Páginas

lunes, 6 de diciembre de 2010

De como "Premín de Iruña" nació en ¿1912?. Iruñería 1962

Querido lector, hoy 6 de Diciembre, empalmando el puente foral con el de la Inmaculada, es un gran día que el "aitacho" estará celebrando en el cielo. Y además en esta época la festividad recibe una especial importancia. Me refiero obviamente a San Nicolás, patrón de los "asuntos económicos" al cual nos encomendamos especialmente en estos momentos de crisis, que buena falta nos hace. ¿Y por qué era además importante para Ignacio Baleztena?. Porque es el titular de su Parroquia, donde le bautizaron y a la que perteneció toda su vida. 

Parroquia de San Nicolás en Pamplona

Además a San Nicolás la "mamita", su mujer Carmen Abarrategui, le tenía especial devoción y a él le debemos la familia un especial favor que en otro momento contaré. Hoy estarán el santo de la barquica y los niños junto con "Premín de Iruña" celebrando grandes mezetas en el cielo con chimistes, cohetes, triquitraques, correpiés y otros variados ingenios de fuegos de artificio, al igual que ocurrió en la conmemoración del VII centenario de las Navas de Tolosa en 1912. Ya adelanté un poco lo anteriormente dicho en la entrada previa. Ahora transcribo íntegra la "iruñería" en la que Premín de Iruña" narra este episodio:


DE CÓMO EL QUE SUSCRIBE NACIO HACE MEDIO SIGLO
 
            Muy difícil será que el año 1912 se borre de mi memoria. Aquel año, no sé si para mi bien o para mi mal, nací. Sí señores, nací pero no como el restos de los mortales, que lo hace hechos unas birrias, retorciéndose como lombrices y dando histéricos vagidos. Yo lo hice talludito, juncal, embutido en mi bien torneado físico en severa levita de irreprochable corte u cubierta mi coscoletera por reluciente canariera, vulgo sombrero de copa, o chistera.

            Esta aseveración para que no resulte gratuita, es menester vaya acompañada por su correspondiente explicación. La cual es la que prosigue.

            Hace cincuenta años, celebró Navarra con toda pompa y esplendidez sin par, el séptimo aniversario de la batalla de las Navas de Tolosa; aquel memorable fecho de armas, en el que nuestro heroico monarca Sancho el Fuerte ganó a matralleco limpio el blasón que luce el histórico Reino de Navarra. 

Primera página del folleto editado en 1912 con motivo del VII centenario de la batalla de las Navas de Tolosa
 
            Con tan bélico motivo se organizaron una variadísima colección de actos religiosos, certámenes, congresos y mil actos profanos que habían de durar todo el mes de julio. Entre los de carácter cultural destacó el Congreso Vitícola. Aún comentan los habituales recorredores de las calles de San Nicolás, San Gregorio, Pellejerías, aquella interesantísima conferencia desarrollada en la novena sesión, por los señores Alboray y Marraco, sobre el tema “Afinidad de las variedades viníferas de la provincia de Zaragoza con los portainjertos de la vid americana”. Duró un par de horas y aún pareciendo pocas a los ilustres congresistas que llenaban el salón de conferencias.

            Vuelvo a insistir en lo que dije hace unos días, actos como éste, celebrados a la hora del encierro, son menester para descongestionar la calle Estafeta y Plaza de Toros y evitar que nuestro típico festejo sucumba asfixiado por hacinamiento humano.

            Pero dejo a un lado encierros, corridas, conciertos, ferias, gigantes, hazañas etéreas de Verdines y Garaler, teatros, circos, visitas regias, etc., etc., para volver al tema objeto de mi tecleteo Underwoodico.

Máquina de escribir "underwood" con la que redactó la mayoría de sus obras Ignacio Baleztena

            Para ello precisa que nos traslademos al 7 de julio del año 1912. Se estaba celebrando con gran pompa y solemnidad la “Sexta semana Social de España”, bajo la presidencia del Excmo. Señor Don Juan Soldevilla, Arzobispo de Zaragoza. Tomaron parte en ella los principales ases de la materia tales como el Padre Gerard, el Marqués de Vadillo, Polo Peyrolón, Don Victoriano Flamarique, Don José Sánchez Marco y otros no menos renombrados en el complicado arte de la sociología. Fue el alma de aquel congreso mi admirado y querido amigo Don alejo Eleta, quien, entre sus mil aciertos, tuvo la equivocación de nombrarme presidente de la comisión de alojamientos. Procuré cumplir del mejor medio que Dios me dio a entender, y parece que no me salió la cosa del todo mal. Me puse de secretario un seminarista muy listo que había terminado el curso cargado de “meritisimus”. Hoy goza de la paz del Señor, muy merecida por sus méritos y vida ejemplar.

            La clausura del congreso se celebró el día 7 de julio por la mañana, después del encierro y antes de la procesión, presidida por el Sr. Pronuncio de Su Santidad Mons. Antonio Vico, a quien acompañaban los señores obispos de Pamplona, Jaca, Tarazona, Vitoria y Astorga. El acto fue solemnísimo y durante él, aunque no consta en las historias, tuvo lugar el acontecimiento aludido en el comienzo de estas “mal pergeñadas líneas”.

            Sucedió que, mientras en la iglesia de Santo Domingo oradores, músicos y cantores se lucían de lo lindo, y seguido de mi secretario, subí a la torre del viejo convento provisto de unas cuantas docenas de cohetes y bombas de lo más estrepitosos que pude hallar en los almacenes de Oroquieta. Iba yo correctamente ataviado de levita, cuello almidonado de un palmo de altura, relucientísimo sombrero de copa y unos zapatos de charol que despedían más brillo que el que del sol recibían. ¡Olé!

            Una vez en la cúspide campanaria, agarré un cohete y ¡chuiiiff… pim, pam, pum…! Le hice rasgar la nítida atmósfera que nos circunda. Siguió a éste una bomba de mil demonios que hizo volar alocadas todas las palomas que ensucian las fachadas de Pamplona. ¡Porropotopóm! Y así se fueron sucediendo en orden alterno cohetes y bombas, hasta que… Permítanme un momento de descanso pues sólo el recordarlo me produce una fatiga y desasosiego de pánico…

            Uno de los cohetes tuvo la avilantez de lanzar una de sus chispas contra una docena de compañeros que esperaban el turno de su ascensión… ¡¡¡furufichs, furufachs… purrumpum pum, purrumpum pam…!!! El caos oroquiético. Los cohetes recorrían alocados el exíguo departamento campaneril; unos dos metros y medio de superficie por cuatro de altura. ¡Purrumpum pum… pum! ¡zis zas! Chocaban contra techo y paredes y yo venga dar saltos, brincos, zinzilipurdis, mientras mi compañero acurrucado en un rincón se encomendaba de todo corazón al Supremo Hacedor. Yo, más que en mi epidermis, pensaba en mi flamante levita, y para evitar su chamusquina no tuve mejor idea que salir al exterior por un reborde de medio palmo que circundaba la torre, y haciendo equilibrios, agarrando con la mano derecha un clavo del que el viejo campanario dominicano colgaba el botijo para refrescar el agua mientras bandeaba las campanas, y clavando las uñas de la izquierda en intersticio de dos ladrillo permanecí de cara a la pared mientras bombas, cohetes, triquitraques, correpiés y otros variados ingenios de fuegos de artificio continuaban armando un rebullicio que jamás en su ardiente imaginación pudo figurarse el propio Lucifer.

            Si un cohete tiene la mala ocurrencia de chocar contra la mano que se agarra al clavo, ¡pobre de mí! ¡pobre de mí! Ya puedes despedirte, de San Fermín!...

            Mientras asustados por tanto estampido todos los vecinos de la calle de los Barquilleros y traseras de la Mañueta y Carmen, asomados en los balcones veían pletóricos de pánico, cómo una especie de espantapájaros vestido de etiqueta desafiaba la muerte que se presentaba en forma de zezenzusko cargado de fuegos de artificio…

            ¡Y pensar, que mientras esta tragedia se desarrollaba en las alturas, allá, en el interior del templo el Orfeón y Santa Cecilia interpretaban lo más selecto de su repertorio sacro; Don Alejo Eleta leía adhesiones de todo el mundo católico y lo más destacado del congreso glosaba la Rerum Novarum por todo lo alto!

            Por fin, Dios permitió que la pálida Parca no esgrimiese su afilada, seguro cortando el hilo de mi existencia,  y cuando terminó el último cohete y a duras penas conseguí volver al interior del campanario, vi a mi pobre compañero desmayado, chamuscado, con todo el traje de color de colilla apagada, que se convertía en ceniza apenas se le tocaba. Cargué con él al hombro y bajé a la sacristía donde pude dar con unas viejas vinajeras que conservaban algo de vino agrio de los tiempos de la desamortización; con él animé su espíritu, pero no hubo modo de hacer lo mismo con su traje que se le caía a pedazos chamuscados a cualquier movimiento.

-Y cómo me arreglo yo para volver a casa, gemía el pobre angustiado.

Por fin di en un armario abandonado con un apolillado hábito de dominico, abandonado por algún hermanico antes de salir expulsado `por el nefasto Mendizábal, y ataviado con él y agarrado a mi brazo, pálido, ojeroso y dando traspiés, conseguí llevarlo a su casa y meterlo en la cama, de la que no pudo salir durante todas las fiestas. El pobre, además del traje, se perdió el churrupeo de vinos generosos y pastas que siguió a la clausura sociológica.

Y ahora, confesarán ustedes, señores míos, que no me falta razón al asegurar que, hace cincuenta años nació el que suscribe, enlevitado, enchisterado, enguantado y con la nuez parapetada tras una almidonada tirilla de cuatro dedos de altura, rodeado, cual beatífica visión, de una aureola reluciente y cohetil de mil triquitraques y demonios encendidos y decir emulando a la gentil chanteuse Purita Plá.

                                   Hace medio centenario
                                   nació esta preciosidad
                                   en un alto campanario
                                   que domina la ciudad,
                                   en traje de sociedad.


Premín de Iruña 1962
(Iruñerías, Diario de Navarra, 1962)

Pues ya no me queda sino despedirme esperando que con el anterior escrito hayas pasado un buen momento y deseándote un feliz día de San Nicolás. 

Imagen de San Nicolás en la parroquia que lleva su nombre

Mañana Dios mediante introduciré un nuevo texto de "Premín de Iruña" sobre la importante festividad que celebramos el 8, el día de la Inmaculada, de gran tradición en Navarra como se verá por... no voy a adelantar datos. Hasta mañana si Dios quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario