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martes, 11 de noviembre de 2014

Registro de Casa Baleztena



            Querido lector, nos plantamos en 1945. El aitacho se hallaba desilusionado, al igual que la mayoría de los carlistas, por los derroteros que tomaba la política pues se veía claramente que Franco quería borrar de la memoria al carlismo, que se situó en la oposición al régimen, y en ello estaba mi padre que había abandonado la primera línea política (como se dice ahora) discrepando en este aspecto con algunos amigos y dirigentes (pocos) que habían optado por colaborar con FET y de las JONS.

            En esta situación ocurrieron los sucesos del 3 de Diciembre de 1945 en Pamplona. Ese día se organizaron en Pamplona unos actos en adhesión a D Javier de Borbón Parma con motivo de su onomástica, príncipe regente, liberado hacía pocos meses del campo de concentración nazi donde había permanecido prisionero desde 1944.

            Los actos acabaron con 11 heridos en enfrentamientos con la policía armada, la detención de más de 100 carlistas y el registro del Círculo Carlista y las casas colindantes: Hotel el Cisne y Casa Baleztena… y precisamente aquí comienza esta peripecia.

            El aitacho durante la guerra traía a modo de colección todo tipo de “souvenirs”: banderas, gorras, recuerdos y otras curiosidades como 2 naranjeros, mausers alemanes y rusos y otras “joyas” por el estilo. Las tenía guardadas en un desván de la casa acumulando polvo como quien colecciona sellos y claro, la policía precisamente lo que iba buscando era armas.

            Con este motivo se plantó una vez más a lo largo de la historia la policía en Casa Baleztena. Alerta total, porque aunque como si fueran juguetes, lo cierto es que estaban los susodichos trofeos (por supuesto sin registrar, ¿para qué?)

Casa Baleztena y su agitada historia: expropiada por los liberales, asaltada y quemada por los republicanos, acosada por los germanófilos y pro franquistas, registrada repetidamente por la policía franquista y agredida varias veces por los abertzales.

            Nos pusimos toda la familia en funcionamiento y como la casa tiene bastantes vericuetos les íbamos enredando y perdiendo por ellos mientras la recorrían, o mejor dicho el que les guiaba hizo que se perdieran y visitaran las mismas estancias una y otra vez, evitando el citado desván, eso sí, con una gran amabilidad. Al final se fueron bastante enfadados de no encontrar nada y como gran trofeo se llevaron dos bayonetas roñosas que estaban en una estantería de la biblioteca del aitacho, una, de la tercera guerra carlista y la otra de la guerra civil.

            Como curiosidad final referir que el destino final de estos artilugios, que podían haber sido objetos de colección, acabaron siendo tuneados como escopetas de caza por algún hermano y ahí acabó su historia.

            Más adelante hablaremos con más detenimiento de las actividades políticas clandestinas del aitacho, pero en la próxima entrada iremos a su otra faceta que siempre le había ocupado, la social y cultural, organizando todo tipo de actos, asociaciones, festejos, conferencias, publicaciones, etc, como veremos en la próxima entrada si Dios quiere.