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jueves, 11 de noviembre de 2010

"Premín de Iruña". La persona (y II)

Como ya adelanté ayer, y lo prometido es deuda, hoy introduzco esta nueva entrada para ayudar a conocer cómo era la persona del "aitacho". Es decir su lado más humano. Y me parece que de manera muy acertada ya lo hizo hace años Jaime del Burgo, en la colección "Navarra Temas de Cultura Popular"[1]. Por eso me voy a limitar a transcribir lo que se publicó entonces con un título especialmente bonito y descriptivo:

            "SAMARITANO DE LA TRISTEZA.- A escala local y aún re­gional, todas las generaciones cuentan con algún personaje que pasa por la vida en olor de popularidad. Alguien a quien por su propia llaneza, su espontaneidad, su gracia natural y relevante simpatía, se le permite todo o casi todo de forma que llega a tener eso que comúnmente llamamos "cosas". "Co­sas de Fulano" -se dice-; y la sonrisa indulgente asoma a nuestros labios, propicios a admitir y celebrar cualquier genialidad del personaje.

            La generación anterior a la nuestra nos ofrece con cierto regusto -no exento de sorna a la vista del agrio y adusto ceño y malhumor reinantes-  unos cuantos prototipos de auténticos humoristas festivos de buena fe, pletóricos de sabiduría popular, de ingenio agudo, cuya memoria no debemos permitir que se pierda.

            Sin duda el más caracterizado -y sobre todo querido- de los que convivieron en aquella amable sociedad pamplonesa, es Ignacio Baleztena Ascárate, el "Premin de Iruña" del chispeante monólogo de "Joshe Miel" y del no menos cómico del casamiento de la Antonia e Iñasio, el verdadero y único creador de las "Iruñerías" que han hecho escuela, el primero que exhibió nuestro folklore en giras patrióticas que reba­saron los límites de nuestras fronteras interiores y exte­riores, el hombre pleno de humanidad y -como él diría- de "bonhomie", que consecuente con su peculiar manera de ser, por reirse de todo, llegaba a hacer pura chacota de sus propias dolencias.

            En la guerra -caballero sin tacha y sin miedo- aunque le cogió algo viejo y pudo inhibirse, con su manta y su fu­sil constituía una vieja estampa romántica por los madriles arrabaleros, que podía ilustrar con vivos colores las oní­ricas visiones valleinclanescas de "Gerifaltes de antaño" o de la evocadora Corte de Estella.

            Consecuente y circunspecto en las responsabilidades políticas; alegre, expresivo, optimista y saltarín en las bélicas aventuras que hermanaron a los hombres que buscan unidos y ansiosos la Paz.

            Ignacio Baleztena -o "Premin de Iruña", que tanto da- fue uno de los primeros colaboradores de esta entrañable Colección, y en su fácil entusiasmo estaba dispuesto a aportar a la misma su mucho saber en cuestiones de toros, teatro -fue a veces actor, a veces autor-, anécdotas pam­plonesas -le "reventaba" lo de "pamplonica"[2]-, la historia de sus piedras, de sus calles, de sus barrios, de su folklore, en una palabra, de su viejo e inefable espíritu tradicional. El lo hacía todo alegre y despreocupadamente. Y otros, más entonados, con aire doctoral, le hurtaban la salsa y se quedaban con el meollo de sus fabulosos conocimientos. Pero en ocasiones les daba gato por liebre y ellos no sabían distinguir dónde estaba la realidad y dónde había puesto su fantasía la pecadora y socarrona pluma de "Premin de Iruña".

            Por desgracia, "Premin de Iruña" únicamente pudo apor­tar a la Colección su estupendo trabajo sobre las "Comparsas de gigantes y cabezudos", que hace el número 3 de la serie. Pero se le quedaron en sus múltiples y desordenadas carpetas de cajón de sastre numerosos apuntes, notas y comentarios que iba trayéndonos poco a poco "para que hiciésemos con ellos lo que quisiéramos". Una auténtica mina sin explotar. Y la grave enfermedad que desde entonces le afecta -y no digo le aqueja, porque sabe llevarla con su nunca desmentido sentido del humor- nos privó de las delicias de sus escri­tos, cuentos, anécdotas y chascarrillos seleccionados por su propia mano, maestra en estas cuestiones.

            Un día, desde su invalidez, nos hizo el obsequio de un legajo pletórico de papeles, recortes y documentos varios. De él hemos extraído, no sin sentir honda emoción estos amables réditos de su fecundo intelecto, que son una imagen fiel de su regocijante modo de sentir la vida.

            Por nuestra parte, en esta Colección que nació sin pretensiones eruditas, sencillamente, llanamente -y sigue fiel a su norma- para dar testimonio y hacer inventario de tantos valores desconocidos u olvidados, queremos rendir por medio de esta selección de IRUÑERIAS, un homenaje de grati­tud al Samaritano de la tristeza que es "Premin de Iruña", al hombre que retiene toda la admiración y popularidad que puede concentrarse en una persona.

            "Premin de Iruña" cumplirá el 2 de abril sus 85 años, y hasta la rinconada de su casona, donde entretiene su inva­lidez espigando en viejas estampas y grabados que siempre fueron objeto de su predilección, queremos que le llegue la cantinela de Pierrot enamorado -su Pierrot- con que solía saludarnos al entrar: "Bonsoir, madame la lune, bonsoir".- JAIME DEL BURGO".


[1] Iruñerías, P. de Iruña,   Navarra. Temas de Cultura Popular, nº. 128. Pamplona: Diputación Foral de Navarra, 1972.
[2]En realidad es al revés. Lo que no le gustaba era lo de pamplonés, prueba de ello, aparte de habérselo oído decir, en sus escritos siempre ponía,  normalmente: “pamplonica”.

"Premín de Iruña" se caracterizó siempre por organizar múltiples acontecimientos cuyo fin era alegrar la vida a los demás. En la foto aparece en el centro, con su boina, en una comida en su casa de Leiza rodeado de familiares y gente de dicho pueblo en el transcurso de una celebración.

Y a partir de ahora comenzaré con algo que me estáis solicitando en premindeiruna@gmail.com : Una breve biografía de Ignacio baleztena. Pero eso será mañana si Dios quiere.

2 comentarios:

  1. Querido Javier: Soy Elena Sanz-Orrio. Espero que te acuerdes de mi.
    Con gran satisfacción he leído en navarraconfidencial, (que recibo por internet), el merecidísimo homenaje que publicas de tu padre.
    Yo no tuve la suerte de conocerle personalmente, o quizá de muy niña, porque era un gran amigo de mi padre, de mi tío José Garrán y de toda la familia. Pero he oído hablar tanto de el en mi casa....
    Y ya un poquito mayor no me perdía “Iruñerías”.
    Los relatos que has publicado describen muy bien aquello que quieres que todos sepamos de él, que todos recordemos...y ¿por qué no?, ¡nos sintamos animados a copiar!
    ¡Ojalá fuera posible que hubiera muchos que se parecieran a el! Y más en estos tiempos que nos ha tocado vivir, donde esa grandeza que caracterizó a tu padre, unida como estaba en el, a la sencillez y el constante buen humor, tan difíciles son de encontrar, si es que alguna vez se encuentran.
    Leyendo lo publicado por ti, destaca además que ningún cambio político, social o de cualquier clase, ni tampoco el paso de los años le cambió en nada. Y así seguirá, estoy segura de ello, para siempre en la Casa del Padre. Allí le veremos, si Dios quiere y podremos decirle cuanto le admiramos.
    Me parece una majadería (y dejo la crítica para el final) esa tiradilla de que su figura es controvertida, sobre si seria nacionalista, vasquista, navarrista.... ¡Tu padre era un buen carlista y los carlistas navarros eran así! Lo sé también por mis familiares. La casa de vacaciones de mis padres en Altea se llama “Eguzki-Alde” y debajo pone “Euskalerria”.. Y mi abuelo, el Dr. Arraiza, fue miembro de “Eusko Ikaskuntza”, mientras ésta existió, y en su chalet del Barrio de S. Juan –donde yo nací-. había cantidad de publicaciones de esta institución, que a mi me gustaba mucho leer.
    …Pues bien, haciendo yo mil preguntas sobre la actitud sobre el sentido de la vasquidad de los navarros y sobre la unidad (cultural y étnica, no política) de Euskalerria, ambos puntos siempre muy vivos en la ideología carlista, hoy en día todo está mezclado, confundido y –en gran parte- rechazado, por coincidir con ideologías enemigas. Con esto, en mi opinión, solo se consigue que aquellas personas que aman su cultura (la cultura vasca), o se vean forzados a acudir a fiestas y celebraciones puramente “aberzales”, o ya pueden olvidarse de ella. Me parece vergonzoso y por otra parte, muy poco político.
    Si te parece positivo publicar las partes de esto que te escribo, con mi nombre o sin él, no dudes de hacerlo.
    Ahora estoy en Viena.
    Un fuerte abrazo.
    Elena

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  2. Magnífico comentario de Elena Sanz-Orrio que suscribo íntegramente y me evoca tiempos pasados de mi niñez, que sí recuerdo vivamente: Tío Ignacio, Garrán, Carreño (mi abuelo), Ferrer, Sagüés, Arraizas...

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