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jueves, 19 de mayo de 2011

Y la Virgen de Ujue ¡Venga a milagriar! (y VIII)

Querido lector, finalizamos las historia que el “aitacho” escribió sobre “Y la Virgen de Ujué ¡Venga a milagriar!”, seguramente para alguna conferencia, y que hemos estado saboreando durante este mes dedicado a la Virgen. Sin más aquí te dejo con la conclusión de esta serie de entradas.


“…Y LA VIRGEN DE UJUE …
¡VENGA A MILAGRIAR! VIII

Manuscrito de Ignacio Baleztena sobre "Y la Virgen de Ujue ¡Venga a milagriar!"
 
La defensa, ya, era imposible; así es, que se oyó el ¡sálvese quien pueda! Y cada cual no pensó más que en huir por la sierra, aprovechando las sombras de la noche.

            Don Juan Villanueva, don Francisco Ibarrola y don Pedro Ozcoydi se multiplicaron para ordenar la retirada de los muchachos, y gracias a sus esfuerzos y órdenes, pudieron todos abandonar el pueblo, a excepción de cinco que cayeron muertos por los disparos del enemigo.

            Viendo ya en salvo sus fuerzas, pensaron estos valientes jefes en salvarse ellos mismos, y ya a la madrugada, montando a caballo, intentaron salir del pueblo, pero se vieron con todas las bocacalles ocupadas por el enemigo. Ibarrola y Ozcoidi consiguieron abrirse paso, pero Villanueva no pudo seguir a sus compañeros, pues su caballo, herido de varios balazos, no pudo salvar la barrera formada por los constitucionales.

            Aprovechando las últimas fuerzas de su caballo se fue por otra bocacalle, y aunque ocupada, también, por los enemigos, consiguió abrirse paso a sablazos y se lanzó monte abajo con gran peligro de despeñarse.

            Una partida enemiga de caballería, cogiendo un “alcorce” iba a cortarle el paso, cuando se presentó en lo alto del pueblo un animoso vecino de Ujué, llamado Pedro Górriz, que empezó a arrojar grandes piedras contra los constitucionales, al par que daba voces de:

            -¡Formación, voluntarios! ¡primera compañía, fuego! ¡la segunda, a la bayoneta! ¡duro a ellos, que hay que acabar con la canalla!

            La confusión y sobresalto que siguieron a estas voces los perseguidores, las aprovechó el perseguido para coger una gran ventaja; pero, a la legua escasa de carrera el caballo cayó muerto a consecuencias de las graves heridas recibidas.

            -¡Ya es nuestro! (Gritaron los constitucionales al verlo caer). Uno de ellos, que se había adelantado mucho a los demás, venía sobre Villanueva, cuando su caballo se paró en seco, saliendo el jinete disparado por las orejas, dando en el aire más vueltas que un irulario.

            Poco respiro iba a ser éste para el pobre don Juan, pues los demás soldados se le venían ya encima. No le quedaba a Villanueva otro recurso que encomendarse a la Virgen de Ujué, y con tanta fe lo hizo, que Ella, jamás sorda a los ruegos de los navarros, permitió que un caballo que andaba suelto por los campos pasara al lado del valiente Juanito de la Rochapea. Resultó que el tal caballo era propiedad del oficial realista Agustín Esparza (a) Catachuan.

            Saltó Juanito sobre él (el caballo) en un decir Jesús, y soltando un ¡Viva la Virgen de Ujué! picó espuelas, dejando a sus perseguidores con un palmo de apéndice nasal, lo que no les impidió lanzar la variadísima colección de tacos y maldiciones del no publicado diccionario del Mal Hablar, contra el fugitivo.

            Mientras huía, hizo Villanueva promesa solemne de visitar a la Virgen de Ujué al terminar la guerra con los cruceros de Tafalla, descalzo y con una Cruz a cuestas mayor que la del Humilladero.

            -¡Qué pecaus más gordos habrá hecho ese tío, cuando va descalzo con ese cacho Cruz (decían los demás cruceros al verlo subir de esta guisa)

            Pero al saber quien era, recordando el por qué de la promesa, no faltó quien refunfuñó:

            -¡Ah falso, más que falso! Ya podía haber cogido una Cruz más grande, porque ¡menudo milagro hizo con él la Virgen!"

Y así finaliza el manuscrito de mi padre en el que nos ha contado durante varias entradas cómo la Virgen de Ujué estuvo al quite protegiendo su pueblo y los ujuetarras frente a franceses y liberales que querían borrarlos del mapa. 
Ignacio Baleztena (a la derecha junto al borde del camino), gran devoto de la Virgen de Ujué, de romero a pricipios de siglo (posiblemente 1916) con el santuario al fondo.
Así que si Dios quiere en la próxima entrada podrás conocer o recordar una cosa de Pamplona...

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