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miércoles, 15 de febrero de 2012

Jefe de requetés de Navarra en 1933


Querido lector, dejábamos al aitacho en pleno berenjenal con los gigantes de Pamplona  cuando dentro de su polifacética vida, en 1933, se vio involucrado en un episodio que nos narra Lizarza en sus “Memorias de una conspiración”: 

Varela, jefe de los requetés de España, convocó una reunión en Bilbao en casa de Zuazola, en la que se designo a mi padre como jefe de requetés de Navarra en sustitución de Agustín Tellería, para darle mayor impulso a la organización. Enseguida pudo darse cuenta pronto que había muy poco organizado excepto lo realizado por Jaime del Burgo, jefe de requetés de Pamplona. La misión era complicada porque los caciques comarcales eran opuestos a la organización del Requeté, que en la práctica les iba a restar su control.

El aitacho le dio un impulso a la organización, delegando gran parte del trabajo en Jaime del Burgo, más joven que mi padre, ya que él realmente no se consideraba preparado para organizar un grupo de acción de estas características, así que tras cumplir lo que le habían encomendado, cedió su testigo con el beneplácito de la Comunión Tradicionalista a Antonio Lizarza a finales de 1933, pudiendo él dedicarse a la acción política, social y  cultural donde se encontraba más en su sitio. 

Recordemos que su hermano Joaquín, jefe Regional Carlista estaba expulsado de Pamplona, y mi padre servía de enlace entre él y los carlistas navarros. Se trataba de fundar círculos, afianzar los ya antiguos, dar consignas, seguir con las propagandas mitineras. Y para todo esto se encargó de formar equipos de oradores (mitineros era una palabra que a él le gustaba más) con este propósito.

Y en Noviembre de 1933, en medio de todo este ambiente se celebraron a nivel nacional nuevas elecciones, como veremos en la próxima entrada si Dios quiere.

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