año:

"El colera de 1885 y la primera peregrinación navarra a Javier


            Dejamos en nuestra anterior entrada, a unos cuantos entusiastas y respetables varones de Pamplona dedicados en cuerpo y alma a la noble tarea de organizar una magna peregrinación al castillo de Javier, en acción de gracias de haberse librado Pamplona, y la mayor parte de Navarra, del cruel azote del cólera morbo.

            Destacaban entre estos beneméritos caballeros por su actividad, nerviosismo y entusiasmo, el señor párroco de San Agustín, Don Modesto Pérez, promotor de la idea, y Don Pablo Jaurrieta, que asunto en que él se metía, ni descansaba un momento, ni dejaba a sus compañeros un momento de reposo. Abandonó todas sus ocupaciones para dedicarse de lleno a la difícil tarea de la organización de esta magna asamblea peregrina. Hasta se olvidó de ver cómo le estaban armando en el Raso las dos magníficas trilladoras, primeras que entraron en Navarra.

            La organización ofrecía muy serias dificultades, pues faltaban medios de locomoción. Se contaba con dos ómnibus de la estación familiares y landós empleados en los entierros, algunos coches particulares y una buena cantidad de carros y galeras. Todo fue comprometido para la peregrinación: ¿Y si hay algún entierro de lujo esos días, cómo nos arreglamos?, preguntaba Maisonave.

-         Pues que vayan a pie. Un paseico hasta Berichitos a nadie viene mal. Ni siquiera al difunto.

-         Pero, ¿y los viajeros, cómo van a subir de la estación?

-         Que se queden en casa, pues maldita falta que hace el que venga a enredar esos días a Pamplona.

Para todo tenía respuesta Don Pablo.

Cargados de ideas y de proyectos, se presentaban a todas las sesiones estos dos entusiastas organizadores, y Don Pablo, después de exponerlos con calor, y rebatir cuantas dificultades le presentaban sus compañeros, se dirigía al secretario, Don Juan Iturralde y Suit y le decía: Mira, todo esto es la sustancia; ahora encárgate tú de la sinsustancia.

La sinsustancia consistía en la redacción de las actas, proclamas, oficios, cartas, etc. etc., que salían de la pluma del buen Don Juan en forma de verdaderas joyas literarias. A las entusiastas proclamas de este benemérito patricio, se debió, en gran parte, el éxito de la peregrinación.

Extractaremos algo de la primera proclama, que publicó la junta y que fue profusamente repartida por toda Navarra.

“¡Pamploneses!

En aquellos momentos en que el cólera, esparciendo el terror y la muerte por algunas provincias y aun por algunos pueblos de nuestra querida Navarra, parecía amenazar la misma capital y trasponiendo sus muros, extenderse hasta los últimos confines de ese antiguo Reino llevando la desolación a todos los pueblos y el luto a todos los hogares, la Excelentísima Diputación Foral, fiel intérprete de sus administrados, acudió en solemne rogativa a implorar la clemencia del Altísimo, invocando como mediador a su excelso Patrono el insigne apóstol de las Indias, nuestro esclarecido compatricio San Francisco Xavier. Durante aquella solemnidad, cuyo grato recuerdo vivirá imperecedero en la memoria de cuantos, secundando los propósitos de nuestra primera autoridad, acudieron llenos de fe y de esperanza a implorar el favor del Santo, el orador sagrado encargado de dirigirle la voz de nuestros deseos, el gemido de nuestras aflicciones y de los votos de la confianza que depositábamos en su poderosa intercesión, después de confesar que los extravíos del pasado habían armado el brazo del Señor que en su justa indignación se preparaba a descargar sobre nosotros los golpes terribles de su omnipotencia… rogaba a nuestro Santo que lo detuviese fiado en nuestros futuros merecimientos; y como prenda segura de estos, depositaba ante el altar una promesa que apenas salida de sus labios, halló resonante eco en los corazones, no sólo del numeroso auditorio que le escuchaba, sino de la inmensa mayoría de los habitantes de esta capital y en los pueblos donde fue conocida…”

Siguen muchos más párrafos de entusiasta y un tanto ampulosa literatura, muy en boga en aquellos tiempos, y anuncia por fin que la peregrinación se celebrará el día 4 del próximo mes de marzo. Que la comisión se encargaría de todo lo relativo a los medios de traslación y hospedajes, cosa dificilísima en aquellos tiempos, en que no había más medios de comunicación con Sangüesa que el ómnibus que salía de la Plaza del Castillo, núm. 26, y de cuya administración estaba encargado el Sr. Ramón.

“Cuidémonos principalmente de inflamar –continuaba la proclama- nuestros corazones con santo fervor para que limpios de toda mancha, sea más aceptable a nuestro santo Patrono el voto que hemos de consagrarle… A este fin, a los días precedentes de la peregrinación, se celebrará en la iglesia de San Agustín de esta ciudad, un solemne triduo durante el cual quedará instalada la Archicofradía del Santo, extendida ya por varias naciones…”

El Sr. Vicario de San Agustín, por su parte, dirigió una brillante proclama al clero, en la que decía:

“A Javier sacerdotes, a fortalecer nuestro espíritu al calor vivificante que se siente aun sin quererlo, al pie de aquel devoto altar. Hemos visto estos últimos años, con gran edificación, sacerdotes extranjeros venir de Marsella, Bruselas y otros puntos de Europa, haciendo grandes sacrificios por visitar la cuna de un Santo, cuya fama y renombre no conoce límites en nuestro globo; y han quedado llenos de estupefacción, al saber, que todavía hay sacerdotes navarros que no conocen la humilde aldea de Javier…”

Hoy, creo, mejor dicho, tengo la seguridad completa, que no podrá decirse lo mismo con relación al clero navarro, y es de esperar, que con motivo del actual centenario, esta seguridad se haga extensiva a todo fiel navarro que goce de mediana salud. Hay que comprender, sin embargo, que tal como están las cosas, el sacrificio del traslado y estancia continua siendo casi el mismo que el que tuvieron que soportar aquellos 12.000 navarros del año 1886, pues, si bien es verdad, que los medios de transporte no faltan, una vez allá… ¡Que vuestro Santo Patrón os ampare!
La fecha de la peregrinación quedó fijada para el día 4 de marzo, y para mejor preparar a los peregrinos, se celebró en San Agustín un solemne triduo, en el que dirigió a los fieles loa palabra el Rdo. P. jesuita D. Manuel Gil. El templo resultó insuficiente para contener al inmenso gentío en él congregado. Se compuso un himno del que fueron autores de la música, el organista de San Nicolás Don Juan Desplán, y de la letra, el inspirado poeta pamplonés Don Arturo Cayuela Pellizari. Un himno más, que una vez pasadas las circunstancias, fue a reposar el panteón del olvido.

¡Pero cuando, Dios mío, tendremos, no uno, sino el himno de San Francisco Javier, que aunque musicalmente no venga a ser una joya, llegue al alma del pueblo y se cante espontáneamente, sin acompañamiento de complicadas orquesta, órganos monumentales, como es con la marcha de San Ignacio, el Ave, Ave María de Lourdes, y otros himnos, chapuceros como dicen los técnicos, pero al fin y al cabo son conocidos por los católicos del mundo entero!"

"Tiburcio de Okabío"


(Iruñerías, Diario de Navarra, 1952)

Curiosa imagen de Ignacio Baleztena de Requeté durante la guerra con su hermana Ángeles en la puerta del castillo de Javier tal y como estaba en aquella época.
 Y sin más me queda despedirme diciéndote que mañana si Dios quiere continuará este relato con otra iruñería escrita por mi padre completándolo. Así nos estamos convirtiendo en auténticos expertos en la historia de las distintas peregrinaciones a Javier. Pero los conocimientos por si solos nos aportan solo una parte de nuestro saber, y para entenderlos bien en algunos casos hay que vivirlos en primera persona, y este es uno de esos casos para cualquier navarro. Por eso aun estás a tiempo de acudir a la que celebraremos este sábado Dios mediante. Igual ahí nos vemos 

miércoles, 9 de marzo de 2011

El colera de 1885. La peregrinación a Javier I


Querido lector, tras ver la relación del "aitacho" con la primera javierada y los antecedentes de una desconocida y masiva peregrinación a Javier en 1932, paso a transcribirte los documentos que nos dejó "Tiburcio de Okabío", es decir Ignacio Baleztena, sobre otros precedentes aun más antiguos de peregrinaciones hasta la cuna de nuestro santo patrón. Resulta que mi padre era un gran devoto de San Francisco Javier y un gran amante de Navarra, y por eso escribió en numerosas ocasiones sobre nuestro paisano más universalmente conocido. Aprovecho que estamos en plena Novena de la Gracia y entre ambos javieradas para hacerte partícipe de algunos de estos escritos. Pero para no alargarme más te transcribo una "iruñería" suya escrita en el Diario de Navarra en 1952:


Ignacio Baleztena con la "mamita" (mi madre), Carmen Abarrategui, y conmigo a los pies del castillo de Javier en las fechas en que escribió esta iruñería.


"SAN FRANCISCO JAVIER Y EL COLERA DE 1885


            Muy tristes recuerdos dejó de su paso por España en general, y Navarra en particular, el año de 1885.

            En él hizo su aparición el cólera morbo asiático (el molesto huésped del Ganges, como le llamaban los periodistas curiosos), causando, sobre todo en la región levantina, horribles estragos.

            Navarra aún se veía libre del cruel azote en el mes de junio, pero sus autoridades, sin embargo, no se descuidaban, y por si “el huésped del Ganges” pretendiese hacer el turista por Navarra, empezaron a tomar serias medidas higiénicas y preventivas para recibirle dignamente a fumigacionazo limpio.

            La Excma. Diputación de Navarra, en 25 de junio, se puso al habla con el célebre doctor Don Jaime Ferrán, de Valencia, y al par que le felicitaban por los éxitos que en aquella región habría conseguido con sus inoculaciones anticoléricas, le pedía instrucciones acerca de las medidas preventivas que deberían adoptarse. Al mismo tiempo encargaba a Don Luis Martínez de Ubago, médico primero y decano del personal facultativo de Navarra, que tuviera dispuesto todo cuanto fuera necesario por si se diese el caso de tan temida invasión.

            Adquirió también la Diputación grandes cantidades de cloruro de sal, sulfato ferroso, azufre y ácido férrico cristalizado, clorhídrico y nítrico para poderlo proporcionar al por mayor a cuantos ayuntamientos lo solicitasen a precio de coste y porte.

            Pero al terminar la epidemia, dejó la Diputación generosamente de pasar la factura a los pueblos que habían sido castigados.

            Las alarmantes noticias que del resto de España iban llegando a Navarra, no fueron obstáculo para que las fiestas de San Fermín se celebrasen con gran animación y concurso de gente a pesar de la campaña que algunos hicieron contra ellas basándose, principalmente, en el gran número de baratijeros y tratantes valencianos que de aquella tierra acudían. Los periódicos anunciaban por aquellos días, que en esa provincia se contaban ya 14.928 casos coléricos, de los que 6.801 habían resultado mortales y que la epidemia continuaba en auge. También se anunciaba que había hecho su aparición en Zaragoza; pero a pesar de todo las fiestas se verificaron toreando en sus corridas los afamados diestro Lagartijo y Mazzantini que despacharon en las cuatro corridas y prueba 27 toros de las vacadas de Espoz y Mina, Díaz, Lizaso, Elorz y Conde de la Patilla.

            Los conciertos rayaron a la altura de costumbre, interviniendo en ellos Arrieta, Sarasate, Zabalza, Larregla y Vallejos. En el teatro Principal actuó la compañía de ópera del maestro Don Antonio M. de Possimi del Teatro Real de Madrid; en el Circo de Labarta lucieron sus aptitudes circenses los afamadísimos artistas de la compañía lúdico-acrobática de M. Walssi, La Remigia pasó la maroma en la Plaza del Castillo haciendo durante el trayecto variados jeribeques y disparando cohetes. Los kilikis y zaldiko-maldikos se artaron de arrear zambombazos; se quemaron variados fuegos de artificio; en una palabra, que nada quedó en el tintero mezeteril.

            Pero en medio de este barullo y regocijo las autoridades no descuidaron un momento sus medidas sanitarias, y allá en la estación del Norte se veían negros, fumigando a todo meter viajeros y mercancías, el doctor Don José Revestido, el farmacéutico Don Nicolás Iribarren, activamente secundados por el experto practicante Don Fidel Amorena. Por la calle se distinguían los forasteros de los indígenas en que aquellos iban oliendo a demonio, es decir, a azufre, a causa de lo cual su paso por las calles era saludado por los estornudos de los transeúntes, y los ladridos de la multitud de canis vulgaris que en aquellos tiempos deambulaban libremente por la población.

            No faltaban viajeros pillines, que para librarse de los higiénicos jeringazos se apeaban en Noain, y desde allá, tomando coches, carros o aun a pie llegaban a las cercanías de Pamplona, donde estaban tan tranquilos como si volviesen de dar la Vuelta del Castillo.

            No contentos con estas medidas materiales, la Excma. Diputación de Navarra interpretando como madre celosa el común sentir de sus administrados, acordó celebrar una solemnísima función religiosa para impetrar de su glorioso Patrono, el gran santo Xavier, su protección y ayuda, para que no entrase en su antigua patria tan temido y cruel azote. La idea partió del Excmo. Presidente señor Albistur y fue aceptada por unanimidad.

            La solemne función se celebró en San Cernin el día 23 con toda solemnidad y durante ella ocupó la sagrada cátedra el señor párroco de san Agustín Don Modesto Pérez, que arrebató al devoto auditorio cantando las glorias del santo Patrón haciendo resaltar, no sólo su labor misional, sino también la inmensa caridad desplegada en mil ocasiones asistiendo enfermos y curando coléricos. Animó a la Excma. Diputación, y a Navarra toda, a visitar la cuna del Santo en piadosa peregrinación, terminando su brillante plática con estas palabras:

            -Si la Divina Providencia permite que la epidemia nos visite, ¡valor hermanos míos! Nuestra patria es el cielo. La muerte el camino que a ella conduce. ¡Hágase la voluntad del Señor!

            También el Ayuntamiento celebró una solemne novena en la catedral, ante la imagen del glorioso San Fermín que fue llevado procesionalmente desde la parroquia de San Lorenzo, con la pompa acostumbrada en la fiesta del 7 de julio. No dejó un pamplonés de asistir a la procesión, y lo mismo ocurrió con la novena.. En ella ocuparon la cátedra sagrada Don Fermín Ilundain y Don Dámaso Legar.

            Los dos primeros casos que se presentaron en Pamplona fueron el día 31 de agosto. Uno de los enfermos murió al día siguiente. En Peralta, para el día 6 de agosto se hallaban registrados 242 casos, de ellos 84 mortales. Tudela llegó a tener 832 casos con 352 defunciones. Pero proporcionalmente, el pueblo más castigado fue Beasoain, que de 61 habitantes solo 9 se salvaron del contagio, muriendo 20. Se dio el extraño caso, de que en ningún pueblo de sus alrededores se hubiere presentado un solo caso.

            Sin embargo, la peste no tuvo, ni por mucho, la importancia que la de 1854. Así por ejemplo, Tafalla que en aquella época fue castigadísima, en ésta del 85 tan solo contó 5 muertos.

            Por fin, el 26 de octubre se dio oficialmente la noticia de la desaparición del cólera.

            Pasado lo más crudo del invierno se pensó en poner en práctica la idea expuesta por Don Modesto Pérez el día de la rogativa de la Excma. Diputación, es decir, la celebración de una peregrinación al castillo, cuna del Santo Patrón de Navarra.

            Y a fin de llevar a cabo los trabajos de organización, se nombró una junta bajo la presidencia de la Diputación compuesta por los señores Don Luis Elío, deán, Don Dámaso Legar, Don Modesto Pérez Aoiz, párroco de San Agustín, Don Pablo Jaurrieta, Don Leoncio Ubillos y Don Juan Iturralde y Suit.

            De la labor de estos beneméritos caballeros y éxito de la peregrinación, que se celebró el 4 de marzo de 1886, a la que asistieron 20 mil personas, en tiempos en que Javier carecía carreteras y los medios de locomoción eran escasísimos e incómodos, hablaremos en otros números."

"Tiburcio de Okabío"
(Diario de Navarra, 1952)

Y mañana continuará si Dios quiere





martes, 8 de marzo de 2011

Peregrinación a Javier en 1932

Querido lector, como te contaba ayer la primera javierada fue en 1940, organizada por la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz entre cuyos fundadores se encontraba el "aitacho". Pero también te adelantaba que había un precedente de la misma, desconocido para la gente en general, excepto para los que hemos podido leer las memorias inéditas de la tía Lola. Ella lo narra en una autobiografía llamada "Veinticinco años al volante, memorias de una chófer", ya que fue una de las primeras mujeres conductoras de Navarra (si no la primera).

Nos pone en antecedentes en el año 1932, cuando a través de las margaritas (mujeres carlistas) trataban de hacer frente al laicismo radical de la ÍI república. Para entenderlo tienes que conocer algunos datos: en la Constitución republicana se prohibían los actos públicos de expresión religiosa, la enseñanza a las órdenes religiosas y se expulsaba a los jesuitas de España. A eso se sumaban una serie de leyes y actuaciones, como la prohibición de los crucifijos en las escuelas y la persecución anticatólica con la quema de conventos e iglesias, que hacían que el tema religioso estuviera muy candente. En este contexto Dolores Baleztena, hermana de Ignacio, escribe en sus memorias:

"Llegaron los días de la Novena de la Gracia en honor a San Francisco Javier. El histórico castillo, cuna del gran apóstol navarro, estaba cerrado por orden del Gobierno, y dispersados los jesuitas encargados de su custodia, se presentaba una ocasión magnífica para organizar una protesta, y como era de esperar, no se desperdició la coyuntura. Camino Jaurrieta, corazón de apóstol, inició la campaña escribiendo en los periódicos y su pluma, junto con la de mi hermana María Isabel y la de María Paz Ciganda, tendieron su vuelo por las regiones de la fe y del entusiasmo animando a las gentes para que se dispusieran a peregrinar al Santo Castillo.



Dolores Baleztena Ascárate




Mª Paz Ciganda (Paz de Ziganda)

           












El éxito estaba descontado, pues en aquella época, a nada que se soplara sobre las brasas de la indignación, se levantaba la llama de la protesta. Cantidad de autos y autobuses recorrieron el camino de Pamplona y de los pueblos que se dirigían a Javier. Llegaron a reunirse ocho mil personas.

            La iglesia estaba abierta, no así la capilla del Santo Cristo milagroso. Ante aquella puerta, sectariamente cerrada, se postraban los fieles y los sellos de papel puestos por orden gubernativa habían de ser frágil barrera para contener los arrestos, que por aquel entonces caldeaban los corazones navarros.    Salvo el autobús del Colegio de las Ursulinas, que fue tiroteado, todos, pudimos pasar la carretera sin ningún incidente desagradable".

Dolores Baleztena en "Veinticinco años al volante, memorias de una chófer"

Quizá lo que más me sorprende es este final. Vamos que no paso nada más que tirotearon el autobús del Colegio de las Ursulinas. Menudencias.

Como anécdota final y curiosidad comentar que Mª Paz Ciganda, una de las impulsoras de esta iniciativa, íntima amiga de la familia, era la pretendiente casadera que tenían preparada para Ignacio sus hermanas (es decir mis tías), y se conoce que al "aitacho" no le debió parecer muy buena idea. Ecos de sociedad de esa época.

Pero aun hay más antecedentes de "romerías" masivas a Javier, y estas las leeremos de la mano de mi padre, que dedicó varias iruñerías a narrar las peregrinaciones al Santo con motivo de..., pero esto ya lo escribiré mañana si Dios quiere.

lunes, 7 de marzo de 2011

Ignacio Baleztena y la primera javierada

Querido lector, desde el pasado 4 de Marzo celebramos la Novena de la Gracia a San Francisco Javier, y precisamente por eso durante estas fechas se celebran las javieradas. 

Para mí todo lo relacionado con nuestro santo Patrón y su castillo tiene un especial significado, ya que pasé la mayor parte de mi infancia allí, en el internado de los jesuitas en Javier, y tengo unos recuerdos especialmente buenos de esa época, así que parte de mi corazoncico está en aquel castillo. Por eso, voy a hacer un paréntesis en el hilo del blog para dedicar esta semana a la Javierada. ¿Y por qué?. Pues, además de porque nuestro universal Patrón se lo merece, porque el "aitacho" escribió varias iruñerías sobre el santo y además, como no podía ser de otra manera, me imagino que no te cojo por sorpresa si te digo que estuvo en el ajo de los orígenes de esta peregrinación. Y para ver esto saltamos provisionalmente a Marzo de 1940, la primera Novena de la Gracia tras el final de la Guerra Civil. 

En esta fecha, concretamente el 10 de marzo de 1940, tiene lugar la primera javierada. Ésta es una iniciativa promovida por un grupo de ex combatientes navarros de la Guerra Civil agrupados en la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz. El Diario de Navarra de 9 de Marzo de 1940,  en su primera página  decía: “un grupo de muchachos decididos saldrá a pie desde Pamplona con el fin de comulgar en Javier. Vienen a dar gracias al Apóstol bendito por haber salido incólumes  de los lances de la guerra y para implorar su protección sobre España entera. Mañana domingo la afluencia de peregrinos promete ser extraordinaria".


Diario de Navarra del 9 de Marzo de 1940 en el que se publica la noticia de la primera javierada
Y efectivamente así fue, unos cinco mil peregrinos se congregaron en Javier y se celebro la Misa solemne a las 10:30 de la mañana, y a las 16:00, con presencia de las primeras autoridades de Navarra que secundaron el acto convocado por la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, recibieron la bendición con el Santísimo del arzobispo de Pamplona Mons. Marcelino Olaechea.

¿Y qué tiene todo esto que ver con mi padre?. Pues como perejil de todas las salsas que era fue uno de los fundadores de dicha Hermandad. 


Libreto de las reglas y ceremonial de la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz
Esta Hermandad canónica se fundó por un grupo de excombatientes en su inmensa mayoría carlistas, entre los que estaba el "aitacho".



Pues bien, Ignacio Baleztena junto con el resto de nombres que aparecen en el texto que puedes leer a continuación fueron los promotores y organizadores de la primera javierada en 1940.

Texto en el que Mons. Olaechea aprueba la erección de la Hermandad y la composición de su primer capítulo formado entre otros por Ignacio Baleztena
Tras el exito de esa primera javierada de 1940, al año siguiente el acto se convocó de forma oficial directamente por el propio arzobispo para el segundo domingo de marzo. En su convocatoria en la hoja diocesana La Verdad se empleó por primera vez la denominación Javierada de Navarra.


Pero no era la primera peregrinación masiva a Javier que se organizaba en el siglo XX, ya que en 1932, si tienes paciencia, verás que hay un antecedente desconocido que no pasó a la posteridad pese a su gran envergadura, y que providencialmente se conserva su historia gracias a las inéditas memorias de la tía Lola, que publicaré en la próxima entrada si Dios quiere.