Querido lector, esta temporada han ocurrido
muchas cosas de distinta índole como la celebración de la Virgen del Pilar o la
beatificación de los mártires españoles de la persecución religiosa. Pero en otro
orden totalmente distinto el fallecimiento de mi hermano Joaquincho por el que
os ruego oraciones para que la Virgen del Chaparro y la Dolorosa lo lleven de su
mano al Cielo con el aitacho y la mamita.
Volviendo a la
biografía de mi padre, como ya veíamos en la anterior entrada (pinchar aquí),
el aitacho y su familia daban refugio en Casa Baleztena a personas que huían de
la II Guerra Mundial, especialmente miembros de la Resistencia francesa y
personas que escapaban de los nazis.
Pues
bien, un día se presentó en la puerta un extranjero desconocido que venía
pidiendo asilo, ante la sorpresa de toda la familia.
Tras
el estupor inicial, hablando en francés, finalmente se enteraron de que era un
piloto canadiense y su avión había sido derribado en Francia, cerca de la
frontera. Tras muchas peripecias había logrado pasar a España y ¿cómo
había ido a parar a Casa Baleztena?; Al parecer durante la II guerra mundial, a
los combatientes de la Resistencia y aliados les daban la dirección de nuestra
familia por si tenían cualquier contratiempo, asegurándoles que era un refugio
seguro donde serían bien acogidos. Y así fue efectivamente ya que el piloto
canadiense estuvo allí hasta que se recuperó de sus heridas.
De este modo Ignacio Baleztena se vio metido en un nuevo asunto, el apoyo
humanitario a la Resistencia. Posteriormente, acabada la guerra mundial, cuando
pasaba a Francia le gustaba rezar ante los monumentos a los caídos de la guerra
mundial, una de las veces precisamente con el grupo de danzas del Muthiko
Alaiak tras una accidentada jornada... pero esto lo veremos más adelante que me
salto cosas.
Casa Baleztena sirvió de refugio para los huidos del nazismo durante la II guerra mundial, particularmente durante la Resistencia fancesa |
Este y varios
extranjeros más tuvieron suerte, pero otros que también huían de los nazis
acababan en la cárcel de forma provisional hasta que se comprobaba su
identidad, y mientras tanto allí eran auxiliados por las margaritas (mujeres
carlistas), entre ellas Tía Lola, que nos cuenta aventuras y desventuras de
estos viajes a la cárcel en sus memorias (ver alguna en la entrada anterior).
Estos presos, una vez puestos en libertad, eran trasladados por cuenta del
gobierno americano a hoteles de Pamplona o de los pueblos, como Lecumberri,
Betelu o Leiza. Así que como era de esperar también en Petrorena, la casa
familiar de Leiza, se refugiaron algunos de ellos.
Y al hilo de
esto mismo precisamente como en este pueblo se formo una importante colonia
de... personas que veremos en la próxima entrada si Dios quiere.
Ahí, ahí, colaborando al triunfo marxo-liberal. Inapelable.
ResponderEliminar(Y muy importante recordarlo hogaño, para estar con los buenos).
Primero,mis mas sinceras condolencias por la muerte de su hermano
ResponderEliminarY ahora mi opinión del tema de hoy:desde luego,no hay por donde pillarlos a los carlistas.Primero están con los nazis y luego ayudando a las victimas de esos mismos nazis.
En Valtierra,todavia vive un señor que estuvo en la resistencia.El
domingo creo cumple 100 años y unos señores de Glasgow vienen en bicicleta a hacerle un homenaje.
Un saludo
Gracias por las condolencias y por la aportación al blog. El malentendido seguramente está en la primera parte ya que los carlistas nunca estuvieron con los nazis (y desde luego mi familia era radicalmente opuesta).
ResponderEliminarQue gusto que gente de 100 años puedan aportarnos su testimonio y conocer de primera mano sus vivencias en una época tan revuelta.
Un cordial saludo
Javier Baleztena