Querido lector. Ayer explicaba cuales fueron las inquietudes que le llevaron al "aitacho" a fundar el semanario "Joshe Miguel". Hoy y mañana paso a transcribir los artículos escritos por él en su primer número. El que vas a leer a continuación me parece muy interesante por dos cosas. Una menor que es el seudónimo que utiliza (generalmente nunca firmaba con su nombre), que en este caso es "Tiberio". Es el primero que yo conzoca de los que llego a utilizar. Es decir "Tiberio" es el mismo que "Premín de Iruña", que "Tiburcio de Okabío" y en definitiva que Ignacio Baleztena. La otra cosa es cómo el presente escrito aborda una faceta más desconocida de Ignacio Baleztena: su gran preocupación por el tema social, procedente de sus convicciones carlistas, que incluyen la propuesta de aplicar la doctrina social de la Iglesia frente a los excesos del liberalismo. Además el tono más serio del artículo respecto a lo que suele ser habitual en él señala la importancia que le da a este tema, con el que inaugura "Joshe Miguel".
Al final de esta entrada haré una reflexión al respecto, pero primero te animo a que leas el artículo a ver qué te parece.
JOSHE MIGUEL
MI SALUDO
Aquí estoy, en tu presencia, lector benévolo o malévolo, pues no sé por qué una literatura cursi se empeña en calumniarte poniéndote siempre el calificativo, aparezco hoy inesperadamente ni tímido ni arrogante, satisfecho y ufano de vivir.
Al atravesar con cierta zozobra las calles de nuestra ciudad me alargas tu mano, que me apresuro a estrechar, esperando que nuestra amistad no ha de menguar, sino que cada domingo buscarás con creciente afán mi conversación que carecerá de otros méritos, pero tendrá el atractivo insuperable de la dura y acertada sinceridad del alma Navarra.
No me preguntes con tu nervioso e insistente mirar inquisitorial, a qué vengo, porque no sabré darte una respuesta concreta, aunque me sobran las frases hechas y rebuscadas para salir de este trance apurado.
Habrás leído muchas frases en el frontispicio de los periódicos para justificar su aparición. Muchos pomposamente declaran que vienen a llenar el consabido vacío, que por ninguna parte se descubre; otros, románticos, enamorados, vienen con cara descubierta y animada, a luchar en defensa de altos ideales que acarician sus almas; otros, curvilínicos, torbos, con el pretexto de la política, cuyo himno ferviente entonan, o al resguardo de mentida independencia intentan solapadamente fabricar una a una, con paciencia, las gacetillas que son plumas, con las que se formen las alas que elevan a sus ídolos ocultos a las alturas de la notoriedad y los cargos populares; otros, los más cándidos, aspiran a hacer un negocio pecuniario. ¿No conoces alguno de estos periódicos?
Pues bien, JOSHE MIGUEL, puede noblemente decirte que no intenta de seguro, ninguno de estos fines: ni industrial, ni político, ni servir de lacayo a ignorados señores.
JOSHE MIGUEL, vivía tranquilo, cultivando sus campos, en la sosegada soledad de su pueblo, feliz, contemplando la risueña majestad de las altivas e inconmovibles montañas navarras cantando melancólicamente …… escuchando distraído …… mucho a Pamplona …… conocía muy buenos amigos, cada día más escasos pues nunca dejas de visitarle en tres fechas memorables: para ver la procesión de Viernes Santo, las fiestas de San Fermín y las ferias de San Fermín Chiqui.
Pero, en la vida de Pamplona se observan muchos rasgos extraños que transforman su fisonomía sugestiva, de nobleza, de sensatez, de amante de sus cosas y costumbres, compatibles con todo legítimo progresar. No es éste, precisamente, pesimismo de sesentón. A todos los rincones de la provincia, lleva el viento, que protesta gimiendo, ecos de la degeneración de Pamplona; estadísticas alarmantes de una juventud marchita, amasadas por la imbecilidad de los padres, el mutismo de los de arriba, y la complicidad y apatía de todos; creciente osadía en las diversiones y espectáculos públicos, demoledores vicios sociales bajo la noble capa del sport; ayuntamientos que juegan a concejales manejados a su capricho por un alcalde inquieto y descifrable, que se entretiene jugando con la voluntad de Pamplona, hombres dignos, que envueltos en su egoísmo, se ocultan en sus casas abandonando, muchas veces, los cargos públicos a medianías que suben penosas, asuntos vitales que se gestionan a espaldas de la Ciudad, sin que una crítica severa descubra sus misterios, aumentando la confusión; sociedades que chuparon sus pesetas a multitud de obreros, cuyas esperanzas defraudaron, y de las que nadie ha dicho en público de lo que a todas horas se susurraba a los oídos; prensa que pone sordina a sus declamaciones ante peligros morales y sociales, pequeños, si queréis, pero que no pasan impunemente sin dejar alguna huella en el alma Navarra, familiarizándola, por lo menos, con ellos y disponiéndola a otros mayores; campañas, otras veces, que amparadas bajo el nombre santo de la justicia, estaban inspiradas en el más ruin egoísmo, sombras casi siempre injustificadas sobre la administración provincial, manipulaciones ocultas de hombres traviesos; grande rebajamiento moral hasta no tener la libertad de desgarrar nuestros convencionalismos; conatos de caciquismo que sacude como denigrante, Navarra; que muchas veces nos lleva insensiblemente a hablar del insilamiento de Ferrer. Estos y otros muchos rumores, turbaron la paz de mi casa y se amontonaron diariamente sobre mi espíritu, que al fin se atolondra con su barahunda.
JOSHE MIGUEL siente explotar en su pecho la indignación mucho tiempo contenida ante el desmoronamiento sordo del alma pamplonesa y, tomando el palo grande de fresno, abandona su pueblo y sigue el camino de Pamplona, crispados sus nervios, pisando con fiera fuerza los cascajos y soñando con sus ojos fijos en el cielo azul, hacer algo práctico, eficaz.
Por eso he venido, y por eso vendré al mercado todos los sábados para aquilatar la certeza de esos rumores y escuchar las quejas de otros amigos de los pueblos y enterar a Navarra, no de esa verdad que fabrica la prensa para el público, sino la verdad tal cual se lee en la vida real que se esconde bajo los convencionalismos.
Esto me propongo; por eso te dije que nada podía responderte en concreto. Me propongo seguir las huellas gloriosas de aquel acometedor semanario El Cozcor, entre otros, que tan buen sabor de boca nos dejaron, y que en tantas ocasiones hemos notado su falta.
Cierto que JOSHE MIGUEL tendrá algunas veces un lenguaje tosco, rudo, efecto parte, de la indignación ante tanta mentira con que se adorna la iniquidad, parte de la ignorancia, que no ha pulimentado sus palabras, parte de su temperamento brusco, eternamente joven e impulsivo, propio del alma Navarra; pero nunca de su mala voluntad, de su afán de molestar zahiriendo, pues jamás será capaz de insultar las personas, a las que siempre respetará, discutiendo únicamente sus actos públicos, dejando a salvo, desde el primer momento, su recta, aunque equivocada, intención.
¿Te agradan estos legítimos deseos de sanear el ambiente moral y social? Lo conoceré, si me alejas con desdén de tus manos, apenas lo ojees, o si doblándome me guardas con cariño en la bolsa de tu blusa o americana.
En el primer caso volveré, resignado, por haber cumplido mi deber, triste y mudo, a mi casa, a cantar en su paz, con canturrias más mustias y calladas, la desaparición de nuestro Pamplona; en el segundo caso, tu amistad fortalecerá mis deseos de lucha, y no faltaré ningún domingo a conversar contigo del engrandecimiento de nuestra ciudad.
Y desde hoy, te brindo con lo que más aprecio, mi amistad y sinceridad.
Este es mi primer saludo TIBERIO
Mi reflexión final al texto es una pregunta que no se si te la habrás hecho tu también: ¿Lo estaba escribiendo para la sociedad del 1913 o para la actual?. Espero que te haya gustado, pero todavía quedan más sorpresas en el siguiente artículo "
sobre apellidos euskaros" que reproduciré mañana si Dios quiere. Hasta entonces espero que te quede el regustillo del actual y las ganas de leer el de mañana.
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