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domingo, 17 de marzo de 2013

Pamplona bombardeada. Destrozos en Casa Baleztena y una herida.

            Querido lector, tras este pequeño paréntesis con motivo de las javieradas y la elección del nuevo Papa retomamos la biografía del aitacho. Tas las celebraciones previas que habían revolucionado Pamplona en otoño de 1937, como vimos en una entrada anterior (pinchar aquí), la respuesta republicana no se hizo esperar y el 12 de Noviembre de 1937 se producía el segundo bombardeo de la aviación roja sobre Pamplona (para ver el primero en este blog pinchar aquí). En esta ocasión algunas de las 35 bombas cayeron cerca de la Diputación y Casa Baleztena produciendo 9 muertos y una veintena de heridos graves y mutilados, entre ellas una sobrina del aitacho.

El bombardeo de la aviación republicana de 1937 sobre Pamplona dejó 9 muertos. En la foto huellas de aquel día en la fachada de la Diputación.

            Mi prima Rosari Jaurrieta Baleztena, otra sobrina de mi padre Ignacio y que conserva una cabeza prodigiosa, aun recuerda que frecuentemente sonaban las sirenas y las campanas de las iglesias para anunciar el riesgo de bombardeos, y la población tenia que acudir a los refugios o a los sótanos de las casas. Ella narra como toda la familia apagaba las luces y corrían a refugiarse al sótano de Casa Baleztena hasta que pasara el peligro. Pues bien, ese 12 de Noviembre ocurrió lo que nos cuenta tía Lola, hermana de mi padre Ignacio:

            “El 12 de noviembre, Pamplona fue bombardeada por la aviación roja. Gracias a Dios, sólo se hablaba de dos víctimas- (Aquí Tía Lola comete un error ya que fueron 9 muertos y 20 heridos graves),-  y eso que la población estaba constantemente en la calle. Los impactos dejaron huellas en la fachada de la Diputación y en nuestra casa[1]. Hubo en ella la casi totalidad de cristales rotos; en el salón principal se rompió un precioso espejo de Venecia y los retratos de los abuelos pintados al óleo, él fue herido en la cabeza, y ella en la mano, y los muebles quedaron bastante deteriorados[2]; la estación de autobuses sufrió desperfectos.

Al fondo Casa Baleztena. En la esquina de la fachada de la Diputación (a la derecha) se ve uno de los boquetes dejados por el bombardeo de la aviación republicana.

            Nuestra sobrina Silvita Jaurrieta se encontraba en el comedor de casa, y cuando se retiraba para ir al refugio la metralla le alcanzó en la misma puerta rompiéndole un brazo; le salió mucha sangre: María Isabel, mi hermana, al verla, salió a la calle en busca de una ambulancia en medio de la sirena que seguí sonando. Tuvo la suerte de que una pasara al mismo instante y pudo ser evacuada: ¡Al ALFONSO CARLOS!, ordenó ella, ya que en él prestaba sus servicios, donde fue inmediatamente operada. La metralla, al traspasar su cuerpo, pasó rozando el pulmón por unos milímetros, el brazo sufrió una mala rotura que tardaría en curarse. Fue conmovedor el interés que todos le demostraron, especialmente los requetés. Cuando la sirena daba la señal de alerta, era orden que todos bajaran a los refugios, pero a ella nunca le faltó alguno que no quería dejarla sola. Y sobre todo uno, al que llamábamos el “Torcidico”, pues su cuerpo aquejado de reuma estaba tan inclinado que formaba un ángulo.”

            Para ver más testimonios personales de estos bombardeos puedes pinchar aquí y para ver una breve crónica de los siete bombardeos que sufrió Navarra por la aviación roja, dejando 40 muertos y más de 70 heridos graves, puedes consultarlo en el libro “Guerreros, Historias de mil años” de Jesús Javier Corpas Mauleón (pinchar aquí).

Otra vista de los desperfectos causados por el bombardeo republicano sobre Pamplona, en la fachada de la Diputación.

Tras este episodio iba finalizando 1937 y esa Navidad se celebró como vimos en una entrada anterior que ya metí en el blog y puedes ver pinchando aquí.

Y así comienza 1938, precisamente de nuevo con un tercer bombardeo que sufriría Pamplona, el 18 de enero de 1938 y que causó otro muerto.

Precisamente este 1938 el aitacho en sus particulares andanzas durante la guerra conocería a otros requetés venidos de muy lejos… y que para variar, que raro, cayeron en Casa Baleztena de Pamplona y Petrorena en Leiza, como veremos en las próximas entradas si Dios quiere.


[1] Se refiere a Casa Baleztena, enfrente de la Diputación
[2] Todavía quedan los restos de estos impactos de metralla en el mobiliario. En la fachada de Casa Baleztena no por posteriores restauraciones.

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