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martes, 20 de septiembre de 2016

Actividad socio cultural de Ignacio Baleztena en la posguerra

Querido lector, esta vez sí que sí, que retomo la biografía del aitacho más o menos donde la habíamos dejado, es decir, en la posguerra. Pues bien, durante los años 40 tuvo una intensa actividad de tipo cultural organizando todo tipo de eventos, asociaciones, investigando en el Archivo General de Navarra (que es lo que le encantaba) y metido en todo lo que tuviera que ver con su querida Pamplona y Navarra. Por ejemplo estuvo en los orígenes de la revista Pregón, revista gráfica literaria que durante los años 40, 50 y 60 representó de forma predominante el movimiento literario navarro.

Los miembros de la revista Pregón, a la derecha con boina Ignacio Baleztena

             En vísperas de los sanfermines de 1943 salía a salía a la calle el primer número de la revista Pregón. Tras un largo “parto” en el que hubo que sortear los obstáculos de la censura de la Delegación Nacional de Prensa, con antecedentes de dos intentos previos llamados "Marzo e Iruña",  el 23 de mayo de 1944 se autorizó definitivamente la publicación, bajo la tutela de Faustino Corella, gran amigo del aitacho. El director era José Díaz Jácome periodista, y los redactores José María Iribarren, abogado y publicista, José Ramón Castro catedrático y archivero jefe de la Diputación Foral y mi padre Ignacio Baleztena que firmaba como “Premín de Iruña”, director de los museos de Navarra y oficial del Archivo de Navarra. Después fueron incorporándose otros como Manuel Iribarren, Santi de Andía, Ángel María Pascual, etc. Y así pronto comenzó a ser más que una revista y se constituyó además una tertulia literaria que se reunía los sábados, primero en domicilios particulares y después en el bar "Cinema" de Pamplona, y que terminó desdoblándose en dos, una correspondiente al grupo directivo de Pregón, que se celebraba los miércoles en el "Cinema", y otra más abierta y concurrida, que se reunía los sábados, al principio, en un local cedido por el Ayuntamiento de Pamplona, después en el bar "Bearin", en el hostal "Yoldi" y más tarde en el "Nuevo Casino". Para conocer la Historia de esta Revista / Peña recomiendo el artículo de Juan José Martinena Ruiz en el número 51 de 2018 de la propia revista Pregón.

De nuevo la boina delata a Ignacio Baleztena en esta tertulia de la revista Pregón

            Y pronto mi padre, junto con el resto y especialmente Faustino Corella, imprimió ese aire sinfundamento y socarrón que daba a todas las iniciativas en las que participaba, acabando por conformar la “Peña Pregón” en la que esos sesudos intelectuales combinaban las actividades culturales con otras más “exóticas”. 

La flor y nata de "los intelectuales" de la Peña Pregón en una sinfundamentada, entre ellos Ignacio Baleztena con la boina

Lamentablemente más adelante veremos que como entre todos los grupos tiene que haber un judas, pero eso será después.

Ignacio Baleztena con su boina, formando parte del consejo de dirección de Pregón en 1967, pocos años antes de que sufriera la embolia que finalmente acabo con su vida

            Su afición de or­ganizar actos le persiguió toda la vida involucrando siempre a su familia. En 1946 participó activamente en la organiza­ción de las jornadas de la Coronación Canónica de Santa Ma­ría la Real, por lo que recibió de la Diputación la meda­lla de Bronce, como ya vimos en una entrada anterior (pinchar aquí y aquí).

            Ganó el premio sobre toponimia de Pamplona, que acarreaba teoricamente su publi­cación, cosa que en principio no se llevó a cabo; quedó en pri­mer lugar en la 1ª reunión de Toponimia Pirenaica cele­brada en Jaca en 1948. Esta vez sí el trabajo al fin se publicó en la revista "Prín­cipe de Viana".

            Fue secretario del Comité Provincial de Turismo en enero de 1948 y le encomendaron la labor de organizar el Congreso Navarro de Turismo.

Ignacio Baleztena en el Congreso de Turismo. Extraña manera de, siendo el organizador del mismo, enseñar la ciudad a los encopetados asistentes, con las piernas colgando de las murallas. Desde luego seguro que fue un cicerone muy entretenido.

            Era además responsable de la sala dedicada a Navarra en el Museo de Bayona y entre eso y el Museo de Recuerdos Históricos (pinchar aquíaquí y aquí) acabó siendo "Director de Museos", incluido el Museo de Navarra que estaba situado por aquel entonces en la actual Cámara de Comptos pasando a su ubicación actual en 1956, y aunque allí tenía un despacho de categoría, él se pasaba realmente las horas investigando en el Archivo para desesperación del conserje del Museo que le reñía por darse tan poca importancia.

Y como era un danzari consumado y había formado el mejor grupo de danzas de Navarra de aquella época (el del Muthiko) fue requerido también a colaborar en la formación del grupo de Danzas del Ayuntamiento, que bailó por primera vez el 29 de noviembre de 1949, en la procesión de San Saturnino. Un mes antes la comisión municipal de Fomento citó en un restaurante (seguramente Casa Marceliano) a los que tenían que organizar el grupo de danzas en el tiempo récord de 30 días. Presidió el alcalde Miguel Gortari y asistieron el secretario Ignacio Sanz, Pachi Arrarás, José María Iribarren en calidad de presidente de la sección de folclore de la Institución Príncipe de Viana y como no mi padre Ignacio Baleztena como Director de Museos y sobre todo como perejil de todas las salsas. Se decidió que se constituiría el grupo formado por dieciséis personas: doce danzaris, un makilari, un abanderado y dos gorris. Pachi Arrarás y Pedro Lozano Sotés diseñaron los trajes y llegó el día señalado, en el que los jovencicos danzaris cazados al vuelo, algunos de ellos procedentes del Orfeon Pamplonés, con más prestancia que entrenamiento se tuvieron que lanzar a la calle. La falta de preparación y repertorio la suplieron con unas buenas pintas de clarete antes de salir que les ayudaron a dar unos brincos y hacer unos jeribeques que encantaron a la vecindad, siendo todo un éxito. 
 
Primera actuación del grupo de danzas del Ayuntamiento de Pamplona, el 29 de noviembre de 1949, en la procesión de San Saturnino.

            Pródigo de su saber, su asombrosa memoria, sus enormes conocimientos y su archivo personal estaban abiertos para cuantos acudían a él. En este sentido muchos le saqueaban, pero realmente tampoco le importaba demasiado. Eso de los derechos de autor no cabía en su cacumen.


            Pero además de toda esta actividad cultural y folclórica, tenía que seguir dando suelta a sus inquietudes socio políticas, como veremos en las próximas entradas si Dios quiere.

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