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jueves, 28 de junio de 2012

Ignacio Baleztena llama cobarde al comandante y salva a dos leizarras


Querido lector, dejábamos al aitacho en los primeros días del Alzamiento, concretamente el 21 de Julio, y seguimos la crónica de ese día entre Pamplona y Leiza.

Al regresar de Pamplona nos extrañó ver en el pueblo de Huici a los requetés que habíamos dejado en Leiza. Por una táctica militar, para nosotros incomprensible y que bien podría ser puesta en tela de juicio andando el tiempo, al saber que los rojos estaban en Urto[1], se dio la orden de replegarse al otro lado del puerto, dejando a Leiza indefensa a las puertas de Guipúzcoa.

Mi padre Ignacio al comprobar lo ocurrido hizo parar el coche y se acercó al Comandante Tutor indignado:

-         ¿Por qué en vez de avanzar retroceden dejando Navarra desprotegida?. Hay que avanzar hasta Tolosa. En ese tramo tenemos muchos apoyos. ¡Los requetés no retroceden!.[2]

-         Usted no es nadie para cuestionar las tácticas militares- respondió el comandante

-         Y usted es un cobarde- le dijo de pronto mi padre.

Rapidamente la mano amiga de un requeté agarró en volandas al aitacho y lo llevó al coche avisándole:

-         D. Ignacio, eso que ha hecho se puede calificar de traición y le pueden formar un consejo de guerra, desaparezca de aquí corriendo.

Sin darle tiempo a protestar de nuevo mi padre se vio dentro del coche y su hermana la tía Lola arrancó y puso dirección a Leiza.

En Urto, a las afueras de Leiza, en la muga de Navarra con Guipúzcoa, estaba una caseta que servía de puesto para los miqueletes y que había sido tomada por los rojos. Así que mientras el aitacho estaba en Pamplona, según nos cuenta la tía Lola en sus memorias:

“ Dos muchachos del pueblo (Leiza), socialista el uno y nacionalista el otro, marcharon en bicicleta a Urto para anunciar que Leiza estaba desguarnecido. Afortunadamente, allí no había fuerza como para pretender un ataque, pero como esto no se sabía, el pueblo vivió horas amargas.

La caseta de los miqueletes en Urto, a las afueras de Leiza, había sido tomada por los rojos.
             Las puertas de casa se cerraron, la gente huyó, los niños de nuestra familia fueron escondidos en una gambara[3] junto con las hermanas, que llevaron algunos objetos de valor; los hermanos estaban en Pamplona y sólo mi cuñado Pablo Jaurrieta, asomado al balcón con una escopeta de caza, se preparó a recibir al enemigo. Su situación hubiese sido desesperada, y por lo mismo, es de agradecer su valiente abnegación por defender la casa.

            Los dos muchachos, que actuaron de espías, no se dieron cuenta de la gravedad de su acto; estando ya en guerra tenían pena de fusilamiento. Hubiera sido horrible la muerte de aquellos chicos, que aunque engañados, eran buenos.”

Ante esta situación, Ignacio Baleztena, nada más llegar a Leiza fue corriendo a verles haciéndoles ver la gravedad de lo que habían hecho. Tenía que hacer algo rápido para salvarles. Lo primero era que no se les viera y comenzó las gestiones rápidamente. Llamó a Sánchez Marco, amigo suyo, y le recomendó para que pusiera a su servicio a Perico Zaldar, sin decir obviamente que era el joven nacionalista que había ido a alertar a los rojos de que Leiza estaba desguarnecida. Mi padre comprometió su palabra asegurando que era un buen chico y salvándole así la vida ya que Perico fue aceptado como ordenanza de Sánchez Marco, hasta tal punto que se distinguió durante toda la campaña por su gran valor. Respecto al socialista consiguió que desapareciera de escena, sacándolo a escondidas de Leiza. Quien iba a sospechar que el acompañante de Ignacio Baleztena fuera el que había intentado que Leiza fuera tomada por las izquierdas. Finalmente éste último (el joven socialista) se alistó en el bando nacional y lo cierto es que lejos de “cumplir el expediente” o intentar pasarse al lado rojo se destacó en el frente y curiosamente fue abatido por “los suyos” ya que acabo muriendo heroicamente en el frente de Huesca.

Y en próximas entradas si Dios quiere veremos como la caseta de Urto va a dar mucho que hablar.


[1] La casa de los miqueletes en la muga con Navarra.
[2] Mi padre Ignacio Baleztena siempre sostuvo que si no se hubiera retrocedido y en vez de “perder ese tiempo” se hubiera seguido avanzando hacia Tolosa y de allí a San Sebastián el frente del Norte hubiera caído mucho antes y quizá se hubiera acelerado el final de la contienda. Cierto es que el conocía que los carlistas contaban con muchos apoyos en esa zona, pero no era precisamente un experto en estrategia militar. Nunca sabremos que hubiera pasado realmente.
[3] Desván

3 comentarios:

  1. Hola Javier,
    Soy familiar de unos de los leizarras salvados por su padre y me gustaría establecer contacto con usted para averiguar más datos relacionados con el mismo. Confiando en su amabilidad, le saludo atentamente.
    Muchas gracias.

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  2. Querido Jg Gj
    Encantado de contactar con Ud. Estoy disponible cuando quiera para que podamos conversar. Me encantará que entre los dos podamos obtener más datos acerca de la historia de su padre.
    Podemos vernos en Leiza (cuando haga un poco de mejor tiempo) o en Pamplona. Igual para concretar más puede escribirme a premindeiruna@gmail.com
    Muchas gracias y un abrazo

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  3. Soy valenciano estuve dos veces en el paraje de Urto en una misa en el altar se puso la bandera.Este año me dijeron que se había suspendido.

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