Páginas

sábado, 26 de mayo de 2012

17 de Julio de 1936. De Pamplona a Leiza


            Querido lector, veíamos como el aitacho vivía los sanfermines de 1936. A final de las fiestas la tía Lola, su hermana, entre el 12 de Julio y el 16 de Julio hizo varios viajes a San Juan de Luz (Francia) como chofer, en el transcurso de los cuales paso desde San Juan de Luz (Francia) a España la Orden del Alzamiento dada por el Rey D. Alfonso Carlos escondida en el zapato, y en otro de ellos al Coronel Rada, en una peripecia que daría para escribir un libro y que está narrada en sus “Memorias de una Margarita”. 

Foto dedicada del Coronel Ricardo Rada a Lola Baleztena, agradeciendole haberle pasado a España por la frontera francesa el 16 de Julio de 1936. La dedicatoria escrita posteriormente (26-6-1938) dice: "A Lola Baleztena, mi chofer en una noche histórica de inquietudes y esperanzas, al alborear esta gloriosa Cruzada, con todo afecto Ricardo de Rada"
A la vuelta del último de esos viajes nos cuenta la tía lola que:

Luis Arellano me dijo:

-         Ya faltan pocos días para el Alzamiento. El Gobierno lo sabe, pero no puede
hacer nada para impedirlo. Habrá detenciones, registros... Que tus hermanos no pasen la noche en casa.”
             Así nos plantamos en la mañana del 17 de julio, en la que efectivamente las detenciones comenzaron. Entre ellas se produjo la de Herreros de Tejada. Había ido a Casa Baleztena para informar sobre la proximidad del Alzamiento. Ignacio Baleztena, mi padre, le acompañó hasta la puerta donde se despidieron, yéndose después a la peluquería. Al poco rato Herreros de Tejada fue detenido. Ante el riesgo inminente de que le detuvieran también a él, una sobrina suya, Santita (Mª Santos Jaurrieta Baleztena), fue a prevenirle a la peluquería. A continuación nos sigue contando la tía Lola:    

            “Se nos aconsejó que desapareciéramos por unos días, que nos fuéramos a Leiza y que a los hermanos les avisarían en el momento oportuno. Así, pues, cargado el auto de equipajes y el corazón de angustia, salimos de Pamplona y recorrimos el camino por segunda vez en dramáticas circunstancias.

            Aquella tarde nos fuimos a Leiza. Por no pasar por la Rochapea donde había muchos de la Casa del Pueblo, dimos un recorrido especial. Ignacio, a mi lado, llevaba en brazos al menor de sus hijos[2]. ¡Qué viaje de sobresalto comparado con aquellos felices y tranquilos que durante tantos años habíamos disfrutado! Petrorena[3] nos había acogido siempre bajo su sombra protectora. Más de una vez, a la casa llegamos llorando a los que ya no volverían a ella; cuando los sucesos de Pamplona[4] entre sus sólidos muros nos sentimos protegidos, pero ahora, ante el tenebroso porvenir, sus muros no podían aquietar nuestra zozobra… los hermanos tomaron sus medidas por si venían a buscarlos; Pello rompió de una pedrada la bombilla de la calle, así el jardín quedaba a oscuras y atravesándolo, se podía salir y perderse en el monte.

            Y así la noche del 17 de julio el aitacho y el resto de la familia se refugiaba de nuevo en Leiza.


[2] Se refiere a Ignacio, el 5º hijo de Ignacio Baleztena
[3] Petrorena es la casa familiar de la familia Baleztena en Leiza
[4] Se refiere al asalto y quema de Casa Baleztena en Pamplona, en Abril de 1932 (pinchar aquí)

No hay comentarios:

Publicar un comentario