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lunes, 13 de febrero de 2012

Ignacio Baleztena y los gigantes


            Querido lector, como ya hemos visto en anteriores entradas lo del aitacho y los gigantes era auténtica pasión.
Ignacio Baleztena, apasionado de los gigantes de Pamplona hasta su ancianidad.

            Todo comenzó en 1906, con motivo de las fiestas patro­nales de Leiza. Ignacio construyó y paseó dos gigantes y un cabezudo, y desde en­tonces éstos fueron compañeros casi in­separables. Para el día de la Rifa del Cuto que organizaba la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona en beneficio de las Cantinas Escolares, cuto que se exhibía por la ciudad  en un carro tirado por caballerías, acompañado por los gaiteros y para lo que creó dos parejas de gigantillos: "Joshe Miel, el zerrikitari, y su esposa la Joshepa Antoni, ambos oriundos de Basaburúa, y Saturnino y consorte, especia­lista en la fabricación de zerripotongos". Muy bien carac­te­rizados los cuatro.

            Antes de 1911, escribió sus conocidas aleluyas a los gigantes de Pamplona, con dibujicos que pintó él mismo, y que puedes leer pinchando aquí.

Aleluyas a los gigantes de Pamplona, por Premín de Iruña (Ignacio Baleztena)

            En 1933, publicó el librico que tituló "Los GI­GANTES DE PAMPLONA. Historia de esos simpáticos monigotes que tantos ratos felices han proporcionado a Premín de Iruña, autor de este librico" que ha sido el texto básico de consulta principal de todo el que ha querido escribir sobre nuestra querida comparsa.
Los gigantes de Pamplona, escrito por Ignacio Baleztena en 1933
 
            Allí donde había gigantes estaba Ignacio Baleztena. En el libro del 125 aniversario de la churrería de la Mañueta, de la que tan buenos recuerdos nos transmitió, la querida familia Elizalde, con Paulina - la bella “Pascualita” - a la cabeza, narra cómo se deleitaba con aquellos giganticos que salieron por primera vez en 1905, que conservaban ese sabor de barrio, de pueblo, de gente, que tanto gustaba al aitacho. Según se narra este libro conmemorativo:

Del magín de D. Elías, el abuelo Elías y de su churrería, salieron los famosos gigantes de la Mañueta, amigos de D. Ignacio Baleztena. Los bailaron los hermanos Arroba.

Los gigantes del churrero, como cariñosamente los llamaba el aitacho, salieron muchas veces, y concretamente en San Fermín Chiquito en 1948, “y uno de los que más disfrutó con ellos fue precisamente Ignacio Baleztena. Se quedó a comer con nosotros y aún nos bailó algunas jotas”.
Los gigantes de la churrería de La Mañueta, foto del lbro "125 Aniversario. Churrería La Mañueta", de Paulina Fernández
             Todo lo concerniente a estos singulares personajes, tenía un especial atractivo para él. Y cuando ya se refería a los de la comparsa de Pamplona era deleite, ya que como él decía, "hacen las delicias a los mocés irunshemes y a muchos otros de plateadas canas y de calvas mondas y lirondas".

            Además de fabricar estos personajes, convivía y sentía con ellos todas sus peripecias, alegrías y problemas, los bailaba, con ellos acudía a la Maternidad, organizaba ca­rreras de gigantes, daba charlas, conferencias, investi­gaba sus orígenes, tanto de los locales como de lejanas tierras, su construcción, materiales, cómo y quienes los adecentaban o vestían.

            Recuerdo que para la elaboración artesanal de los gigantes nos liaba a toda la familia. Con unos cestos de mimbre grandes formaba el armazón. El sistema para darle las curvas necesarias consistía en tener durante horas y días a sus hermanas sentadas sobre ellos haciendo labor… El elaboraba las cabezas con papel y engrudo y finalmente había que fabricar y coser los trajes, con cortinas, sábanas viejas y todo tipo de telas y telicas.

            Durante su enfermedad al final de la vida los veía pasar desde el ventanal de Casa Baleztena, donde siempre le dedicaban el primer baile de los sanfermines, emocionándole año tras año.

            Era tal la ilusión que sen­tía por ellos, que el año de su muerte bajaron al cemen­terio los tres Reyes Magos a depositar en su tumba una co­lección de las estatuicas de los Gigantes de Pamplona.
Los Reyes Magos bajaron el 5 de Enero de 1973 a rezar un responso en la tumba de Ignacio Baleztena, y depositar sobre ella su regalo póstumo, unas estatuicas de los gigantes de Pamplona

            Tras su muerte durante años estuvo en el comedor de su casa, en una mesilla, su retrato rodeado de las mencionadas estatuicas, como un padre rodeado de sus hijos para siempre.

            Y todo esto ha venido a cuento de que en pleno 1933, escribió su librico de los gigantes, en un momento en que su vida estaba, para variar, en pleno guirigay, como seguiremos viendo en las próximas entradas, si Dios quiere.

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