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lunes, 26 de septiembre de 2016

Ignacio Baleztena y familia; antifranquistas

Querido lector, acabadas las fiestas de San Fermín de Aldapa, que tanto disfruto el aitacho en sus comienzos y ahora sus biznietos, volvemos atrás y seguimos con su biografía de los años 40 y 50.

Desilusionados los carlistas por los derroteros que tomaba la política y el desagradecimiento tan grande hacia su gran apoyo en la guerra, pues se veía claramente que querían borrar de la memoria al carlismo, éste se puso claramente en la oposición al franquismo. Y aquí el aitacho tuvo su participación activa.

      Gran admirador de la juventud, se rodeó de un activo grupo, la A.E.T. (Asociación de Estudiantes Tradicionalistas) a los que apoyaba, en lo que podía, con sus escritos, octavillas, panfletos, etc.

Entre los papeles del aitacho se conservan varios carnés de la AET. Todos sus hijos y sobrinos estábamos afiliados. Si encuentro el mío relleno lo pondré aquí, porque me he llevado el disgusto de que lo he perdido recientemente al ir a escanearlo.

Nadie se quiere acordar que, aquí en Navarra, en los años 40 y 50 la única oposición al Gobierno era el carlismo. Es más  más aún, siempre nos decían: ¿qué pasa? Queréis volver otra vez a lo anterior.

 Los años 40 y, sobre todo, los 50, fueron de gran actividad clandestina: reparto de propaganda, organización de Montejurra, elecciones municipales, vigilancia ante posibles contrafueros, pintadas…etc.

         Cuántas veces, recuerdo yo estar reunidos en tertulia de las que la familia eran muy aficionados, donde se hablaba de todo: recuerdos vividos no de los que:  me han contado…, por eso lo ocurrido lo teníamos siempre fresco y muy auténtico, y retirarse discretamente mi padre con algún sobrino, hijo, amigo de estos a otra habitación… y todos, como si no nos diéramos cuenta pensábamos: ya se va a organizar algo, y efectivamente, al día siguiente o al otro aparecían unas hojas impresas en multicopista, o como diría uno de Leiza:

-          - Sí, estos sí, ya se andan en politiquerías y con papeles, ya he visto, pues, debajo de la cama una “cupletista” y con ella, ya escriben, sí, cosas.


          Y en la próxima entrada podrás leer el mayor desplante que se llevó Franco, en Navarra desde luego, y posiblemente uno de los mayores de su Régimen.

martes, 20 de septiembre de 2016

Actividad socio cultural de Ignacio Baleztena en la posguerra

Querido lector, esta vez sí que sí, que retomo la biografía del aitacho más o menos donde la habíamos dejado, es decir, en la posguerra. Pues bien, durante los años 40 tuvo una intensa actividad de tipo cultural organizando todo tipo de eventos, asociaciones, investigando en el Archivo General de Navarra (que es lo que le encantaba) y metido en todo lo que tuviera que ver con su querida Pamplona y Navarra. Por ejemplo estuvo en los orígenes de la revista Pregón, revista gráfica literaria que durante los años 40, 50 y 60 representó de forma predominante el movimiento literario navarro.

Los miembros de la revista Pregón, a la derecha con boina Ignacio Baleztena

             En vísperas de los sanfermines de 1943 salía a salía a la calle el primer número de la revista Pregón. Tras un largo “parto” en el que hubo que sortear los obstáculos de la censura de la Delegación Nacional de Prensa, con antecedentes de dos intentos previos llamados "Marzo e Iruña",  el 23 de mayo de 1944 se autorizó definitivamente la publicación, bajo la tutela de Faustino Corella, gran amigo del aitacho. El director era José Díaz Jácome periodista, y los redactores José María Iribarren, abogado y publicista, José Ramón Castro catedrático y archivero jefe de la Diputación Foral y mi padre Ignacio Baleztena que firmaba como “Premín de Iruña”, director de los museos de Navarra y oficial del Archivo de Navarra. Después fueron incorporándose otros como Manuel Iribarren, Santi de Andía, Ángel María Pascual, etc. Y así pronto comenzó a ser más que una revista y se constituyó además una tertulia literaria que se reunía los sábados, primero en domicilios particulares y después en el bar "Cinema" de Pamplona, y que terminó desdoblándose en dos, una correspondiente al grupo directivo de Pregón, que se celebraba los miércoles en el "Cinema", y otra más abierta y concurrida, que se reunía los sábados, al principio, en un local cedido por el Ayuntamiento de Pamplona, después en el bar "Bearin", en el hostal "Yoldi" y más tarde en el "Nuevo Casino". Para conocer la Historia de esta Revista / Peña recomiendo el artículo de Juan José Martinena Ruiz en el número 51 de 2018 de la propia revista Pregón.

De nuevo la boina delata a Ignacio Baleztena en esta tertulia de la revista Pregón

            Y pronto mi padre, junto con el resto y especialmente Faustino Corella, imprimió ese aire sinfundamento y socarrón que daba a todas las iniciativas en las que participaba, acabando por conformar la “Peña Pregón” en la que esos sesudos intelectuales combinaban las actividades culturales con otras más “exóticas”. 

La flor y nata de "los intelectuales" de la Peña Pregón en una sinfundamentada, entre ellos Ignacio Baleztena con la boina

Lamentablemente más adelante veremos que como entre todos los grupos tiene que haber un judas, pero eso será después.

Ignacio Baleztena con su boina, formando parte del consejo de dirección de Pregón en 1967, pocos años antes de que sufriera la embolia que finalmente acabo con su vida

            Su afición de or­ganizar actos le persiguió toda la vida involucrando siempre a su familia. En 1946 participó activamente en la organiza­ción de las jornadas de la Coronación Canónica de Santa Ma­ría la Real, por lo que recibió de la Diputación la meda­lla de Bronce, como ya vimos en una entrada anterior (pinchar aquí y aquí).

            Ganó el premio sobre toponimia de Pamplona, que acarreaba teoricamente su publi­cación, cosa que en principio no se llevó a cabo; quedó en pri­mer lugar en la 1ª reunión de Toponimia Pirenaica cele­brada en Jaca en 1948. Esta vez sí el trabajo al fin se publicó en la revista "Prín­cipe de Viana".

            Fue secretario del Comité Provincial de Turismo en enero de 1948 y le encomendaron la labor de organizar el Congreso Navarro de Turismo.

Ignacio Baleztena en el Congreso de Turismo. Extraña manera de, siendo el organizador del mismo, enseñar la ciudad a los encopetados asistentes, con las piernas colgando de las murallas. Desde luego seguro que fue un cicerone muy entretenido.

            Era además responsable de la sala dedicada a Navarra en el Museo de Bayona y entre eso y el Museo de Recuerdos Históricos (pinchar aquíaquí y aquí) acabó siendo "Director de Museos", incluido el Museo de Navarra que estaba situado por aquel entonces en la actual Cámara de Comptos pasando a su ubicación actual en 1956, y aunque allí tenía un despacho de categoría, él se pasaba realmente las horas investigando en el Archivo para desesperación del conserje del Museo que le reñía por darse tan poca importancia.

Y como era un danzari consumado y había formado el mejor grupo de danzas de Navarra de aquella época (el del Muthiko) fue requerido también a colaborar en la formación del grupo de Danzas del Ayuntamiento, que bailó por primera vez el 29 de noviembre de 1949, en la procesión de San Saturnino. Un mes antes la comisión municipal de Fomento citó en un restaurante (seguramente Casa Marceliano) a los que tenían que organizar el grupo de danzas en el tiempo récord de 30 días. Presidió el alcalde Miguel Gortari y asistieron el secretario Ignacio Sanz, Pachi Arrarás, José María Iribarren en calidad de presidente de la sección de folclore de la Institución Príncipe de Viana y como no mi padre Ignacio Baleztena como Director de Museos y sobre todo como perejil de todas las salsas. Se decidió que se constituiría el grupo formado por dieciséis personas: doce danzaris, un makilari, un abanderado y dos gorris. Pachi Arrarás y Pedro Lozano Sotés diseñaron los trajes y llegó el día señalado, en el que los jovencicos danzaris cazados al vuelo, algunos de ellos procedentes del Orfeon Pamplonés, con más prestancia que entrenamiento se tuvieron que lanzar a la calle. La falta de preparación y repertorio la suplieron con unas buenas pintas de clarete antes de salir que les ayudaron a dar unos brincos y hacer unos jeribeques que encantaron a la vecindad, siendo todo un éxito. 
 
Primera actuación del grupo de danzas del Ayuntamiento de Pamplona, el 29 de noviembre de 1949, en la procesión de San Saturnino.

            Pródigo de su saber, su asombrosa memoria, sus enormes conocimientos y su archivo personal estaban abiertos para cuantos acudían a él. En este sentido muchos le saqueaban, pero realmente tampoco le importaba demasiado. Eso de los derechos de autor no cabía en su cacumen.


            Pero además de toda esta actividad cultural y folclórica, tenía que seguir dando suelta a sus inquietudes socio políticas, como veremos en las próximas entradas si Dios quiere.

jueves, 15 de septiembre de 2016

De indumento concejil. Iruñería. Por Ignacio Baleztena

Querido lector, retomo el blog del aitacho con un tema de plena actualidad, que es sobre cómo tiene que ir vestida la corporación cuando sale en Cuerpo de Ciudad, gran preocupación que supone una emergencia social tan innovadora que ya mi padre Ignacio Baleztena ironizaba sobre el tema refiriéndose a fechas tan recientes como 1828. Esto de la nueva política, el cambio, el clarísimo sexismo heteropatriarcal del traje de concejala inspirado en el típico de roncalesa (no así el de Spiderwoman supongo) da pie a chanzas y bromas aun más grandes que las que se traía Tiburcio de Okabío respecto a lo acontecido en 1828. 

El concejal Armando Cuenca desprecia la indumentaria propia de la Corporación de Pamplona que lucen sus compañeros detrás, para vestir una camiseta de Spiderman y un atuendo que podría llevar cualquier estadounidense por poner un ejemplo



Esto de debatir sobre el indumento concejil son cosas del progreso, claramente innovadoras y rompedoras,  y si no te recomiendo que disfrutes de esta iruñería escrita en 1960 y que nos muestra la novedad, originalidad y nuevo estilo, propio de cuando Fernando VII usaba paletó.




“DE INDUMENTO CONCEJIL



            La campana del reloj de San Cernin, dejó oir sus broncíneos sones, no siempre han de ser argentinos, llamando a consulta el día 9 de abril de 1828 y al oírlos, los señores don José María Vidarte, don Fermín Gaztelu, don Joaquín Lecea, don Manuel Ilzarbe, don Pedro Javier Astrain, don Diego Larrea, Matheo López, Juan Antonio Moriones, el señor Guergué y Fermín Osés, rexidores que eran entonces de Pamplona, abandonaron sus casas, dejando el chocolatito a medio terminar, y con paso grave y mesurado se dirigieron al consistorio para tratar, discutir y resolver un asunto gravísimo que traía desasosegados a la Ciudad, a sus vecinos, habitantes y moradores.

            El rey Fernando VII, pelotilleramente llamado el Deseado, se dignó comunicar a la Ciudad en 24 de marzo de 1828, que él y su regia consorte deseaban, anhelaban, suspiraban por hallarse en medio de sus leales navarros, y con tan turístico motivo tenía ya preparada la maleta y concienzudamente cepillado y planchado su histórico paletó. Es decir, que lo que voy a relatar aconteció:

Cuando Fernando VII
usaba paletó

            Desde que el real aviso llego a conocimiento de los graves, honestos y sesudos ediles, se vieron presas de crueles desasosiegos. Todos ellos daban vueltas y más vueltas a sus bien torneados cráneos, para ver si de las masas encefálicas en ellos almacenadas surtía la solución a este importantísimo y trascendental problema.

-          ¿Con qué atavío saldrá el municipio a recibir a sus majestades?

            El susodicho 9 de abril fue designado para la solución del problema.
           
            Se abrió la sesión, y el secretario Don Serafín Pérez de Urrelo leyó a los rexidores el trabajo, que por mandato de ellos, había escrito sobre los trajes, medias zapatos, sombreros, etc que los munícipes pamploneses habían usado y lucido en días de ceremonias, desde los tiempos de Cneo Pompeyo a los de perico Alejandría.

            Y leída la concienzuda memoria, se abrió el periodo de libre discusión.

Unos opinaban, y a su juicio lo hacían acertadamente, que la Ciudad debería asistir al recibimiento regio luciendo el traje antiguo de recibimientos y besamanos, esto es, con gramallas de terciopelo encarnado con vueltas azules, colores de la Ciudad: es decir sobre poco más o menos como van hoy los maceros del Ayuntamiento.

Otros, con el severo y airoso traje de golilla de verano, indumentaria usada hoy por Lerín hermanos, cuando, jinetes en briosos alazanes, salen al ruedo capitaneando las abigarradas cuadrillas de espadas, sobresalientes de ídem, banderilleros, puntilleros, picadores, agarrapatas y mulilleros..

            Puesto el asunto a votación, dio el siguiente resultado:

            “Los señores Vidarte, Gaztelu e Ilzarbe dijeron: que aunque su deseo es que se reciba a SS. MM. Con el traje con que se recibió en el año 1646 (o sea, de gramalla), opinan que ahora sea el traje de golilla de verano, por considerar imposible que en la actualidad se puedan hacer aquellas ropas por el corto tiempo y por considerar que no se hallarían las telas oportunas”.

            El señor Lecea dijo: “que opina por el traje de golilla de verano por justas consideraciones que se reserva”.

            ¡Vaya un edil misterioso y reservón.

            Los señores Astrain, Moriones y Osés dijeron: “opinan por el traje de golilla de verano, por los excesivos gastos que acarrearía el traje antiguo”

            ¡Olé por los rexidores de espíritu recto y económico!

            “El señor Larreta por el traje de golilla de verano, por el coste y ridiculez del traje antiguo”.

            El señor López idem “por las dificultad que presenta adaptar aquel traje antiguo”.

            Y finalmente el señor Guergué añadió su voto al de los demás, pues temía que de salir de su casa con la gramalla roja, todos los mocés y cocas del barrio le habían de seguir cantándo:

¡Ay levitón!
me gusta mucho el vino
¡Ay levitón!
me gusta mucho el ron.

            Tratose y discutió luego, si el traje había de ser de seda, de ariepón o vuela; si había de ser nuevo o se podían aprovechar los usados y si el coste correría a cargo de la Ciudad. Y después de maduro juicio y argumentada discusión se acordó: - “Que se costee el traje por los fondos del Ayuntamiento”.

El económico y concienzudo  votó porque cada quisque se costease su traje. Voto que fue muy alabado y favorablemente comentado por los hombres sesudos de la Ciudad.

            El señor secretario de la corporación de aquella época, don Luis Pérez de Urrelo nos dejó escrito un libro titulado “Libro de Oro” por el que nos enteramos de cómo era el traje de golilla y cuando éste debería ser de gala.

            GOLILLA

            “El traje de golilla es por ley del Ayuntamiento. - Antes se usaba de contínuo, mas en el día puede decirse que sólo se viste para los actos públicos: pues a las consultas se concurre con traje regular fuera de alguna u otra en que hay motivo particular para vestirlo.

            No se crea que a esto ha ocurrido otra causa que la comodidad y que ahora, como estamos acostumbrados al pantalón y bota, que conviene a un país frío y húmedo como éste, nos incomoda usar zapato. No deja de haber aun algunos, que no entran de buena gana, pero la mayoría sí.

            Se usa el traje de terciopelo o de invierno, desde el día primero de noviembre, hasta el día del Corpus, y desde este día hasta fin de octubre el de paño de seda o de verano”.

            Da a continuación la lista de los días en que deberían ir los ediles de gala entera, es decir con cadenas y medallas, o de media gala con todo solo cordoncillos.

            La moda del traje de golilla perduró hasta el año 1840, cambiando desde entonces este airoso atavío por el del frac, igual al actual aunque con colicas no tan largas.

            Un cuadro que se conserva en la Casa Consistorial, pintado por don Mariano Sanz, con motivo del estreno del palio del Ayuntamiento, nos muestra como en la procesión del Corpus iban los ediles con frac, muy afeitadicos y las caras orladas de románticas patillas.

Hoy las patillas, al igual que la golilla, han pasado a la historia, y solo tal cual anciano recalcitrante se empeña en ostentarlas… y que lo haga por muchos años.[1]

Tiburcio de Okabío
Diario de Navarra 18 Dic 1960”

Ignacio Baleztena de abanderado de la Corporación cuando fue concejal, con frac en Jueves Santo a principios del Siglo XX, acompañado de clarineros y timbaleros


Este artículo, en una versión anterior que publicó en 1951 acaba de esta otra manera:

“en el año 1848 aparecen ya todos los señores ediles con sus relucientes fraques, al igual que los que en la actualidad han hecho decir a la musa popular:

Esos tubos relucientes
y esos fraques tan “planchaus”
al verlos dicen las gentes:
¡rediez lo que habrán costau!
Ni en París ni en los madriles
ni en San Juan de Potosí,
se verán unos ediles
más majos que los de aquí.[2]

            Bueno, de momento los ediles seguirán yendo con frac y las edilas con el traje típico, siendo un signo distintivo propio de la Ciudad que hace que la veas pasar y te sientas en casa. No me veo a los maceros con vaqueros, a los timbaleros con camisetas de Iron Maiden y los Danzaris en chandal. Y supongo que no pretenderán nuestros ediles ir ellos vestidos de lagarterana y obligar despóticamente al resto del séquito a ir con los trajes tradicionales. Pero bueno, igual hay que abrir un proceso participativo. Sinceramente, a mí cuando veo venir la Corporación en cuerpo de ciudad con sus trajes me siento orgulloso de Pamplona.

            En la próxima entrada (a ver si es pronto) seguiré con la biografía del aitacho si Dios quiere.

Bonita foto de la procesión de la Virgen de la Hita, con sus vistosos trajes típicos, en Alcántara, el pueblo extremeño de donde es Armando Cuenca. Una tierra orgullosa de sus raíces y costumbres.





[1] Se refiere a él mismo, que siempre mientras tuvo pelo lució unas grandes patillas
[2] Se refiere a la primera letra del Riau Riau que puso él mismo al vals de Astráin