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miércoles, 6 de junio de 2012

18 de Julio de 1936, Ignacio Baleztena entre Leiza, Pamplona y San Sebastián.


Sagrado Corazón de Jesús,
en vos confío

Querido lector, abandonamos Mayo, mes de la Virgen, para comenzar Junio, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. En las casas de Navarra es tradición al inaugurarlas, bendecirlas y entronizar una imagen del Sagrado Corazón de Jesús en un lugar preferente. Esto que escribo como inicio ayudará a entender el final de esta entada.  
Esta imagen del Sagrado Corazón de Jesús que durante años presidió el salón de plenos del Ayuntamiento de Leiza, al ser retirado del mismo actualmente está entronizado en Petrorena, la casa familiar de los Baleztena en dicho pueblo.
En nuestra tierra la devoción al Sagrado Corazón está muy arraigada. En los ayuntamientos, puertas de las casas, ciudades, pueblos… nunca faltaba una imagen del mismo. Precisamente el aitacho era especialmente devoto del Mismo. En casa Baleztena todos los días de este mes se le rezaba y cantaba como ya vimos el año pasado. Y esta tradición la mantienen viva en sus respectivas casas nietos y biznietos de Ignacio Baleztena.

Y cambiando de tercio, para no retrasar demasiado su biografía la retomamos donde la habíamos dejado: en Leiza el 17 de Julio de 1936. La cónica de lo que sucedió estos días la dejo en manos de la tía Lola, hermana de mi padre Ignacio Baleztena:

            “Al día siguiente, 18 de julio, pretendimos hablar con Pamplona pero las comunicaciones estaban cortadas. Entonces se nos ocurrió ir a San Sebastián en busca de noticias. Al pasar por Tolosa todo parecía tranquilo, así, como en los pueblos del trayecto.

            En San Sebastián Santita[1], mi sobrina, y yo fuimos enseguida a casa de Bustinduy, que era jefe de los requetés en Guipúzcoa y su hermana nos dijo que andaba por los pueblos dando la orden de acudir en la madrugada del domingo al cuartel de Loyola para secundar la sublevación, y también nos dijo que nos fuéramos cuanto antes, pues la carretera de Pamplona sería cortada.

            Como nos habíamos separado de mi hermano Ignacio[2], estábamos impacientes por verle llegar y más, al oir las radios por el barrio de Gros diciendo que la sublevación estaba dominada. Las calles iban quedando desiertas; por el Paseo de la Concha no quedaba un alma ...

Llegó por fin Ignacio trayendo menos noticias que nosotras. Al acercarse al Gobierno Civil, por ver si allí se observaba algún movimiento, se encontró con Manuel Irujo, diputado nacionalista de Navarra y más tarde Ministro de Justicia en el Madrid rojo.

-         ¿Qué haces por aquí? –le preguntó.

- Pues, como estamos proyectando una gira a Francia con los Muthikos, vengo por la cuestión de los pasaportes.

- Bien Ignacio; tú siempre de buen humor. Pues yo, como he oído rumores de sublevación, vengo al Gobierno a saber qué hay de cierto.

Y los dos se separaron amigablemente. Los dos se mintieron con descaro, pero la mentira de Irujo fue más transcendental. Pudimos comprobarlo aquella misma tarde,
El periódico de la tarde, “El Día”, decía: El señor Irujo en el Gobierno Civil para ofrecer al gobierno las fuerzas de los nacionalista de Euzkadi. Como se ve, la mentira de este último fue bastante transcendental.

            Al regresar ya no funcionaba ningún auto; en los pueblos se veían grupos discutiendo acaloradamente. Después del nuestro, raro sería el coche que consiguiera salir de San Sebastián. Una vez más, la Providencia veló por nosotros.

            Al regresar a Leiza nos comunicaron las últimas noticias: había ya estallado el Alzamiento aunque no en las calles. En vista de esto, sin probar la comida, nos fuimos a Pamplona mis hermanos Joaquín[3] e Ignacio y mi sobrino Javier[4], pero ante el temor de cómo estaría cierto barrio algo conflictivo de los alrededores, tomando la carretera de Osquia, llegamos a Cizur, y desde allí pudieron ponerse al habla con el Círculo Carlista, donde se encontraba Juan Jesús (Chan[5]), otro sobrino, pues cuando su familia se marchó a Leiza él se negó a ir, diciendo a su madre: “Imposible, mamá. En el Círculo nos estamos todos confesando porque se prepara algo de una terribilidad terrible[6].”

-         Enseguida subo a Cizur y os llevaré un encargo de suma importancia.- contestó Chan al otro lado del teléfono.

            Mis hermanos (Ignacio y Joaquín) y Javier, el suyo (el de Chan), bajaron a recibirle y mientras tanto, yo me quedé en casa Larraya y con las margaritas del pueblo. Al salir, paró en la puerta un coche y lanzó un gran paquete más este aviso: - Mañana, después de oír la primera misa, toda la Cendea a la concentración de Pamplona, y ¡viva España! Y salió disparado sin más explicaciones. Eran boinas rojas para los de todos los pueblos que irían allí a recogerlas.

            En el gran salón de la casa, donde estaba entronizado el Sagrado corazón, como en tantas otras, poniéndonos de rodillas ante él esparcimos las boinas rojas mientras suplicábamos fervientemente: Bendícelas Señor. Van a cubrir las cabezas de los defensores de la Santa Causa.

            Joaquín e Ignacio junto con Juan Jesús (Chan) bajaron a Pamplona. Y los demás con Javier nos volvimos a Leiza.

            Y así dejamos al aitacho en Pamplona en la noche del 18 de Julio, expectante ante la evolución de los acontecimientos, como veremos en la próxima entrada si Dios quiere.


[1] Mª Santos Jaurrieta Baleztena, sobrina de Ignacio
[2] Ignacio Baleztena Ascárate, mi padre
[3] Joaquín Baleztena Ascárate, hermano de Ignacio y Jefe Regional Carlista de Navarra
[4] Javier Jaurrieta Baleztena, otro sobrino de Ignacio Baleztena
[5] Juan Jesús (Chan) Jaurrieta Baleztena, hermano de de Javier y por tanto sobrino de Ignacio Baleztena
[6] Una expresión muy suya.

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