Páginas

lunes, 24 de diciembre de 2012

Feliz y Santa Navidad... y recuerdos de la de 1937


Querido lector, esta entrada es para desearte que pases una muy feliz Navidad cerca del Niño Jesús. Y en el idioma que tanto gustaba al aitacho Eguberri on. (Que traducción tan bonita, "buen Día nuevo".) Y es que en Navidad celebramos que Jesús nace en Belen y todo lo hace nuevo. Que pena que se esté popularizando un anodino zorionak (felicidades), que lo mismo sirve para un roto que para un descosido.

Así celebramos el nacimiento del Niño Dios, junto con la Virgen, San José y por supuesto la mula y el buey, que aunque no aparece en el Evangelio, el papa ha recomendado en su libro que "Ninguna representación del Nacimiento renunciará al buey y al asno", y para saberlo exactamente lo mejor es leerlo. Pero fuera de la anécdota, lo dicho: ¡Feliz Navidad!.

Y como entrada propia de este tiempo nos vamos hasta las navidades 1937, donde habíamos dejado la biografía del aitacho, a través del testimonio dejado por tía Lola, su hermana, en sus memorias:

Felicitación navideña de 1937
"Cuando llegaron las Navidades no faltó en el Alfonso Carlos el tradicional Nacimiento puesto a la antigua usanza, es decir, con figuricas de Olot, pastores, ovejas, lavanderas limpiando la ropa en el río helado, y en la plaza, los jóvenes bailando jotas e inguruchos, y pelotaris jugando ante el frontón, y un heladero vendiendo su "reconfortante" producto sacado de una barquillera sacada con los colores de la bandera española, y haciendo la guardia del Portal, ¡cómo no!, una pareja de requetés. Total, un Belén navarrizado, que trastornando los anuncios de los profetas, no nacía en Belén de Judea el Niño Dios, sino en un pueblo cualquiera de los nuestros. Y la nieve de harina cubría los montes cosa insólita en Belén.
Ni qué decir tiene que jotas e inguruchos se bailaron al son del chistu y acordeones, en los que participaron hasta los cojos con muletas. Se cantaron villancicos del presente, como éste:

Si en Belén hubiera habido
requetés y margaritas,
no naciera el Niño Dios
en tan humildes pajitas.

Para que no pases frío
como la noche en Belén,
quiero darte mi capote
y mi boinica también.
 
La Asociación de "Amigos del Combatiente", precursora de "Frentes y Hospitales" que más tarde se organizó, preparaba con grandes afanes colaciones, prendas de abrigo para llevarlas al frente. Fui designada, entre otras, para ir con el agradable aguinaldo hacia Teruel donde se estaban desarrollando sangrientas batallas.
En la madrugada del 28 de diciembre, uno de aquellos camiones del requeté que paseaban triunfantes la Cruz de los antiguos Tercios españoles, bien repleto, emprendió la marcha en busca de los navarros. Para dar con ellos era preciso ir muy lejos, pues no eran los nuestros los que gustaban la paz de la retaguardia.
...Por el camino preguntábamos:
- ¿Y los navarros?.
- Más adelante –nos contestaban siempre- Y con esta orientación íbamos acercándonos cada vez más al teatro de la guerra. Volaban cantidad de aviones, cruzaban ambulancias; el monte frontero se iluminaba y ocultaba por el humo y fogonazos; el ruido del combate lejano se parecía a una horrorosa tronada de agosto.
Nos detuvimos en Cea de Albarracín, límite adonde podían llegar las personas no encuadradas en la guerra. Pero allí, tampoco estaban los nuestros.
- ¿Y los navarros? –preguntábamos nuevamente.
- Ya se fueron, están trabajando
Nos tuvimos que resignar a no verlos, a no cambiar con ellos palabras de cariño, mensajes de familia, y llevábamos muchos. Los representantes de las unidades donde había navarros se hicieron cargo del envío. En la plaza del pueblo, una fila de ellos, iba depositando la confortable carga...Ya el camión vacío, los chicos nos dieron las gracias...

De regreso, hicimos alto en Cella donde estaba de paso el Tercio de San Miguel. Me lancé por las callejas del pueblo derruido en busca de tantos conocidos y enseguida tropecé con un bordari de Leiza. Este, al verme, reaccionó de una manera original que a cualquiera hubiera decepcionado; a mí, no, siendo de tierra montañesa. Sin siquiera saludarme, echó a correr en sentido opuesto lanzando irrintzis. Al poco tiempo, reunidos todos los de Leiza y Tolosa por la llamada ancestral, me rodearon cariñosos, y en poco tiempo, hablamos de muchas cosas, encargos para las familias, recuerdos del pueblo, de los Santiburcios..., pero de sus hazañas guerreras, ni una palabra.

Aquella noche pernoctamos en Calatayud, y no puedo decir que las armonías de "Una noche en Calatayud", cuyo autor no recuerdo, turbaran mi sueño en la cama blanda, en la habitación calefaccionada, tan deliciosa después del frío y cansancio pasados.


El año se hundió en "la noche de los tiempos" y quedó sepultado en tierra regada por lágrimas y por sangre. Al contemplar su triste ocaso, suplicábamos fervientemente al cielo hiciera brillar en el nuevo la aurora de la paz."


Esta Nochebuena, en medio del guirigay que se montará en el Cielo, seguro que el aitacho entonará "Yo soy Ignacio que viene a cantar, al Niño que llora a hacerle callar...", tío Joaquín le silbara su canción al Niño, tía Josefina recitará su poema, tío Pello se mezclara con los angelicos que cantan "Gloria in excelsis Deo"... y aquí abajo esta noche volverá a aparecerse algún adefesio de angelico, a unos pastores dormidos que cantaremos, bailaremos y rezaremos al Niño que nace.

Imagen de "Larrea" nevada en Leiza
¡Feliz Nochebuena y Santa Navidad!

1 comentario: