Querido
lector, a principios de año, tras la fiesta de Reyes ha tenido lugar un año más
la celebración del Rey de la Faba. Pues bien, igual no sabes que precisamente
el que “reinstauró” esta costumbre fue precisamente el aitacho. Por eso
aprovecho estas fechas para que repasemos juntos los devenires de esta
celebración.
Para escribir esta entrada me he basado fundamentalmente en este folletico del Rey de la Faba que escribí hace ya algunos años, resumiendo mucho y añadiendo alguna actualización. |
Fue
precisamente allá por el año 1920, cuando mi padre Ignacio Baleztena se propuso
retomar en cierta manera una ancestral costumbre de nuestro viejo Reino de
Navarra (cuyos orígenes él mismo investigó). Esta primera
edición de la “Fiesta del Rey de la Faba” se celebró por primera vez en
Pamplona, de una forma sencilla, pero muy simpática y alegre.
El
salón del Círculo Carlista, situado entonces en la Plaza del Castillo, junto al
Hotel la Perla ,
quedó convertido en el “salón del trono”. En él, favorecido por la suerte, se
sentó el hijo de un socio necesitado, y los invitados le rindieron pleitesía.
Acto
seguido los Reyes Magos hicieron una fantástica aparición y, después de adorar
al Niño Jesús, entregaron al reyecito un gran cajón conteniendo meriendas y
juguetes para que su graciosa majestad los repartiera entre sus compañeros. Al
final resultó una alegre fiesta y sus organizadores quedaron muy satisfechos
por el éxito obtenido y, sobre todo, por haber resucitado la bella costumbre
instituida por los reyes de Navarra.
Durante
algunos años volvió a repetirse la misma ceremonia, hasta que el aitacho pasó a
celebrarla con la peña “Muthiko Alaiak”, que él mismo había fundado (pinchar
aquí), tomando el acuerdo de que en lo sucesivo el “Rey de la Faba ” fuese nombrado por la
“Santa Casa de Misericordia”, recayendo la elección en aquel niño que más lo
necesitara atendiendo además a su buena conducta durante el año.
El
niño rey llegaba al local de la
Sociedad acompañado por dos pajes, también de la Misericordia , y era
recibido con grandes aplausos y a los acordes de la Marcha Real. Presidía la
merienda y a su nombre quedaba una libreta en la Caja de Ahorros Municipal,
abierta por el “Muthiko” y engrosada por los donativos de los socios.
Tras
coger auge, posteriormente poco a poco la celebración, aunque se mantenía, iba
decayendo con riesgo de desaparecer, así que Ignacio Baleztena quiso realzarla
de nuevo y el 6 de enero de 1954 o 1955, tomó el relevo de la organización La
Real Cofradía del Gallico de San Cernin, de espíritu tan pamplonica, y que para
variar había fundado también mi padre con grandes bríos para restaurar antiguas
costumbres. Dicha asociación patrocinó con entusiasmo durante su efímera vida,
la coronación del Rey de la Faba. Inicialmente se celebró en el pamplonés Hotel
Maisonnave (Que entonces estaba ubicado en la Calle Espoz y Mina), a las seis y media de la
tarde. En 1957 esta misma entidad organizó la fiesta el 6 de enero en los
locales de la Peña de Cazadores, en la calle Estafeta y al desaparecer la
cofradía, se hizo cargo de la fiesta definitivamente de nuevo el “Muthiko
Alaiak”.
En 1960, 1961,
y 1962, disuelta ya la real Cofradía del Gallico de San Cernin, el 6 de enero,
vemos por la mañana al Muthiko Alaiak –que tomaba de nuevo las riendas de esta
fiesta-, haciendo reparto de juguetes en el salón de actos de Salesianos; y
tras este acto, a las 19’30 horas, los socios de la peña celebraron la fiesta
del Rey de la Faba en sus locales, siempre con la actuación de la rondalla de
la peña.
Así, a través
del Muthiko, mi padre deseando darle el realce que se merece, pensó en
realizarla en los distintos palacios que los reyes tenían en su territorio,
comenzando por el principal de ellos: Olite, en 1964 y 1965: “….de pronto,
empezó a desfilar la comitiva. Portadores de banderas, músicos, danzantes,
pajes llevando los atributos reales. Y atraillados los lebreles del Príncipe de
Viana, que fielmente le acompañaban en sus días melancólicos, y a los que
perpetuó en su escudo. Una voz vibrante anunció: “Paso a su alteza real el Rey
de la faba”.
Sonó
la marcha del reino…, bajo el arco de honor formado por las espadas del
“Muthiko”, llegó el reyecito al trono, sobre el que campaba las armas de los
Evreux, y una vez sentado en él, Ignacio Baleztena, restaurador de la antigua
ceremonia coronó al niño rey… Tras la merienda-cena compuesta de platos
clásicos, vinieron los cantos y los bailes. Los joteros de Olite rasgaron sus
guitarras cantando coplas alusivas:
En el castillo de
Olite
que fue corte de
Navarra,
gritamos ¡vivan los
Fueros!
Y ¡Viva el Rey de la Faba !
En
Estella, 1966 y 1967 en Santo Domingo…, el niño del pueblo, que por su buen
comportamiento y aplicación había sido elegido “Rey de la Faba ” se dirigió al convento
de Santo Domingo precedido de una brillante comitiva … Llegados al convento, el
rey se sentó en el trono instalado en una sala gótica que fue el refectorio de
los frailes, y desde el púlpito el heraldo leyó el pregón.
En
Sangüesa, 1968, en la iglesia de los padres franciscanos: … “Vemos salir del
castillo real una alegre comitiva. Heraldos, bandas de música, estampido de
cohetes. Allí van el clero, los nobles, los representantes de las villas, y,
entre estos, el reyecito escogido, con su sencillo vestido de campesino a lomos
de un caballo blanco…” Precisamente la ciudad de
Sangüesa marca una nueva etapa; tratando que la ceremonia se asemejara mucho
más a lo que antaño fue la coronación de nuestros reyes de Navarra, participaron
por primera vez personajes que representaban al clero, nobleza, pueblo llano,
rey de armas…, Por esto Sangüesa marcó ese año un nuevo estilo.
Pero
aun le quedaba una nueva vuelta de tuerca y precisamente el menda que escribe
fue el encargado de investigar el antiguo ceremonial de la coronación de los
Reyes de Navarra (cosa que hice con gran gusto) y fruto de esto en Pamplona, en
1969, en la iglesia de Santo Domingo por primera vez la fiesta del “Rey de la
Faba” se realizó tal y como se coronaba antaño a los monarcas de nuestro Viejo
Reino. A partir de este momento se ha quedado dicha celebración tal y como
actualmente se celebra con algunas variaciones.
Al año
siguiente, 1970, se celebró en la Ciudadela recientemente donada por el
ejército a la ciudad de Pamplona, siendo el primer acto cultural celebrado en
la misma, y de allí, en años sucesivos siguió distribuyendose por toda la
geografía de Navarra, cada año en una población.
Así el aitacho
comenzó otra tradición de nuevo tan ligada a su profundo amor a Navarra, nuestra historia, cultura, folklore y costumbres, siendo un auténtico homenaje a nuestra Monarquía que es la que aporta la corona real a nuestro venerado escudo, Todo unido a su preocupación
social por los más necesitados.
Y para completar esta entrada que se me ha alargado un poco, en la próxima si Dios quiere transcribiré una iruñería del aitacho respecto a la celebración ancestral de esta fiesta (pinchar aquí para verla).