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martes, 9 de septiembre de 2014

La Virgen de Nieva por Ignacio Baleztena



            Querido lector, lamento el parón que ha tenido el blog pero es que he estado con burucomiñes, tripicomiñes y todos los "komiñes" que se te ocurran, hecho unos zorros hasta que me han tenido que ingresar en el Hospital y todo, y gracias al buen hacer del Dr. Martínez Velilla, estupendo médico y sobre todo humano donde los haya, ahora ya estoy “jorobau” pero contento y de alta. Lo primero que he hecho es retomar el blog. Me hubiera encantado escribir sobre el encierro, los santiburcios, el Privilegio de la Unión y todas esas cosas que tanto gustaban al aitacho, pero salud obliga y no he podido. Así, que como los peralteses están venga celebrar con misas, procesiones, gigantes, cuetes, echafuegos y zezenzuskos las fiestas de la Virgen de Nieva, yo les deseo que pasen muy buenas mezetas y transcribo esta curiosa y poco conocida historia de Nuestra Señora de Nieva, precisamente hoy día 9 de Septiembre, el siguiente a su festividad (La Natividad de Ntra. Señora). Esto escribía mi padre al respecto en Octubre de 1954:

Iruñería sore la Virgen de Nieva escrita por Ignacio Baleztena, "Tiburcio de Okabío"


 "NUESTRA SEÑORA DE NIEVA

            En la iglesia de Santo Domingo de esta ciudad, en la segunda capilla del lado del evangelio, después del crucero, se alza un altar deliciosamente barroco, en el que se venera una bellísima imagen de María Santísima, bajo la advocación de Nuestra Señora de Nieva o de la Soterraña.

            Lo primero que llama la atención de dicho altar es la limpieza y buen gusto con que está cuidado, y el rico y artístico manto blanco bordado en oro, que cubre la sagrada imagen. Y es que los peralteses, residentes en Pamplona se han encargado de su culto y cuidado, y podemos asegurar que lo hacen tan en conciencia que merecen los plácemes de cuantos visitan la histórica iglesia y de los devotos pamploneses en general.

            El origen de la devoción a Nuestra Señora de Nieva es muy antiguo, y se debe al milagroso descubrimiento que de una imagen de María se hizo, en un subterráneo o soterraño, allá por la Edad Media, en tierras segovianas.

            La reina doña Catalina de Lancaster, esposa de Enrique III, era gran devota de esta Imagen, y llevada de su celo y amor hacia ella, dio grandes privilegios a cuantos fueran a vivir en las cercanías del monasterio fundado en el lugar de la invención. No tardó en formarse un importante poblado que hoy se conoce por el nombre de Santa María de Nieva. El cuidado del monasterio fue encomendado a los PP. Dominicos, y obra de ellos fue la magnífica iglesia y claustro que tanto llama la atención de los devotos y turistas. En una de las capillas de la iglesia estuvo depositado el cuerpo de doña Blanca de Navarra, que murió allí en 1441, a donde había ido a visitar la sagrada imagen y celebrar en su honor una solemne novena.

            Era la Virgen de Nieva muy venerada por los labradores; a ella acudían en demanda de que le librase sus sembrados de los peligros de rayos y pedregadas. Su devoción debió entrar en Navarra por mediación de los PP. Dominicos, pues en su iglesia de Pamplona se fundó en 1730 una Cofradía de Labradores, instituida por dar culto a María Santísima bajo el indicado título o advocación, en acción de gracias de haber preservado a los campos de Pamplona de los malignos efectos de las tempestades. Esta cofradía duró hasta muy entrado el siglo XIX, y hoy, su altar, como dejamos dicho arriba, corre a cargo de los peralteses residentes en Pamplona.

            La villa de Valtierra siente también gran devoción por esta imagen que comparte con la de la Esperanza el amor y veneración de sus hijos.

            El origen de este culto en Valtierra data de 1742. Dicho año, en la iglesia parroquial de la villa cayó un rayo que mató al hermano vicario don Francisco Camón y lastimó al propio párroco. Esta fue la causa de la implantación de su Cofradía, en la que hoy figuran la inmensa mayoría de sus vecinos. Es costumbre, que cuando una tormenta amenaza sobre los términos de la villa, el primer vecino que se halle en las cercanías de la iglesia saca la imagen, sin ceremonia alguna al pórtico y allá está, hasta que pasada la tormenta, torna al interior de la iglesia, acompañada entonces del clero y fieles.

            No es menos la devoción que por la Virgen de Nieva sienten los hijos de Sesma, de Falces, de Zabaldica y otros pueblos.

            La casualidad, que tanto ayuda a los a que con motivo o sin él presumimos de investigadores hizo venir a mis manos un cuadernito de cuentas de Joaquín Lacarra, vecino de Uterga, que nos habla de cómo en 1802 se implantó en ese pueblo el culto de la Virgen de Nieva.

            Creyendo que ha de ser de interés para mis lectores, copio a continuación lo relativo a este acontecimiento:

            “Porque en seis o siete años seguidos nos llevó los campos la piedra especialmente el de las viñas, determinó el Concejo traer una imagen de Nuestra Señora de la Nieva, o Soterraña, retocada a la que se venera en el Convento de los PP. Dominicos de la Villa de Santa María la Real de Nieva, distante cinco leguas de la ciudad de Segovia, y para el efecto me suplico dicho Concejo, le suplicara al hermano canónigo en la catedral de Pamplona se encargase de ello, y se encargó y dispuso la hiciera Fulano Valdivielso, escultor de fama, y vecino residente en la ciudad de Vitoria, por quince duros y la encarnación se le dio en Pamplona por 16 pesetas, la corona la hizo por cien reales fuertes Pedro Antonio Sasa, platero y vecino de la dicha ciudad de Pamplona, el vestido que es de tapicería de fondo blanco y flores hermosas costó unos 110 reales fuertes en sumas con rostriñó y vestido blanco interior y otras menudencias costó unos sesenta reales fuertes y se trajo aquí a casa en 12 de junio de 1802, y al escuorecer la llevamos a la ermita de San Salvador (es de advertir en la tarde de este día llegó un nublado que arrojó fuertemente piedra, la puse en la ventana de la sala de abajo y no se experimentó daño alguno), cuyo prodigio confirmó la esperanza de todo el pueblo tenía en dicha Santa Imagen.

            Al otro día, Domingo de la Santísima Trinidad, habiéndose juntado todo el pueblo, y mucha gente forastera en la iglesia salieron todos en procesión a la ermita. Llevó la capa mi hermano con diácono y subdiácono, y habiéndola recibido, se hizo la procesión por todo el lugar, por donde se hace el Corpus, parando en la iglesia, donde celebró misa con gran solemnidad mi hermano que viajó de Pamplona para eso; predicó gratis don Juan Miguel Mendía, beneficiado provincial de este pueblo”.

            Ocurrió además que en Valdivielso, el escultor de Vitoria, tardó bastante en cumplir su cometido y entonces el señor canónigo Lacarra encargó hacer otra a un escultor de Pamplona, y cuando éste habí9a terminado su labor llegó la otra, poniendo al diligente canónigo en el apuro de no saber con cual quedarse, y de cómo se arreglaría con el escultor desdeñado. Pero le sacaron del conflicto los vecinos de Legarda, que deseosos también de tener una imagen de la Virgen de Nieva que les librase de las continuas pedregadas que sufrían, la pidieron con gran empeño, y como quien hace el gran favor, los de Uterga cedieron la sobrante, la que se había fabricado en Pamplona, que aunque era tan artística, era en cambio más cara.

            Las llevo a Nieva las dos y la de Muruzábal, que aún no había sido tocada con la original, Bernabé Blanco, residente en Pamplona; se comprometió a cumplir su cometido por la fabulosa cantidad de ¡catorce duros! llevó las cabezas y manos en un cajón, y después de haberlas tocado con la verdadera imagen de la Soterraña, volvió a Navarra haciendo entrega de su sagrado depósito a don Fermín Ayerra, de la casa del factor y rexidor cabo de Uterga, juntamente con el certificado firmado por el P. superior del Monasterio de “habersen” llevado a cabo todos los requisitos necesarios.

            Como el buen Blanco cumplió a la perfección su encargo, en muy poco tiempo y muy barato, el lugar de Uterga le recompensó con largueza. Además trajo, y fueron repartidas muchas medallas y estampas de la verdadera imagen de Nieva o Soterraña.

            A menudo se confunde esta advocación con la de las Nieves, parecida en nombre, pero diferente en todo, en cuanto a su historia. Esta también tiene culto en varios pueblos de Navarra. Su devoción viene de la imagen que se venera en Roma.

Tiburcio de Okabío”
Diario de Navarra 24/10/1954

Altar de la Virgen de Nieva en la Parroquia de Santo Domingo de Pamplona


            ¿Ya sabías de la existencia de esta imagen en la capital del viejo reino?. Pues ahora ya tienes el plan de ir a verla y de paso echarle un recico. Y ahora sí, hago el propósito de seguir más formalmente con el blog, y fundamentalmente con la biografía del aitacho, intentando resistir la tentación de detenerme en los múltiples acontecimientos que jalonan la vida de nuestra querida y de momento foral (pese a unos y otros) Navarra. Hasta la próxima entrada si Dios quiere.

1 comentario:

  1. Me alegro de que estés mas o menos recuperado.
    Te he echado de menos en el block.
    Javier

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