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martes, 8 de marzo de 2011

Peregrinación a Javier en 1932

Querido lector, como te contaba ayer la primera javierada fue en 1940, organizada por la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz entre cuyos fundadores se encontraba el "aitacho". Pero también te adelantaba que había un precedente de la misma, desconocido para la gente en general, excepto para los que hemos podido leer las memorias inéditas de la tía Lola. Ella lo narra en una autobiografía llamada "Veinticinco años al volante, memorias de una chófer", ya que fue una de las primeras mujeres conductoras de Navarra (si no la primera).

Nos pone en antecedentes en el año 1932, cuando a través de las margaritas (mujeres carlistas) trataban de hacer frente al laicismo radical de la ÍI república. Para entenderlo tienes que conocer algunos datos: en la Constitución republicana se prohibían los actos públicos de expresión religiosa, la enseñanza a las órdenes religiosas y se expulsaba a los jesuitas de España. A eso se sumaban una serie de leyes y actuaciones, como la prohibición de los crucifijos en las escuelas y la persecución anticatólica con la quema de conventos e iglesias, que hacían que el tema religioso estuviera muy candente. En este contexto Dolores Baleztena, hermana de Ignacio, escribe en sus memorias:

"Llegaron los días de la Novena de la Gracia en honor a San Francisco Javier. El histórico castillo, cuna del gran apóstol navarro, estaba cerrado por orden del Gobierno, y dispersados los jesuitas encargados de su custodia, se presentaba una ocasión magnífica para organizar una protesta, y como era de esperar, no se desperdició la coyuntura. Camino Jaurrieta, corazón de apóstol, inició la campaña escribiendo en los periódicos y su pluma, junto con la de mi hermana María Isabel y la de María Paz Ciganda, tendieron su vuelo por las regiones de la fe y del entusiasmo animando a las gentes para que se dispusieran a peregrinar al Santo Castillo.



Dolores Baleztena Ascárate




Mª Paz Ciganda (Paz de Ziganda)

           












El éxito estaba descontado, pues en aquella época, a nada que se soplara sobre las brasas de la indignación, se levantaba la llama de la protesta. Cantidad de autos y autobuses recorrieron el camino de Pamplona y de los pueblos que se dirigían a Javier. Llegaron a reunirse ocho mil personas.

            La iglesia estaba abierta, no así la capilla del Santo Cristo milagroso. Ante aquella puerta, sectariamente cerrada, se postraban los fieles y los sellos de papel puestos por orden gubernativa habían de ser frágil barrera para contener los arrestos, que por aquel entonces caldeaban los corazones navarros.    Salvo el autobús del Colegio de las Ursulinas, que fue tiroteado, todos, pudimos pasar la carretera sin ningún incidente desagradable".

Dolores Baleztena en "Veinticinco años al volante, memorias de una chófer"

Quizá lo que más me sorprende es este final. Vamos que no paso nada más que tirotearon el autobús del Colegio de las Ursulinas. Menudencias.

Como anécdota final y curiosidad comentar que Mª Paz Ciganda, una de las impulsoras de esta iniciativa, íntima amiga de la familia, era la pretendiente casadera que tenían preparada para Ignacio sus hermanas (es decir mis tías), y se conoce que al "aitacho" no le debió parecer muy buena idea. Ecos de sociedad de esa época.

Pero aun hay más antecedentes de "romerías" masivas a Javier, y estas las leeremos de la mano de mi padre, que dedicó varias iruñerías a narrar las peregrinaciones al Santo con motivo de..., pero esto ya lo escribiré mañana si Dios quiere.

1 comentario:

  1. Mi madre,que es de Ezcároz,cuenta que de vez en cuando acudía a la escuela una señora que parece ser que era Paz de Ciganda. El día anterior la maestra les avisaba de la visita a los alumnos y les decía que al día siguiente fueran arregladicos. Y mi madre dice que Paz de Ciganda acudía a la escuela para premiar con una propina a los niños que le hablaran en vasco. Lástima que aquellos niños no recibieran por lo menos algunas asignaturas en euskera,o por lo menos educarles en la educación infantil en su lengua ancestral,aunque luego les fueran introduciendo el castellano. Mi madre fue de las primeras generaciones de Ezcaroz desconoceras del antigua idioma de ese pueblo salacenco. De hecho,el hermano mayor de mi madre,al tener mucho más contacto con los abuelos y vecinos mayores,sí que sabía hablar vasco.
    De Doña Paz de Ciganda,lo que le llamaba la atención a mi madre en aquellos tiempos era.... ¡que llevaba pantalones!,cosa inusual por entonces.Parece ser que la familia de doña Paz estaba algo relacionada con Ezcároz o con el Salazar. Saludos de un habitual lector

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