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lunes, 20 de febrero de 2012

Ambiente sociopolítico en 1934

Querido lector, de nuevo el Riau riau, un “invento” de mi padre Ignacio Baleztena vuelve a ser noticia, ya que el alcalde de Pamplona ha propuesto que vuelva a celebrarse dicho acto. Nuevamente salen mil teorías en torno a su origen. Todos aciertan en decir quién fue su iniciador, pero fallan en las fechas y la manera en que se inició. Si quieres saber cual fue el origen del Riau riau no tienes más que pinchar aquí, y lo sabrás de primera mano.

Pero no me voy por las ramas que si no los lectores me “echáis la bronca”. Vuelvo a donde nos quedamos, entrando la biografía del aitacho en el conflictivo 1934. Primero haré un esbozo de la situación socio política de la época, narrada por su hermana por Dolores Baleztena, transcribiendo fragmentos de sus dos principales escritos biográficos inéditos: “Memorias de una margarita” y “25 años al volante, memorias de una chofer”. Sin más preámbulos os dejo con la tía Lola:

Año 1934

Año trágico: incendios, sacrilegios, crímenes, revoluciones.

El carro torcido no conseguía enderezarse a pesar del triunfo electoral. El “bien posible” sustituyó al “mal menor”, pero resultó un mal mayor. ¡De otro modo se hubieran aprovechado las izquierdas de su triunfo!. El pasteleo lo echó todo a perder.

Los agrarios acatan y reconocen la república. Lerroux dijo con mucha gracia: “Le ponen piso a las izquierdas con dinero de las derechas”. Gil Robles, guardando varias cuerdas para un arco, dijo en Pamplona: “que no importaba cayera la corona, si se recogía la Cruz para defenderla”. ¡Defenderla aliándose con los enemigos de ella!. Martínez Barrios, ministro de la Gobernación, anunciaba desde su puesto que la revolución avanzaba y que no sería posible contenerla…

Huelgas, asaltos, tiros, asesinatos, profanación y quema de templos. Entre los asesinatos hubo que lamentar el de Ezequiel Lorca, conocido contratista de Pamplona[1].

Este ejemplar del periódico "El Día" de Abril de 1934, editado en Guipuzcoa, sirve de muestra para ver cómo estaba la situación en esa época y cómo el asesinato de Lorca y su contable sobrepaso nuestras mugas forales.
            Entre todo este ambiente revolucionario Ignacio Baleztena andaba viviendo entre San Sebastián, donde estaba expulsada la familia, Leiza y Pamplona. Precisamente en sanfermines de este año fue la primera vez que el resto de la familia volvió de su destierro a Pamplona, aunque fuera solo por un día, y se encontraron con el mismo emocionante espectáculo que había presenciado dos años antes el aitacho y que nos lo cuenta la tía Lola:

También nos llegamos a Pamplona a pasar un día de San Fermín. Ante la casa cerrada bailaban los gigantes. Aquel real homenaje nos conmovió profundamente.

            Pero la situación no estaba para muchas fiestas y se fue complicando conforme avanzaba el año, como veremos en la próxima entrada si Dios quiere.


[1] Se refiere al doble asesinato del contratista Ezequiel Lorca y su  contable Oricáin, en Pamplona, por elementos socialistas de la “Casa del Pueblo”

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