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martes, 18 de octubre de 2011

Nuevo rey para una república

Querido lector, veíamos como el 2 de Octubre de 1931, falleció D. Jaime III dejando un hondo pesar en el aitacho y en toda la familia. Además de la pena de  todos los jaimistas, este acontecimiento suponía una pérdida del que era un símbolo monárquico frente a la república. Y  también, como comenté, un problema sucesorio, ya que muriendo soltero su sucesor fue su tío D. Alfonso Carlos I, hermano de D. Carlos VII.

Busto de D. Alfonso Carlos I
D. Alfonso Carlos era una venerable persona mayor que supo recoger la bandera de la Tradición y las cargas de un Reino sin corona ni honores. Era, al igual que su antecesor, el ejemplo de la responsabilidad de un soberano, que entendió perfectamente que su misión a esas alturas de la vida era la de servir a su pueblo, muy lejos de otros gobernantes que creen que su posición es para servirse del pueblo. Nada materialmente tenía que ganar, y mucho humanamente tuvo que aportar, debiendo tomar desde el destierro decisiones muy trascendentes,  como veremos más adelante. Cuánto más fácil hubiera sido para el egregio anciano abdicar, pero no era ése precisamente el proceder de tan buen rey.

Enseguida, Ignacio Baleztena y toda la familia se pusieron a las órdenes del nuevo monarca. Como botón de muestra la tía Lola nos deja este texto escrito en sus inéditas “Memorias de una margarita”:

“Pasábamos con frecuencia a Francia para visitar al rey Alfonso Carlos, que a sus 82 años, había recogido la bandera de D. Jaime. Nos recibía a menudo en una villa de San Juan de Luz. Su noble figura, su extraordinaria bondad, el prestigio de la historia le aureolaba, y oyéndole contar episodios de la guerra carlista y viendo en él al hermano de Carlos VII, olvidábamos su edad. Y como la cadena de la Tradición no se rompe y al evocar el pasado se añaden a ella nuevos eslabones, revivíamos esperanzas a pesar de la venerable ancianidad del abanderado.”

Fotos de D. Alfonso Carlos I y de su esposa Dña. María de las Nieves dedicados a Joaquín Baleztena, hermano mayor de Ignacio.
Pero la situación en España se complicaba cada vez más, aumentaban las revueltas y desórdenes, y Pamplona no iba a ser una excepción, como vimos en aquel mitin de la Plaza de Toros (del que he colgado nuevas fotos). Pero eso no era nada para los graves sucesos que iban a ocurrir enseguida  con terribles consecuencias para los Baleztena… como veremos en próximas entradas si Dios quiere.

3 comentarios:

  1. Don Javier,

    Seguramente se lo habrán dicho muchas veces, pero lo diré igualmente: debería publicar un libro. Su bitácora es, sin exagerar, de lo mejor que hay en internet.

    Siempre acabo la lectura con una sensación de admiración edificante (que invariablemente me producen las historias de carlistas), unida a una entrañable familiaridad que hace que, para mí, sus entradas sean irrepetibles.

    No le puedo agradecer lo suficiente el regalo que nos hace. Ánimo con ello.

    Un cordial saludo.

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  2. Llama mi atención la tela que cuelga detrás del busto del rey Alfonso Carlos I ¿Puedes ilustrarnos sobre ella? Qué representa, origen, etc.
    Gracias anticipadas.

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  3. Gracias por tu pregunta e interés en el blog.

    El que aparece detrás del busto de D. Alfonso Carlos I es un estandarte de los voluntarios navarros que participaron en la Guerra de la Convención. Sale el escudo de Navarra y la leyenda "Por Dios, el Rey y la Patria". Si vas a esta dirección:

    http://premindeiruna.blogspot.com/2011/05/y-la-virgen-de-ujue-venga-milagriar-iv.html

    puedes ver la parte posterior de dicho estandarte.

    Espero haber satisfecho tu interés.
    Recibe un cordial saludo.
    Javier Baleztena

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