"De pronto se oyó en la calle un ¡viva la república! E instantáneamente, un tiro de pistola, pasó a unos dedos de Josefina y vino a dar encima de la cabeza de María Isabel. Los ángeles de la guarda empezaban su faena.
| Casa Baleztena en aquellos años. La sala de estar y comedor de la misma se encontraban tras el ventanal con forma de arco que se ve a la izquierda en la foto | 
            Como si aquel grito odiado fuera la señal de ataque contra nuestras desprevenidas personas, una lluvia de piedras rompió con estrépito los cristales del comedor y cayeron a nuestros pies sin tocarnos.
            Los hermanos y los sobrinos, como movidos por un resorte, sin decirse una palabra, corrieron a la galería, y tomando escopetas de caza y cartuchos, volaron a colocarse en lo alto del tramo de escaleras que está tras la cancela de cristales de la entrada, y allí se situaron serenos, dispuestos a jugarse la vida defendiendo la casa, la familia. Recuerdo que sonreían y nos animaban.
            Como los perros ladraban, Chan riéndose decía: se ponen contentos porque oyen tiros y se figuran que vamos de caza.
            Los vi tan expuestos, ellos tan buenos, tan nobles, tan generosos, que corrí al teléfono y llamé al gobernador. Creía, ¡pobre de mí!, que a penas se enterara de nuestra situación, daría órdenes para ayudarnos.
            En el acto, acudió a mi llamada, yo le dije, poco más o menos: grupos muy numerosos están tirando tiros y piedras contra nuestra casa. Nuestros hermanos tendrán que defendernos si llegan a entrar en ella. Haga el favor de dar órdenes para que no nos veamos en ese caso. Y  mande la fuerza cuanto antes. El asalto a una casa particular es inadmisible.
            Josefina, que estaba conmigo, cogió el teléfono para insistir y apremiarle más. “Tengan calma, contesto, todo se arreglará”.
            Mientras tanto, aumentaba el vocerío y la confusión de los de afuera. Joaquín, no sabiendo qué partido tomar, se asomó al balcón, y enseñando el arma[1] para indicarles que teníamos con qué defendernos, les hizo ademán de que se alejaran y les gritó: “iros, dejadnos en paz”. María Isabel, ante el temor de que disparara, le sostenía la mano derecha.
Continuará si Dios quiere
| Casa Baleztena fue tiroteada por grupos izquierdistas el 18 de Abril de 1932 ante la pasividad del gobernador y la policía. Foto de "El Pensamiento Navarro" | 

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