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jueves, 24 de noviembre de 2011

Casa Baleztena en llamas. Recuerdos de un día trágico VII

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"...El humo nos cegaba: jadeantes, con los labios ennegrecidos, llegamos al tejado

-         “Hoy pereceremos algunos. No llegaremos todos a la noche –dije a Lolita que subía conmigo-.

Llevaba angustias de muerte  en el alma; y es que me parecía imposible que las diecisiete personas que estábamos pudiéramos todas escapar de tan horrendo peligro.

Manuscrito de la tía Lola Baleztena "Recuerdos de un día trágico"
 Cuando los desalmados nos vieron aparecer en el tejado, prorrumpieron en burlas e insultos

-         ¡Que griten ahora Viva Cristo Rey! ¡Que los salve su Dios!

vociferaban aquellos blasfemos, y nos hacían burlas con las manos. Y Dios a quien llamábamos desde el fondo de nuestros angustiados corazones; Dios a quien pretendían provocar aquellos malvados; Dios nos defendía. Contra su soberana protección ¿qué podía la perfidia de los hombres?

            Lolita extendió los brazos en ademán de súplica, y la valiente Silvita, agarrándole de la muñeca con entereza digna de un héroe, le dijo imperativamente

-         “No implores. Moriremos, pero no implores”

A mí, que rezaba con los brazos en cruz, me hicieron la misma advertencia.
No fueran a creer aquellos canallas que nos rebajábamos suplicándoles.

-                     Debo consignar, que entre los que se distinguían por el odio estaba la señora Juana, portera y lavandera que fue de casa, a quien mamá siempre protegió mucho: le solía dar sus vestidos y ayudar en sus apuros.[1]

José Joaquín y Chan consiguieron saltar de una altura de cinco metros al tejado próximo. El primero penetró por una claraboya en El Cisne[2], vio unas ropas tendidas en el desván, las retiró prontamente, y cogiendo el cable que las sostenía, nos lo tendió para facilitar nuestro descenso. Entonces dí por seguro, que si conseguíamos salvar la vida, cuando menos brazos y piernas saldrían mal parados en aquel salto más que regular que se tenía que efectuar al borde del tejado. ¡Qué vértigo sólo el recordarlo!

            Mientras esto ocurría, el pobre Ignacio."...

 ¿Qué pasaba con el aitacho, Ignacio Baleztena, mientras asaltaban y quemaban la casa?

Continuara en la próxima entrada si Dios quiere

[1] A los pocos días de estos sucesos, esta desgraciada murió quemada con gasolina en medio de tormentos horrorosos. Lolita en el hospital ayudo a sus curas. “¿Están bien todos los de su casa?” le preguntó angustiosamente al reconocerla. (Nota de la tía Lola)

[2] Hotel que estaba pegante a la casa

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