Ferm.- Te lo bailas con Geroboán. (Se oye el gran broncazo en la habitació derecha) ¡Eh! ¿qué es eso?
Satur.- Qué ha de ser, lo de siempre. Ya está el chulo ese de las varietés armando bronca con su mujer por no perder la costumbre.
(Se oye un tortazo padre)
Ferm.- ¡Agua va!.
Tolique.- (Saliendo el Tolique con un gran garrote de la puerta lateral derecha) Se puede saber quien es el que ha mencionado ese líquido asqueroso.
Ferm.- ¡Hombre!, yo creí que no faltaba a nadie por decir: ¡agua va!.
Toli.- Agua, agua de chufa es lo que sobra en las venas de uno que yo me sé, y al que me encargo de extraérsela gota a gota.
Satur.- ¿Es usted practicante?
Toli.- Niña, los chicos bien educados solo hablan cuando se les interviuva o cuando las gallinas hacen ciertos menesteres ajenos a su naturaleza.
Ferm.- ¡Eh! ¡caballero!. Las manos quietas.
Toli.- Poco a poco. ¿Se puede saber, si en esta casa u mansión hay alguien a quien le sobra no más que un milímetro de lengua?, no vaya a ser que me encargue de ponérsela de bufanda u de corbata. Y usted, digna representante del gremio doméstico, y en atención a su sexo antagónico al mío me digno dirigirle mi autorizada palabra sin lanzar exabrupto alguno: ¿tiene usted el caprichito de ver salir la nuca de una persona por el ojo izquierdo de su propietaria?.
Satur.- Pues hijo, avise usted cuando se deja los exabruptos encima del piano.
Toli.- Si no va por usted, nena. Lo digo porque si usted muestra el más mínimo deseo por ver ese pequeño escamoteo, no tiene usted más que hacerme una ligera indicación y realizo ese ejercicio de prestidigitación en la persona de mi consorte.
(Sale Zulima por la misma puerta)
Zulima.- (saliendo) Qué es lo que está diciendo ese sinvergüenza, granuja, mal nacido, criminal, ladrón, corruptor, canalla, estraperlista...
Toli.- Es que, ¿está usted dirigiéndose por radio a su progenitor u sease a su padre?
Zul.- Vamos, dejenme ustedes que le saque los ojos, que me le sorba los sesos, que le masque la nuez...
Satur.- ¡Por Dios señora! Tenga calma.
Zul.- Pero cómo quiere usted que la tenga, si desde hace cinco años que tuve la mala ocurrencia de casarme con ese calcomanía no hago más que tragar bilis, comerme los hígados...
Toli.- ¡Pchs! Apetito que tiene una.
Zul.- Yo, que maldita la necesidad que tengo de que nadie me ayude a ganar el pan, pues gracias a mis pies y garganta y demás aptitudes para el cante y baile, lo que me sobran son contratas, que más de veinte empresas se han puesto de moños y se han tirado los trastos a la cabeza por ser las preferidas en llevarme.
Toli.- ¡Eh! ¡Poco a poco!. Menos supitez y más razones. Vamos por partes. Ese cartel, esas contratas de que tanto te pavoneas y haces alarde, ¿cómo y de qué manera las has azquirido si no es por obra y gracia del que tienen ustedes el honor de escuchar en este momento, conocido en el mundo del arte por el sobrenombre del “Tolique Angelical?. ¿Cantarías tu acaso soleares, marianas, fandanguillos, etc., etc., si mientras tú desafinas, no haría yo llorar a la guitarra...?.
Zuli.- Lo que tú haces llorar es al público de asco.
Toli.- Tú crees que el título de reina del “Exotique Dance” con que te anuncias, ¿lo habrías adquirido si yo no me hubiera dignado hacerte el pandant ataviado de negro excéntrico?. Pero que conste niña, que las tales ganguitas se acabaron, “finis coronat... gangas”.
Zuli.- Pero, ¿Han oído ustedes?. Vaya, sujéteme señorita si no quieren ustedes tener que tratar con la justicia.
Toli.- Joven, (a Fermín) hágame el obsequio de ser portador del presente junco marino, no vaya a ser que me deje llevar de mi natural de suyo súpito, y de la primera manguzá esparza por las paredes la masa encefálica de mi consorte, y va a ser una lástima estropear tan artístico papel.
Ferm.- Ya sólo eso me faltaba, que me tomen por paragüero.
Zuli.- Canalla, sinvergüenza, mal nacido...
Toli.- Niña, no te olvides que en este mundo todo es finito.
Ferm.- Menos el junco.
Toli.- Y mi paciencia está comprendida en el catálogo de las cosas terráqueas
(Vuelve a coger el bastón y se dirige contra Zulima)
Ferm.- ¡Vaya!. ¡Se arma!. Pero lo que es, yo no me comprometo, yo llamo gente, doña Agapita, don Homobono, vengan ustedes a evitar un sepelio.
Satur.- ¡Señores!. Aquí no se pega nadie estando yo delante. Usted guarde las uñas para cuando le pique algo, y usted deje es limpiadientes pa cuando tenga alguna muela careada.
(Entran por el foro doña Agapita seguida por D. Homobono)
Continuará
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