Páginas

martes, 26 de abril de 2011

Ignacio Baleztena reelegido diputado foral en 1923

Querido lector, felices pascuas. Tras la época semanasantera retomamos la vida del “aitacho” al que dejábamos siendo diputado foral. Pues bien, en 1923 fue nuevamente elegido por la merindad de Pamplona para tan ilustre cargo, al que se presentó con el Partido Jaimista (carlista). Y así lo encontramos formando parte de la nueva Diputación.

Diputación Foral de 1923. Ignacio Baleztena de pie a la derecha.
Y como no podía ser de otra manera, además de sesudos trabajos y gestiones que conllevaba el cargo, del que no se vivía por aquel entonces, por cierto,  se metió de nuevo en la organización y promoción de fastos y celebraciones de cultura y tradiciones navarras. Entre estas estamos cuando llega el V Centenario de la Pacificación de los Burgos de Pamplona, gracias al Privilegio de La Unión dado por Carlos III el Noble. Con tal motivo Ignacio Baleztena fue de nuevo el encargado de programar las actividades de tan memorable conmemoración en 1923. Acti­vidades que incluyeron un número inédito y muy caracte­rís­tico de mi padre, como fue el de convocar a to­dos los pueblos de Navarra que tuvieran gigantes para bailar por las calles de la ciudad en homenaje al Rey Noble. Bailes regionales, rondallas, bandas de música, fuegos ar­tificiales y zezenzuskos completaron el programa festivo de esos días.

Y como perejil de todas las salsas también se embarcó en la celebración del IV Centenario de fray Diego de Este­lla en 1924.

Además desde su amor a Navarra siguió consiguiendo ser el encargado de todo lo relacionado con el vascuence para que no se desvirtuara políticamente dicho idioma. Por ello se halló entre los fundadores de “Euskeraren Adiskideak”, sociedad de promoción del vascuence en Navarra, En 1925.

Y ahora vamos a lo que más nos va a ocupar esta semana porque, enseguida toca celebrarlo. Ignacio Baleztena consiguió que se restableciera la antigua costumbre de  la visita de la imagen de San Miguel de Aralar (“El Angelico”) al Palacio de la Dipu­tación. Pero de esto hablaremos en la próxima entrada si Dios quiere.

No hay comentarios:

Publicar un comentario