Querido
lector, retomo el blog del aitacho con un tema de plena actualidad, que es
sobre cómo tiene que ir vestida la corporación cuando sale en Cuerpo de Ciudad,
gran preocupación que supone una emergencia social tan innovadora que ya mi
padre Ignacio Baleztena ironizaba sobre el tema refiriéndose a fechas tan
recientes como 1828. Esto de la nueva política, el cambio, el clarísimo sexismo
heteropatriarcal del traje de concejala inspirado en el típico de roncalesa (no
así el de Spiderwoman supongo) da pie a chanzas y bromas aun más grandes que las que se
traía Tiburcio de Okabío respecto a lo acontecido en 1828.
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El concejal Armando Cuenca desprecia la indumentaria propia de la Corporación de Pamplona que lucen sus compañeros detrás, para vestir una camiseta de Spiderman y un atuendo que podría llevar cualquier estadounidense por poner un ejemplo |
Esto de debatir sobre el indumento concejil son cosas del
progreso, claramente innovadoras y rompedoras, y si no te recomiendo que disfrutes de esta iruñería escrita
en 1960 y que nos muestra la novedad, originalidad y nuevo estilo, propio de cuando Fernando VII usaba paletó.
“DE INDUMENTO CONCEJIL
La campana del reloj
de San Cernin, dejó oir sus broncíneos sones, no siempre han de ser argentinos,
llamando a consulta el día 9 de abril de 1828 y al oírlos, los señores don José
María Vidarte, don Fermín Gaztelu, don Joaquín Lecea, don Manuel Ilzarbe, don
Pedro Javier Astrain, don Diego Larrea, Matheo López, Juan Antonio Moriones, el
señor Guergué y Fermín Osés, rexidores que eran entonces de Pamplona,
abandonaron sus casas, dejando el chocolatito a medio terminar, y con paso
grave y mesurado se dirigieron al consistorio para tratar, discutir y resolver
un asunto gravísimo que traía desasosegados a la Ciudad, a sus vecinos,
habitantes y moradores.
El rey Fernando VII,
pelotilleramente llamado el Deseado, se dignó comunicar a la Ciudad en 24 de
marzo de 1828, que él y su regia consorte deseaban, anhelaban, suspiraban por
hallarse en medio de sus leales navarros, y con tan turístico motivo tenía ya
preparada la maleta y concienzudamente cepillado y planchado su histórico
paletó. Es decir, que lo que voy a relatar aconteció:
Cuando Fernando VII
usaba paletó
Desde que el real
aviso llego a conocimiento de los graves, honestos y sesudos ediles, se vieron
presas de crueles desasosiegos. Todos ellos daban vueltas y más vueltas a sus
bien torneados cráneos, para ver si de las masas encefálicas en ellos
almacenadas surtía la solución a este importantísimo y trascendental problema.
-
¿Con qué atavío
saldrá el municipio a recibir a sus majestades?
El susodicho 9 de
abril fue designado para la solución del problema.
Se abrió la sesión, y
el secretario Don Serafín Pérez de Urrelo leyó a los rexidores el trabajo, que
por mandato de ellos, había escrito sobre los trajes, medias zapatos, sombreros,
etc que los munícipes pamploneses habían usado y lucido en días de ceremonias,
desde los tiempos de Cneo Pompeyo a los de perico Alejandría.
Y leída la concienzuda
memoria, se abrió el periodo de libre discusión.
Unos opinaban, y a su juicio lo hacían
acertadamente, que la Ciudad debería asistir al recibimiento regio luciendo el
traje antiguo de recibimientos y besamanos, esto es, con gramallas de
terciopelo encarnado con vueltas azules, colores de la Ciudad: es decir sobre
poco más o menos como van hoy los maceros del Ayuntamiento.
Otros, con el severo y airoso traje de
golilla de verano, indumentaria usada hoy por Lerín hermanos, cuando, jinetes
en briosos alazanes, salen al ruedo capitaneando las abigarradas cuadrillas de
espadas, sobresalientes de ídem, banderilleros, puntilleros, picadores,
agarrapatas y mulilleros..
Puesto el asunto a
votación, dio el siguiente resultado:
“Los señores Vidarte,
Gaztelu e Ilzarbe dijeron: que aunque su deseo es que se reciba a SS. MM. Con
el traje con que se recibió en el año 1646 (o sea, de gramalla), opinan que
ahora sea el traje de golilla de verano, por considerar imposible que en la
actualidad se puedan hacer aquellas ropas por el corto tiempo y por considerar
que no se hallarían las telas oportunas”.
El señor Lecea dijo:
“que opina por el traje de golilla de verano por justas consideraciones que se
reserva”.
¡Vaya un edil
misterioso y reservón.
Los señores Astrain,
Moriones y Osés dijeron: “opinan por el traje de golilla de verano, por los
excesivos gastos que acarrearía el traje antiguo”
¡Olé por los rexidores
de espíritu recto y económico!
“El señor Larreta por
el traje de golilla de verano, por el coste y ridiculez del traje antiguo”.
El señor López idem “por
las dificultad que presenta adaptar aquel traje antiguo”.
Y finalmente el señor
Guergué añadió su voto al de los demás, pues temía que de salir de su casa con
la gramalla roja, todos los mocés y cocas del barrio le habían de seguir
cantándo:
¡Ay levitón!
me gusta mucho el vino
¡Ay levitón!
me gusta mucho el ron.
Tratose y discutió
luego, si el traje había de ser de seda, de ariepón o vuela; si había de ser
nuevo o se podían aprovechar los usados y si el coste correría a cargo de la
Ciudad. Y después de maduro juicio y argumentada discusión se acordó: - “Que se
costee el traje por los fondos del Ayuntamiento”.
El económico y concienzudo votó porque cada quisque se costease su
traje. Voto que fue muy alabado y favorablemente comentado por los hombres
sesudos de la Ciudad.
El señor secretario de
la corporación de aquella época, don Luis Pérez de Urrelo nos dejó escrito un
libro titulado “Libro de Oro” por el que nos enteramos de cómo era el traje de
golilla y cuando éste debería ser de gala.
GOLILLA
“El traje de golilla
es por ley del Ayuntamiento. - Antes se usaba de contínuo, mas en el día puede
decirse que sólo se viste para los actos públicos: pues a las consultas se
concurre con traje regular fuera de alguna u otra en que hay motivo particular
para vestirlo.
No se crea que a esto
ha ocurrido otra causa que la comodidad y que ahora, como estamos acostumbrados
al pantalón y bota, que conviene a un país frío y húmedo como éste, nos
incomoda usar zapato. No deja de haber aun algunos, que no entran de buena
gana, pero la mayoría sí.
Se usa el traje de
terciopelo o de invierno, desde el día primero de noviembre, hasta el día del
Corpus, y desde este día hasta fin de octubre el de paño de seda o de verano”.
Da a continuación la
lista de los días en que deberían ir los ediles de gala entera, es decir con
cadenas y medallas, o de media gala con todo solo cordoncillos.
La moda del traje de
golilla perduró hasta el año 1840, cambiando desde entonces este airoso atavío
por el del frac, igual al actual aunque con colicas no tan largas.
Un cuadro que se
conserva en la Casa Consistorial, pintado por don Mariano Sanz, con motivo del
estreno del palio del Ayuntamiento, nos muestra como en la procesión del Corpus
iban los ediles con frac, muy afeitadicos y las caras orladas de románticas
patillas.
Hoy las patillas, al igual que la golilla,
han pasado a la historia, y solo tal cual anciano recalcitrante se empeña en
ostentarlas… y que lo haga por muchos años.
Tiburcio de Okabío
Diario de Navarra 18 Dic 1960”
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Ignacio Baleztena de abanderado de la Corporación cuando fue concejal, con frac en Jueves Santo a principios del Siglo XX, acompañado de clarineros y timbaleros |
Este artículo,
en una versión anterior que publicó en 1951 acaba de esta otra manera:
“en el año 1848 aparecen ya todos los
señores ediles con sus relucientes fraques, al igual que los que en la
actualidad han hecho decir a la musa popular:
Esos tubos relucientes
y esos fraques tan “planchaus”
al verlos dicen las gentes:
¡rediez lo que habrán costau!
Ni en París ni en los madriles
ni en San Juan de Potosí,
se verán unos ediles
más majos que los de aquí.”
Bueno,
de momento los ediles seguirán yendo con frac y las edilas con el traje típico,
siendo un signo distintivo propio de la Ciudad que hace que la veas pasar y te
sientas en casa. No me veo a los maceros con vaqueros, a los timbaleros con
camisetas de Iron Maiden y los Danzaris en chandal. Y supongo que no pretenderán
nuestros ediles ir ellos vestidos de lagarterana y obligar despóticamente al
resto del séquito a ir con los trajes tradicionales. Pero bueno, igual hay que
abrir un proceso participativo. Sinceramente, a mí cuando veo venir la
Corporación en cuerpo de ciudad con sus trajes me siento orgulloso de Pamplona.
En
la próxima entrada (a ver si es pronto) seguiré con la biografía del aitacho si
Dios quiere.
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Bonita foto de la procesión de la Virgen de la Hita, con sus vistosos trajes típicos, en Alcántara, el pueblo extremeño de donde es Armando Cuenca. Una tierra orgullosa de sus raíces y costumbres. |